"𝐃𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨 𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐮 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨"
—𝐖𝐢𝐥𝐥𝐢𝐚𝐦 𝐒𝐡𝐚𝐤𝐞𝐬𝐩𝐞𝐚𝐫𝐞
𝐄𝐯𝐞𝐥𝐲𝐧 𝐁𝐫𝐚𝐮𝐧
Desde mi último encuentro con Frey hace un par de días, no habíamos vuelto a hablar.
En la mansión, las cosas estaban un tanto agitadas, ya que tan solo quedaban dos meses para que nos mudásemos a Wilson y querían tenerlo todo preparado.
Por mi cuenta, había investigado un poco sobre el pueblo y la verdad es que no me daba confianza; todas las fotos que había encontrado eran perfectas. Demasiado perfectas.
Grupos de niños en la entrada de la iglesia sonriendo a la cámara, adolescentes en el parque perfectamente colocados leyendo la biblia...
Vamos, que no había quien se lo creyese.
Wilson era un pueblo de monstruos y no sabía si estaba preparada para ir.
✠✠✠
Por la noche Frey, Kaia, Heist y yo (sin contar a Hayden en el sótano) nos quedamos solos en la mansión.
Cada uno se encontraba en su habitación sin muchas ganas de salir, por lo tanto, a las once de la noche, cuando estaba a punto de dormirme, empezó una tormenta.
De pequeña tenía un miedo terrible a las tormentas y ahora, de mayor, tampoco es que ese miedo hubiese disminuido.
Me agarré a mi perrito de peluche intentando centrarme en otra cosa, pero al instante un trueno se reflejó en la ventana y del susto casi me caigo de la cama.
Temblando, me incorporé y me quedé sentada, esperando que la tormenta cesase en algún momento, pero no parecía haber indicios de que fuese a pasar.
¿Y si iba...?
No.
No podía hacer eso.
¿O sí?
Un nuevo trueno se proyectó de forma imponente en la ventana y provocó que diese un salto en la cama.
Y no aguanté más.
Me levanté con cautela de la cama y salí de mi habitación para dirigirme a la de Frey. Seguro que aún seguía enfadado conmigo por mi arrebato del otro día, pero no perdía nada por intentarlo.
Cuando llegué a la puerta de su habitación, mordí mi labio inferior y toqué dos veces.
Al cabo de unos segundos, Frey abrió la puerta medio dormido, pero se despertó en el instante en el que me vio.
Le miré a los ojos y antes de que pudiese decir nada, lo solté:
—¿Puedo dormir contigo?—le pregunté de golpe— Sé que estás enfadado conmigo, pero te juro que...
Frey me cortó, dirigiéndose al interior de la habitación y diciendo lo siguiente:
—Pasa, pero deja de hablar tanto, estoy cansado—dijo fríamente mientras se volvía a meter en la cama.
Era evidente que seguía enfadado.
Atravesé el umbral de la puerta y la cerré a mis espaldas, para luego recorrer la habitación y meterme en la cama.
Frey estaba separado de mí treinta buenos centímetros, como si fuésemos desconocidos.
Suspiré para mis adentros y cerré los ojos, pero cuando apenas llevaba dos minutos tratando de dormirme, un gran trueno se reflejó en las paredes de la habitación y di un salto en la cama acompañado de un gritito involuntario.
Cerré los ojos tratando de calmarme, cuando noté sus manos en mi cintura, conduciéndome a su pecho, para luego rodearme con sus brazos.
Escondí mi rostro en este y me comencé a tranquilizar poco a poco, mientras Frey me abrazaba con fuerza y yo me acurrucaba contra él.
—Tranquila... No pasa nada...—le escuché murmurar contra mi pelo mietras me aferraba a el con mucha más fuerza.
Estuvimos así unos minutos; Frey me continuó hablando y calmando, hasta que poco a poco dejé de temblar y su agarre disminuyó, al ver mi mejoría.
—Siento lo del otro día—murmuré contra su pecho—De verdad.
Frey suspiró y dejó un beso en mi pelo.
—No pasa nada—dijo con un tanto de suavidad—Solo, no lo vuelvas a hacer.
Asentí mientras notaba los latidos de su corazón en mi mejilla.
Permanecimos en silencio unos minutos, hasta que decidí hablar.
—¿Es seguro?—pregunté de golpe consiguiendo que Frey resoplase por lo bajo—Ir a Wilson.
Me estremecí cuando su mano se coló por debajo de la camiseta de mi pijama y comenzó a hacerme caricias.
—Si a lo que te refieres es si vas a correr algún tipo de peligro...—murmuró mientras su mano seguía tocando mi piel —... Puedes estar segura de que no.
Mi piel se había comenzado a erizar ante su contacto y no lo pensé mucho cuando me incliné para mirarle a los ojos y luego unir nuestros labios con un poco de necesidad.
Frey al instante me devolvió el beso y una de sus manos se adentraron en mi pelo profundizando el beso, consiguiendo que me incorporase hasta quedar sentada a horcajadas sobre él.
—Tenemos que parar...—le escuché murmurar sobre mis labios.
Negué con la cabeza y jugando un poco sucio, me moví discretamente sobre su erección, sacándole un gruñido.
Pero entonces Frey se separó de mis labios con gentileza y le miré confundida.
—¿Aún estás enfadado por lo del otro día?—le pregunté o casi afirmé, pero Frey negó con la cabeza.
—Mañana, tienes entrenamientos a las ocho de la mañana con Mason y debes descansar—dijo Frey pese a mi mirada de persuasión.
Resoplé y escondí mi rostro en el hueco de su cuello al darme cuenta de que tenía razón; Mason era muy estricto y eran ya casi las dos de la madrugada y no había dormido ni dos horas seguidas.
—Descansa preciosa—dijo Frey mientras se recostaba conmigo abrazada a el cómo un koala—Mañana lo vas a necesitar.
✠✠✠
Nota de la autora: Holaaa ¿que tal os a parecido el capítulo?
Para empezar, me gustaría aclarar que este va a ser el penúltimo capítulo de esta primera parte, antes de que comience la segunda, donde los Stein se trasladan a Wilson junto a Eve.
Aviso que el capítulo final que se viene va a ser muuuucho más largo que este y como es el final, si alguna quiere darme alguna sugerencia sobre algo que quiera que meta, intentaré incorporarlo todo a dicho capítulo.
¡No os olvidéis de votar y nos leemos en el siguiente capítulo! ;)