"𝐀𝐦𝐮𝐫𝐚𝐥𝐥𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐨 𝐬𝐮𝐟𝐫𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐚𝐫𝐫𝐢𝐞𝐬𝐠𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐯𝐨𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐫"
—𝐅𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐊𝐚𝐡𝐥𝐨
—Pasaré a recogerte en dos horas—interrumpió Frey mis pensamientos.
Respiré hondo y asentí.
A continuación, me dispuse a salir del coche; abriendo la puerta, pero Frey me detuvo.
—Recuerda que cuando vuelvas, me cobrarás ese favor—me recordó él.
Mis ojos se encontraron con los suyos.
—Lo recuerdo—dije rápidamente, e intentando ocultar el nerviosismo en mi voz.
Entonces, rompí nuestro contacto visual y bajé del coche; en dirección a la cafetería en la que había quedado con Alice y Cris.
Recorrí la breve distancia de carretera que me separaba de dicha cafetería. Entré y enseguida unos brazos me levantaron por atrás.
No me hizo falta darme la vuelta, para saber que era Cris.
—¡Cris!—le regañé riéndome mientras me bajaba, para luego darle un abrazo directamente.
El moreno me correspondió el abrazo al instante; apretándome con cariño contra su pecho.
—Te he echado de menos, Evy—murmuró el, mientras me abrazaba con fuerza.
Sin embargo, fuimos interrumpidos por una voz femenina.
—Yo también estoy aquí, ¿eh?—dijo Alice riéndose; consiguiendo que Cris me soltase a regañadientes y me uniese en un tierno abrazo con ella.
Al cabo de unos segundos, nos separamos y nos sentamos en una de las mesas más apartadas de la cafetería. No sin antes, encargar tres capuchinos y una mini tarta de chocolate para compartir.
—¿Cómo estás?—me preguntó Alice, mientras me cogía de la mano—¿Qué tal es la familia?
Respiré hondo.
—Yo... Bueno, estoy igual—confesé débilmente—Y la familia está... Bien.
Cris levantó una ceja:
—Describe "bien"—me pidió a lo Sherlock Holmes.
Esbocé una sonrisa.
—Son todos muy amables y tienen tres hijos más o menos de mi edad—aclaré mientras nos traían la tarta y los cafés—Pero de verdad, estoy bien.
Cris iba a seguir con el interrogatorio sobre la familia, pero Alice le interrumpió:
—¿Has sabido algo de Connor?—me preguntó la pelirroja, consiguiendo que me atragantase con el sorbo de café que acababa de tomar.
Negué con la cabeza.
—Mejor—dijo Cris, mientras tomaba un sorbo de su café—Espero que ese imbécil no se te vuelva a acercar.
Alice tomó un trozo de la tarta y se recostó en el sillón que estábamos sentados.
—No entiendo que mierdas le viste—confesó ella enfadada.
Suspiré mientras dejaba mi taza de café en la mesa:
—Chicos rompí con él... Tranquilos—les recordé.