• 11: ¿amigos?

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Despertó agitado. Abrió sus ojos esperando ver la habitación pero sintió el tacto de algo en su rostro.

Llevó las manos a su cara y se encontró con una tela que lo cubría. Asustado se la quitó y observó a su alrededor. Frente a él estaba la mujer, pero le estaba dando la espalda mientras se ponía sus pantalones.

Tomó con cuidado su pasamontañas y se lo puso, sin quitarle el ojo de encima.

— No te miré. — avisó ella cuando lo escuhcó moverse, terminando de cerrar su pantalón. — Te tiré la camiseta arriba y fui a tomar una ducha.

— Gracias... — murmuró cansado, estirándose un poco sobre la cama. — ¿Cómo dormiste?

Ella le sonrió con dulzura. — Bien. No te mueves nada cuando duermes, me gusta eso. ¿Tú?

— Bien... — susurró, sentándose en la cama, cubriendo su desnudez con las sábanas. — Usualmente no suelo dormir toda la noche.

Ella se sentó a su lado, agachándose para tomar sus botas, poniéndoselas con cuidado.

— ¿Te cuesta dormir mucho? — susurró concentrada en sus agujetas y él asintió.

— Si, tengo insomnio, y si duermo suelo tener pesadillas. Ya sabes, nos pasa a todos.

Ella asintió, levantándose para mirarlo. — Te entiendo, también dormí bien contigo. Si eres buen chico puedes dormir conmigo esta noche.

Simon tragó duro. Era muy temprano para excitarse.

— Si... — murmuró por lo bajo.

Ella dió un largo suspiro. Todavía le faltaba abrocharse su segunda bota, pero estaba cansada.

— Escucha... — habló Simon. — Es mejor mantener esto en secreto.

— Lo sé, no iba a decirle a nadie de todas formas. — dijo simplemente ella, volviendo a concentrase en su calzado. — Pero recuerda, vuelves a estar con una mujer y lo nuestro termina. Me da igual cualquier excusa, no me gusta ser el juguete de nadie.

— Ni voy a hacerlo. Nunca me acosté con una mujer como tú y ahora que lo hice no pienso volver atrás. — dijo serio y ella soltó una carcajada divertida. Se levantó y colocó una mano sobre su mejilla, invitándolo a mirarla de cerca.

— Eres dulce cuando no piensas con el pene.

No pudo evitar la carcajada que salió de sus labios, y estiró su mano hasta atrapar la cintura de la mujer y acercarla a él.

— No olvides que estoy desnudo, y soy de calentamiento rápido.

— ¿Te excita que te toque la mejilla y te diga que eres dulce? Vaya fetiches los tuyos... — dijo divertida. — Creo que tendré que ponerte algunos apodos, ya sabes... Cariño y esas cosas.

Simon frunció sus cejas ante eso, alejando la mano de la mujer de su rostro.
Sentía que sus mejillas estaban rojas, y aunque ella no podía verlo estaba seguro de que podía sentirlo.

— Ya cállate. — dijo avergonzado y ella rió.

— ¡Oh, pobrecillo! Le asusta que lo traten con cariño.

— Cállate. — repitió divertido, destapandose y levantándose de la cama.

La mujer miró con atención su cuerpo desnudo. Tenía un cuerpo hermoso, realmente precioso.

Y era mucho más lindo con sus marcas sobre él.

Se estiró un poco mientras él se cambiaba.

— Me gusta como se ven mis marcas en tu piel blanca.

Please | GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora