Parte 29: Un deseo de ambas.

13 2 0
                                    


Fue hace mucho tiempo, en una era donde las tormentas gobernaban las tierras intermedias, del cascaron de un huevo nació un ser prodigioso para los dragones de cuatro extremidades, no tardó mucho en batir el vuelo y tras desarrollarse ninguno de sus hermanos podía igualarle al cruzar los cielos, pero este ser era envidioso y miraba con envidia a aquellos que estaban por encima, aquellos dragones con piel pétrea y que manipulaban el rayo.

La criatura, de nombre Astaroth, no tardó mucho en clavar sus garras y colmillos en sus propios compañeros de casta, devoraba sin piedad sus corazones y obtenía su poder, pronto comenzó a manejar los relámpagos rojos y su piel se volvió tan dura como la de sus superiores de ocho extremidades, pero esta no ve volvió petra, en lugar de volverse un ser parecido a ellos, dejó totalmente de verse como dragón, su cuerpo se volvió emplumado como el de las aves, se volvió algo nunca antes visto, quizás esto era como una maldición, una marca para que sus hermanos sepan de la bestia caníbal en la que se había convertido, aunque de todos modos a Astaroth ello no le importaba, ya tenía todo el poder que deseaba, se dice que un día la bestia desapareció de las tierras intermedias para nunca volver.

Tras una semana de viaje, las tres mujeres al fin habían llegado cerda del lugar donde cayó la bestia, estaban en tierras volcánicas, todo era tan extraño, la zona estaba llena de soldados enloquecidos de la capital, eso le indicaba a Yorhaya que Rykard debía seguir vivo, o amenos su ejército debía seguir operando, a ella le parecía impresionante que los seguidores de quien a sus ojos era un cobarde pudiera sobrevivir en tierras tan inhóspitas, aunque de todos modos los mercaderes y animales también podían, y estos últimos siempre eran buen alimento, las damas ya estaban alimentadas y llenas de energía para la batalla.

-Esa bestia de la que nos contaste suena muy poderosa, espero poder ser de ayuda para la maestra –Dijo Millicent que estaba más cerca de Sellen mientras Yorhaya se adelantaba cruzando el puente–.

-Derecho, hay algo que debo decirte, mi querida alumna –Dijo la caballero que lo escuchaba todo aun a esa distancia–.

-¿Eh?.

-Quiero enfrentarme sola a esta bestia.

-¿Que? ¡No! –La joven se acercó, estaba preocupada por su maestra– Maestra, tú debes saber más que nadie lo peligrosa que es la magia de gravedad, no vas a hacer esto sola, iré quieras o no.

-Millicent... ¿Recuerdas tu combate con el dragón?.

-Sí ¿Qué tiene eso?.

-Yo ya pisé las tierras de Miquella y Malenia alguna vez, pero esas pruebas, las que debemos superar por nosotros mismo, nunca se detienen a lo largo de la vida, esta es una de esas pruebas para mí.

-Tiene que ver con el enfrentamiento de Malenia y Radahn ¿Verdad? Bien, yo estoy emparentada con ella, también es mi batalla entonces.

-No lo es.

-Lo es.

-No, no puedo negar tu parentesco con ella, pero nunca le serviste, nunca la consideraste tu ama solo para ver como su reputación era arrasada por una batalla en la que su oponente usó esa asquerosa magia, tú no sientes rencor por Radahn, ni por la magia de gravedad, yo sí, aunque mi estilo es inferior, debo demostrar que este puede superar todas esas técnicas cobardes, lo siento Millicent, pero....

-Iré contigo.

-Millicent, ya te dije que...

-No me voy a quedar tranquila mientras arriesgas tu vida solo porque lo hagas por tu honor, además... No le tengo rencor a Radahn, pero tengo curiosidad, quiero medirme con el poder que un día rivalizó con Malenia.

Yorhaya inesperadamente acarició la cabeza de su alumna, eso la sorprendió un poco, pero dejó escapar una sonrisa que su maestra le devolvió.

-Oh, así que también tienes motivaciones egoístas –La mujer dio media vuelta para seguir su camino, curiosamente no le advirtió a su alumna que no se meta–.

Al terminar de cruzar el puente ya se podía sentir la presencia de la magia del meteoro en el terreno, venia de lo más alto, Yorhaya se quedó quieta mientras desviaba su vista hacia una escalera de mano con la que podría subir, su semblante había cambiado, emanaba un aura de furia y melancolía a la vez.

-Millicent....

-¿Sí?.

-Voy a llamar por tu ayuda si me veo en aprietos, lo prometo, pero por favor, déjame empezar sola este combate.

Dijo la mujer antes de comenzar a trepar, su alumna se quedó mirando bastante inquieta, ella casi naturalmente comprendía el concepto del honor y el orgullo de un guerrero, y quizás dejaría a cualquier otra persona morir en batalla si este era su deseo, pero no quería perder a Yorhaya.

-Que egoísta es –Dijo Sellen acercándose– Aunque supongo que de todos modos no puedes subir ese tipo de escaleras con solo un brazo.

Yorhaya la imputrescible - Elden RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora