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— ¿Me lo juras? No me quiero ilusionar con algo así, Caleb— habló Alice en silencio para que nadie a su alrededor escuchara. No es que fueran muy discretos, estaban en la cafetería de la escuela a las 11 de la mañana, es decir, prácticamente toda la escuela estaba ahí.

—Por mi propia ilusión te lo juro. No es que podamos confirmar que sea de él, pero si dices que le marcó para hablar no lo dudo— decía mientras observaba el menú con las distintas opciones para el almuerzo.

—No digo que no, porque de hecho estaba pensando en algo así, pero ¿Ya lo sabrá Harry? — preguntó un poco más alto sin ver a su alrededor.

— ¿Qué tengo que saber? — le preguntó el alfa a sus amigos intercambiando sus mirada entre ambos.

—Que en el menú de hoy hay albóndigas— dijo Caleb casi al instante sin levantar sospechas.

— ¿Y eso me importa porque...?— preguntó sin saber que tenían en común él y las albóndigas.

—Me vas a comprar un plato, ¿verdad? Sabes que son mis favoritas— le respondió Alice haciendo ojitos a su amigo que la veía como si no se tragaba esa mentira.

—Digan qué es lo que pasa— se estaba desesperando porque tenía que ver con él y no le decían nada.

—Olvídalo, no entendiste la indirecta— dijo Caleb fingiendo molestia— era para mí, sabes que antes de mi celo me dan antojos y no me quieren consentir. Antes de que llegaras, le estaba diciendo a Alice que tenía antojo de albóndigas y que me comprara unas, me dijo que te lo pidiera a ti y yo le dije que no porque no sabías que iba a ser mi celo y entonces por eso ella dijo eso pero olvídalo porque tú nunca me consientes ni porque sea tu amigo y... y...— las lágrimas se empezaban a acumular en sus ojos, entre su actuación y la realidad, no todo era mentira.

—Oh no, lo siento tanto Caleb. Te voy a cumplir todos tus antojos, omega. Dime que es lo que quieres, ¿Las albóndigas? Te doy dos órdenes, ¿Qué más necesitas, lindo?— le preguntó con toda la culpa en el pecho por estar a punto de hacer llorar a un omega.

Pero al destino y escritora les encanta poner drama en la historia, pero no mucho, así que sí, como lo piensan, si es que lo piensan, Louis estaba apenas entrando casi formándose para ir por un plato de comida cuando escuchó todo eso que le dijo Harry a su amigo.

Se puso tan triste que se le fue el hambre. ¿Por qué ponerse de ese modo? Es decir no eran nada y en común sólo tenían un cachorro en camino, nada más y el alfa ni lo sabía. Pero su omega se sintió traicionado y se fue lo más rápido que podía sin levantar sospechas.

Nadie lo vio.

—Por cierto, ¿ya hablaste con Louis?— le preguntó Alice pidiendo su orden en una hoja con los alimentos de los tres.

—No, ni siquiera contestó los mensajes donde le dije que me viera en el árbol a las 2. Tal vez esté en clase— se encogió de hombros y asintió en agradecimiento a los cocineros que les decían llamarían su nombre cuando estuvieran listos sus alimentos.

— ¿Qué pasó con él? ¿Es el omega lindo, no?— preguntó Caleb tomando asiento en una de las mesas disponibles.

Harry le relató todo lo que ocurrió desde pedir su número a su amiga hasta la llamada del día anterior. Al no compartir carrera, era más difícil lograr ver a Caleb entre horas.

Ellos se habían conocido el primer día, cuando Harry y Alice estaban en su clase de cálculo diferencial y el omega tan tímido se metió a la clase pensando que eran de su curso y les habló de lo más normal hasta que en el examen diagnóstico vio que era otro grupo y otra carrera, salió del salón con la mayor vergüenza de su vida y en la salida lo encontraron con sus compañeros, lo saludaron y desde ese día empezaron a hablar más y más hasta que finalmente se hicieron amigos y ahí estaban.

Just me & you... and the babyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora