Please | Ghost

• 02: frustración.

Nunca había comido en una mesa tan larga en la base.

Sabía que los Vaqueros eran muy unidos, pero no tanto como para juntar varias mesas para poder sentarse todos juntos, incluyendo a la 1-4-1.

Ghost miraba a la mujer desde su asiento, curioso por su actuar.
Parecía muy amable y abierta con todos, pero no con él. Apenas lo miraba.

Y Ghost estaba frustrado.

Nunca ninguna mujer había sido tan difícil de tener, a pesar de que él nunca coqueteaba con ninguna.
Las mirada por varios minutos hasta que ellas lo notaban y terminaban acercándose a coquetearle, notando que era imposible obtener algo de él que no fuese sexo, tal y como sus rumores lo decían.

Y ninguna se negaba.

Pero a ella parecía no importarle en lo más mínimo su mirada. Gruñó, pensando si era tan importante como para ser él quien se acercase.

— ¿Qué te pasa? Pareces un sabueso con tantos ruidos. — dijo divertido Soap y él lo miró.

— No funciona.

— ¿Que no funciona?

— La táctica.

Soap rió, acercándose al teniente para hablar cerca de él. — ¿"La táctica" es mirar a la pobre mujer con ojos de un psicópata? Debe pensar que quieres matarla, no que la quieres llevar a la cama. — susurró. — Además, recuerda que la mujer trabajó en México, allí los hombres son un poco más sueltos. Tal vez espera que me hables como una persona normal.

— Yo nunca le hablo a ninguna. — murmuró y Soap rodó los ojos.

— Entonces no le hables, que más te da. No puedes estar con cada mujer que pise está base. Deberías ir a un psicólogo o algo, no sé.

Simon frunció sus cejas enojado ante las palabras de su amigo, aunque sabía que tenía razón.

Era un sátiro. Sufira de satiriasis*¹, lo sabía.

No podía pasar más de un día sin que la necesidad de tener relaciones con alguien lo abrumase.
Masturbarse no servía de nada, él quería sexo. Quería tener a una mujer a su disposición. 

Sabía que era horrible el hecho de que cada mujer fuese representada en su cabeza como una posible víctima de su adicción, pero no podía evitarlo. La culpa estaba allí cuando terminaba de follar con cualquiera, sabiendo que las trataba como objetos.

Y el hecho de que Soap le haya dicho que no podía tenerlas a todas lo había empeorado.

Claro que podía. Era Simon Ghost Riley.

Iba a demostrarle que estaba equivocado, aunque primero tenía que liberar aquella frustración que sentía.

Por ello paseó su mirada por el comedor de la base, buscando a aquella pelinegra que tanto le gustaba.

Cuando Emily lo miró y le sonrió él se levantó, caminando en dirección a los dormitorios.

No faltó mucho hasta que la muchacha del área médica se levantara y lo siguiera.

— ¿Por qué ese de mascarita mira tanto? — le preguntó _______ a Rodolfo y Alejandro de unió a la conversación.

— Se llama Ghost. — explicó.

— Uh, los fantasmas me dan miedo. — dijo divertida y Rodolfo rió.

— Lo mismo dije yo.

— Solo... Mantente alejada de él. — murmuró Alejandro, mirándola por unos segundos antes de volver a centrarse en la conversación inicial.

— Sí, mí coronel... — susurró, viendo el perfil del hombre por varios segundos antes de suspirar y volver a centrarse en su comida.

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— ¡Mhm! — gimió la pelinegra, sintiendo como él Teniente dejaba de moverse dentro suyo. — Que bien lo haces... Amo como me tomas...

Ghost le dió una fuerte nalgada en su culo, mirando su espalda.

Nunca las follaba de frente. No cuando no necesitaba ver su rostro.
Le encantaba ponerlas en cuatro.

Ella gimió cuando él salió de su interior, dejándose caer hacia adelante en su propia cama, meneando su pomposo culo para él.

— Te vi mirando a esa mujer... — susurró. — Sabes que no somos celosas, pero no te metas con una de esas sudacas *²

Simon quería reír, pero se limitó a quitarse el condón.

Ella lo miró desde abajo, conectando con los inexpresivos ojos del imponente hombre que la miraban con indiferencia.

Era muy caliente.

— No eres exclusiva, Emily. Y no le digas sudaca. — dijo y ella rodó los ojos, girandose sobre la cama hasta quedar boca arriba.

Abrió sus piernas, quedando totalmente expuesta bajo la mirada del Teniente, que paseó sus ojos desde sus pechos hasta su intimidad.

— Pero eso es lo que son... — dijo con un falso tono de pena. Se levantó un poco y lo tomó por su chaleco táctico, acercándolo a ella y envolviéndolo con sus piernas. — Quédate esta noche. Te dejaré follarme cuánto quieras si me dejas dormir contigo en recompensa.

Simon la miró, pensando en lo que tenía que hacer esa noche.

Nada importante.

— Bien... Me quedaré. — murmuró, quitándose su chaleco y comenzando a desvestirse.

Ella sonrió mientras miraba el increíble físico del teniente. Su pecho desnudo con algo de vello en él, al igual que su abdomen bajo.
Un marcado cinturón de Adonis apareció bajo su pantalón y la mujer sonrió.

Amaba cuando la follaba sin ropa, aunque casi nunca lo hacía.

Él se subió sobre ella y la mujer gimió, abriendo sus piernas para él.

— Bésame... — pidió, pero él la ignoró.

Nunca había besado a ninguna de ellas.

En realidad, nunca había besado a nadie.

Y no pensaba hacerlo.

*¹ Satiriasis: hipersexualidad, adicción al sexo en los hombres. Obsesión con pensamientos o comportamientos sexuales que causan aflicción o que afectan negativamente la salud, el trabajo o las relaciones. Generalmente se relaciona con un sentimiento de culpa después de tener relaciones.

*² Sudacas: Término despectivo utilizado por europeos (en especial españoles) que hacen referencia a que una persona es de algún País de América Latina, en especial de América del Sur.

Simon es literlamente el todas mías

Tengan lindo día!