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Había recibido muchos halagos durante años. Ninguno de ellos le provocaba más allá del saber que estaba haciendo bien su trabajo, pues no podía esperar menos de sí.

Se había graduado hacía un año y al momento de conseguir trabajo había tenido mucha suerte, consiguiendo un puesto en una oficina en la cual tenía buen ambiente laboral, un buen sueldo y era flexible así que no se podía quejar, en absoluto.

Dejó su casa unos meses después de terminar la carrera, mudándose al centro de la ciudad en donde tenía un ritmo de vida muy diferente, pudiendo rentar un departamento con los ahorros que había logrado tener. Por las mañanas iba al gimnasio a hacer sus rutinas, para luego regresar a su casa, comer algo ligero y saludable o pasaba a algún restaurante para comprar algo. Iba a la oficina, trabajaba ocho horas y había días en los que se quedaba más tiempo para terminar los pendientes o avanzar un poco de su trabajo y el fin de semana tenerlo libre para... encerrarse en su apartamento y ver películas hasta que el día terminara.

Su rutina había sido muy aburrida y poco productiva para una persona de su edad, a sus 26 años ya había conseguido lo que muchas personas logran a los 35.

Pero no era feliz.

Después del peor capítulo de su vida, se dedicó a sólo concentrarse en los estudios, dejó las fiestas, las salidas y a sus amigos apenas y los veía. Se la pasó los días encerrado en la biblioteca estudiando y repasando, logrando mejorar mucho sus calificaciones, convirtiéndose en uno de los mejores promedios de su generación.

Empezó a asistir al gimnasio luego de eso, en donde descargaba su frustración y desesperación. Su cuerpo era más tonificado y su condición mejoró notablemente. Su alimentación fue modificada y lo que en un principio tomó como una dieta forzada, terminó siendo su comida diaria, contando las calorías y grasas que consumía.

Realmente se cuidaba, al menos físicamente.

Llegaba la noche y no dejaba de pensar en su pasado, en sus mejores años y en cómo había terminado siendo un alfa sin omega, sin familia. 

Si el embarazo hubiera podido concluir y su cachorro hubiera nacido en la fecha programada, ese día estaría cumpliendo cinco años. Su pequeño.

Salió a comprar un pequeño pastel individual como lo había hecho todos los años desde aquél suceso. Puso una vela azul en el centro del postre y la prendió creando una bonita flama bailarina. Cantó la canción de cumpleaños dedicada a Otis y sopló la vela, comiendo el pastel él solo. Con el paso del tiempo y las terapias aprendió a dejar de sufrir. Aún extrañaba a ambos pero aprendió a "ser feliz" si sabía que Louis estaba bien.

Sabía de su situación y salud gracias a Mary que se hizo gran amiga de su mamá y a veces la veía en su casa, tomando té o café con James. Sus padres le preguntaron si eso lo incomodaba o lo hacía sentir mal pero a lo que muchos pensarían, eso le hacía feliz, saber que su mamá después de tanto tiempo tuviera una amiga de verdad. 

Sabía de él cuando Mary le hablaba de su hijo; en silencio Harry le preguntaba cómo había sido su vida y en el mismo silencio ella le decía que había mejorando con el paso de los días.

Supo que entró a la universidad nuevamente y ahora estaba estudiando mercadotecnia. Aún le faltaba para terminar pero se sentía orgulloso de que por fin estuviera cumpliendo sus sueños. Sabía que no había encontrado a otro alfa y que rechazaba a todos los que trataban de acercarse a él. De cierto modo se sentía feliz e ilusionado de que pudiera tener una oportunidad con él. Pero sólo soñaba.

Lana se hizo muy amiga suya y Caleb se alejó un poco, conociendo más amigos y yendo con ellos la mayoría de veces dejándolos en los planes que tenían. Se enteró de lo que alguna vez fue la relación entre Lana y Caleb, pidiendo disculpas al enterarse el porque terminaron. Ahora eran un grupo de puros alfas: Harry, Lana y Alice.

Just me & you... and the babyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora