"𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐥𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚 𝐚 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚: «¿𝐏𝐨𝐫 𝐪𝐮é 𝐚 𝐦𝐢 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐦𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐚𝐧 𝐲 𝐚 𝐭𝐢 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐧?» 𝐋𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐞: «𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧𝐚 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚 𝐲 𝐭ú 𝐮𝐧𝐚 𝐭𝐫𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝»"
—¿?
Me miré al espejo cuando Kaia terminó de arreglar mi pelo.
Mi melena caía por mis hombros teñida de un negro oscuro.
Nunca había llevado un peinado así y aunque me estuviese mirando frente a un espejo, no terminaba de reconocerme.
Kaia después de terminar de ayudarme, se había tenido que ir y Frey, en teoría, era el único que iba a venir esta noche.
La puerta de la entrada sonó y me dirigí un tanto nerviosa por la reacción de Frey al verme.
Bajé con prisa las escaleras y cuando llegué, abrí la puerta esperando encontrarme a mi novio.
Pero no.
Detrás de la puerta se encontraba un encapuchado, que al instante en el que me vio, me dio un gran empujón y me tiró de espaldas al suelo.
Pude ver como comenzó a sacar un cuchillo de su pantalón y fue cuando reaccioné.
Levanté una de mis piernas dándole un golpe a la mano que sostenía el cuchillo y arrojándolo al suelo.
El hombre se quedó sorprendido, cosa que aproveché para darle un golpe en sus partes y conseguir que cayese de rodillas.
Me incorporé rápidamente, pero el hombre me sujetó de uno de mis tobillos; consiguiendo que me cayese de golpe y me diese de cara con el suelo.
Noté el sabor metálico de la sangre en mi boca y fue cuando noté como el hombre se incorporaba y cogía el cuchillo.
Me intenté incorporar de nuevo, pero él aprovechó para darme una patada en las costillas tirándome al suelo.
—Eve que...—escuché la voz de Frey, antes de que se percatase de lo que estaba pasando.
El hombre se giró hacia él, y Frey al instante reaccionó; esquivando su cuchillo e intentando derribarle.
Como pude me incorporé levemente consiguiendo que Frey me viese, distrayéndose por un momento de la pelea, cosa que el enmascarado aprovechó para hundir con fuerza el puñal en su estómago.
—¡NO!—grité con todas mis fuerzas antes de coger uno de los candelabros de la entrada y darle con todas mis fuerzas al sujeto en la nuca, mientras Frey caía al suelo.
Mi corazón se encontraba desbocado mientras asimilaba todo lo que acababa de pasar.
El hombre yacía muerto en el suelo; su cabeza se encontraba sobre un gran charco de sangre y su cuerpo carecía de cualquier indicio de vida.
Había matado otra vez a un hombre y...
—¡Frey!—grité al instante y yendo corriendo a donde estaba medio desplomado en el suelo.
Me arrodillé a su lado y le obligué a apoyarse en mi cuerpo, mientras dirigía una de mis manos a su herida, intentando taponarla y evitar el sangrado.
Frey se encontraba sumamente pálido y se estaba debilitando por momentos, pese a que estuviese intentando todo lo contrario.
—Frey, Frey quédate conmigo—le pedí mientras lloraba y presionaba su herida—Dios mío que hago, que tengo que hacer...
Él se intentó incorporar levemente, pero soltó un gruñido de dolor y volvió a caer en mis brazos.
—Llama... Joder... Llama a Pierce—dijo entre dientes mientras cerraba los ojos con fuerza y luego los abría.
Temblando dirigí una de mis manos al bolsillo de mi pantalón donde guardaba el móvil y marqué su número.
Dejé el móvil en el suelo seleccionando la opción de manos libres y coloqué mis dos manos en su herida.
—¿Diga—?escuché la voz de Pierce al otro lado del teléfono.
—¡Dios mío Pierce han apuñalado a Frey, un encapuchado ha entrado en casa, ahora está muerto, pero Frey sangra mucho yo...!—comencé a decir precipitadamente.
Escuché como Pierce soltó una serie de maldiciones al otro lado del teléfono.
—Eve, ¿estás presionando la herida?—me preguntó intentando sonar calmado.
Presioné la herida con más fuerza aún y me apresuré a contestar.
—Sí, si—afirmé rápidamente con la voz temblando— Pero es que sigue sangrando mucho...
Cada vez notaba como Frey se debilitaba más y se dejaba caer más en mí, cosa que terminó por desesperarme.
—Eve, estoy a cinco minutos de llegar, mantenle despierto—me ordenó su voz.
Respiré hondo y dirigí una de mis manos a su rostro.
—Frey, Frey, oye cariño, mírame—le pedí intentando sonar calmada.
Pude ver cómo su rostro hizo una mueca y se esforzaba por abrir los ojos.
—Estoy bien...—comenzó a decir intentando sonar convincente.
Sin embargo, sabía que esto no era verdad; su rostro se volvía igual de blanco que la nieve y su mirada cada vez se perdía más.
Antes de que pudiese decir nada más, la puerta de la entrada fue abruptamente abierta por Pierce y Mason.
Pierce al instante corrió hacia nosotros y Mason se dirigió hacia el cuerpo del hombre.
—Ayúdame a levantarlo—me pidió cuando hubo analizado la herida.
Asentí rápidamente y entre los dos ayudamos a un Frey prácticamente inconsciente, a levantarse.
Le llevamos a la primera habitación que encontramos y le tendimos en la cama.
—Sal, Eve—me ordenó Frey desde la cama, mientras Pierce cortaba su camisa
Le miré aturdida.
—No... No voy a dejarte solo...—comencé a negarme mientras me acercaba a él.
—Ahora.
Su frío tono de voz hizo que retrocediese al instante.
Miré a Pierce y a Frey, antes de abandonar la habitación aturdida.
Salí al salón mientras mis manos temblaban y me encontré a Mason junto al cuerpo.
—Evelyn se ve que no lo has rematado bien—dijo con una nota de mofa en la voz—Está vivo.
El miedo dejó mi cuerpo y me acerqué hacia ellos.
—Pues habrá que solucionarlo.
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