"𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐬𝐞𝐫 𝐨𝐝𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐞𝐬, 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨"
—𝐏𝐡𝐥𝐨𝐠𝐢𝐬𝐭𝐨𝐧 𝐕𝐞𝐫𝐝𝐢𝐠𝐫𝐢𝐬
Resoplé completamente aburrida mientras intentaba leer un libro en mi habitación; Frey, después de traerme de vuelta a casa de los Stein, se había tenido que ir, así que me había quedado sola en la casa con Mila, Heist y Mason.
Sin saber muy bien a donde iba, decidí salir de la habitación para dar un paseo por la casa y hacer compañía a Mila, cuando llegué al salón y me la encontré mirándose a uno de los espejos.
No obstante, algo en ella llamó mi atención; se encontraba vestida completamente de rojo y su mirada era un tanto distinta.
Al principio pensé que eran tonterías mías, pero cuando Mila se giró y me sonrió, supe que no lo eran.
—Vaya, vaya—murmuró con un tono de voz frío—Tú debes de ser Evelyn... ¿Evelyn Braun?
Me quedé congelada, era como si Mila no me conociese, o más bien, como si fuese otra persona.
—¿Mila?—le pregunté mientras me acobardaba levemente y retrocedía.
Ella soltó una carcajada que resonó en toda la habitación y me miró con sorna.
—Veo que Fleur no te ha contado nada, niña estúpida—comenzó a decir mientras se acercaba hacia donde estaba y mi corazón se desbocaba—Pero creo que ya ha llegado la hora de conocernos...
Todo sucedió demasiado rápido.
Mila me empujó con fuerza contra una de las paredes y el grito que solté se escuchó en toda la casa.
Mi cabeza impactó con fuerza contra la pared y noté como un hilo de sangre comenzó a gotear por mi nuca, dejándome un tanto desorientada.
A los pocos segundos, Mason y Heist aparecieron corriendo.
—¡Suéltala ahora!—exclamó Heist antes de que Mason comenzase a forcejear con ella para que me soltase.
Su mirada y la mía se encontraron durante unos segundos, mientras Mason la arrastraba con una sonrisa entre sus labios.
—¡Te mataré!—me gritó mientras notaba como mi corazón se me caía a los pies—¡No dudes que lo haré!
Y entonces fue como si todo explotase.
No noté que había comenzado a correr en dirección a la salida, hasta que tropecé con uno de los escalones de mármol de la entrada y caí de bruces al suelo, con la voz de Heist llamándome de fondo.
Noté un dolor punzante en mi barbilla y pierna, acompañando al de mi cabeza.
Pero no me importó.
Me levanté como pude del suelo y seguí corriendo prácticamente cegada, hasta que me choqué contra un duro pecho que casi hizo que cayese otra vez.
—¿Eve?—me preguntó Frey consiguiendo que le reconociese entre toda la cantidad de lágrimas que había en mis ojos—¿Qué...?
No le dejé terminar, ya que le abracé al instante mientras temblaba y rompía a llorar.
—Sácame de aquí—le pedí mientras notaba como me desbordaba—Frey por favor...
No hizo falta que se lo dijese dos veces, puesto que al instante noté como pasó uno de sus brazos por debajo de mis piernas y me colocó en su regazo, para luego llevarme en brazos al asiento del copiloto.
Él se montó en el asiento del conductor y al instante arrancó el coche adentrándose en la carretera.
No podía parar de llorar.
No podía llegar a asimilar todo lo que acababa de suceder con Mila.
Frey me dio una mirada de reojo y después de soltar una maldición en alemán, detuvo el coche en un lado de la carretera.
Seguía llorando sin control cuando noté una de sus manos en mi cintura y como me condujo a su pecho, para luego rodearme con sus brazos e intentar consolarme.
—Shh... Tranquila...—murmuró mientras frotaba mi espalda—...Ya está...
Pero no me podía calmar.
𝐅𝐫𝐞𝐲 𝐒𝐭𝐞𝐢𝐧
Eve llevaba llorando veinte minutos en mis brazos e hiciese lo que hiciese, no conseguía calmarla ni la mitad de un minuto.
Se encontraba temblando como si fuese un gatito asustado y su rostro se encontraba enterrado en el hueco de mi cuello, dejándolo completamente mojado por todo lo que estaba llorando.
No sabía qué mierdas había pasado, pero solo sabia que si se lo preguntaba ahora, entraría en un estado de pánico mucho peor.
Con una de mis manos, sin que ella se diese cuenta, abrí la guantera y saqué una botella de agua con un somnífero disuelto en su interior.
—Bebe algo amor—murmuré contra su pelo, consiguiendo que se separase levemente con los ojos igual de rojos que el fuego y le diese un buen trago a la botella.
Cuando terminó de beber se recostó sobre mí como pudo y en cinco minutos aproximadamente, estaba completamente dormida.
Sabía que esta no era la forma más adecuada de hacer las cosas, pero necesitaba sacarla de la carretera, llevarla a otro lugar y enterarme de qué mierdas había pasado.
Coloqué a Eve con cuidado en el asiento del copiloto y le puse el cinturón, para luego arrancar el coche mientras marcaba el número de Heist.
—Frey...—comenzó a decir al otro lado de la línea, pero le interrumpí.
—Que mierdas ha pasado, por qué Eve no para de llorar y por qué cojones está sangrando—le solté de golpe mientras analizaba como un pequeño hilo de sangre caía por su nuca.
Su rodilla también tenía una herida al igual que su barbilla y eso solo hizo que apretase mis manos con fuerza en el volante.
—Ha sido la reina roja—murmuró Heist—Tío las hemos separado en seguida yo...
Colgué el teléfono.
La ira se había comenzado a hacer paso en mi cuerpo y le di un puñetazo al volante mientras llegábamos a la casa a la que llevé a Eve hace unos días.
Aparqué en la entrada y me bajé del coche, para luego coger a Eve en brazos y llevarla dentro.
Atravesamos la entrada y subí las escaleras, para luego dejarla en la cama y dirigirme al baño a por un botiquín.
Regresé donde estaba Eve, para quitarle con cuidado el vestido que llevaba, encontrándome con un conjunto de lencería negro.
La mente fría, Frey.
Con cuidado, curé la herida de su rodilla, barbilla y nuca; intentando ignorar las marcas que había dejado en su cuerpo hace una noche, e intentando no pensar en ella de esa forma en estos momentos.
Cuando hube terminado, me dirigí a una de las cómodas de la habitación y saqué una de mis camisas negras, para luego ponérsela y arroparla con las mantas.
Sin despegar mi mirada de ella, me desvestí quedándome en bóxer y me metí en la cama a su lado, rodeándola con mis brazos para mantenerla pegada junto a mí.
—Frey...—murmuró ella en sueños.
Esbocé una sonrisa y dejé un beso en su pelo.
—Süße träume, Eve *—murmuré contra su pelo.
✠✠✠
Dulces sueños, Eve *
¿Os a gustado el capítulo? ¿Y la aparición de la Reina Roja? ;)