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Su semana había sido muy tranquila, y bueno, apenas era miércoles y las cosas iban en orden. No tuvo mucho estrés, Harry lo apoyaba y no se separó luego de su conversación acerca de los malos pensamientos.

El alfa lo abrazaba cada que tenía la oportunidad, en la escuela ya no sólo eran sonrisas, ya era verse, darse un abrazo e incluso había veces en las que el alfa le tendía algunas galletas o dulces, le preguntaba por su estado físico y anímico.

Quedaron al día siguiente ir a la revisión. La escuela había suspendido clases por lo que no tendrían que asistir.

Ese miércoles Louis se dio cuenta de algo: tenía antojos.

De pronto la combinación de las fresas con aguacate se le hacía tan atractiva, de sólo pensarlo salivaba por antojo. Incluso si a él no le gustaba el aguacate.

Buscó por todo el refrigerador por alguno de los ingredientes, incluso las gotas de limón y algo de azúcar pasaba por su cabeza. Quiso llorar cuando no encontró nada más que limón y azúcar.

Llamó a Harry quien contestó a los dos tonos.

—Hola Lou, ¿Todo bien? — habló, se escuchaba agitado y los ruidos de fondo le hicieron saber que precisamente en casa, no estaba.

—Harry— dijo tímido, incluso con pena— tengo antojos— luego de eso su labio inferior fue mordido por sus dientes y sus mejillas se pintaron de rosa.

— ¿Es en serio? Tú dime que es lo que quieres y te lo llevo. Ahora salgo— se escuchó como el ruido poco a poco fue disminuyendo hasta escuchar agua cayendo— ahora estoy en el gimnasio pero me apuro a ir. Te regreso la llamada en cinco minutos— prometió y colgó.

Louis no pudo reprimir la sonrisa que se asomaba en sus labios, no pudo sentirse feliz y brincar en su lugar como niño pequeño que le han dicho que irán a la feria. Su olor a felicidad inundó el hogar.

Fue a su habitación a arreglarse un poco, no quería que Harry lo viera así, incluso cuando lo había visto en la escuela. Arregló su cabello, colocó unas cremas por su piel al igual que un poco de loción incluso si ya olía bien con su fragancia natural.

Lo estaba dudando mucho, en verdad pero finalmente optó por hacerlo; puso un poco de brillo en sus labios y se sintió bien. Luego entró la llamada de Harry que nuevamente se escuchaban ruidos de fondo pero no tan fuertes como hacía unos minutos.

—Hola Lou. Estoy en el supermercado, dime qué es lo que quieres para llevarlo a tu casa.

—Harry, es tan vergonzoso esto. Lo siento tanto— se disculpaba mientras se sentía más y más avergonzado.

—No tienes que disculparte, el cachorro es de ambos así que cumpliré lo que se les antoje— no lo conocía muy bien, pero lo hacía lo suficiente para saber que estaba sonriendo mientras decía eso.

—Está bien— habló por lo bajo, aclarando su garganta para que sonara mejor su voz— son fresas y aguacate.

El silencio en la llamada se hizo presente. El omega creería que la llamada había terminado si no fuera porque se seguían escuchando ruidos desde el otro lado. De pronto se sintió tonto, ¿Había pedido mucho? Tal vez eso le hizo darse cuenta a Harry que no valía la pena gastar tanto en ellos.

Pero la realidad era otra, Harry se había quedado parado en el pasillo de lácteos en el supermercado con una sonrisa boba, imaginando a Louis comiendo la combinación tan rara que le pidió.

— ¿Gustan algo más? —habló luego de unos segundos en silencio.

La gente que pasaba se daba cuenta que el alfa estaba feliz, no sólo por su aroma; la sonrisa, sus ojos brillando, el aura que lo envolvía, todo indicaba felicidad en su máximo esplendor, de hecho si capturaran una imagen de él en ese momento, explicaría lo que es la felicidad.

Just me & you... and the babyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora