— Buen día, Teniente. — dijo ingresando al campo y Ghost la miró.
Caminaba tan malditamente bien, incluso luego de rondar por su mente toda la noche.
No había podido dormir nada, estaba totalmente perdido en su mente pensando en ella, en la forma que lo había hecho sentir con solo unas palabras.No sabía que le sucedía.
Hasta el momento solo le había gustado dominar a las mujeres con las que se acostaba, estar sobre ellas, tomar el control.
Pero desde que había conocido a la mujer... se sentía extraño. Le gustaba como daba órdenes, quería estar con ella.Más bien, Necesitaba estar con ella.
— Buen día... — saludó, y cuando ella estuvo frente a él se agachó un poco para poder susurrarle. — Escucha, ya lo pensé y-
— Calla. — ordenó y él acató. — No se habla de eso aquí. Vine a practicar contigo y eso haré.
Asintió obediente, tomando un arma y entregándosela sin más a la mujer.
Ella sonrió. Si fuese Alejandro, la habría tomado él primero, presumiendo de sus habilidades, hasta que ella le tuviese que recordar que estaban allí por ella.
Pero Simon colocó una de sus manos en su espalda, indicándole que debía avanzar hasta la posición de tiro.
— Dispara al blanco. — murmuró pero la mujer no se movió. Entonces recordó sus palabras. — ¿Por... Favor?
Ella se colocó en posición de disparo con una sonrisa satisfecha en sus labios.
Cerró uno de sus ojos para poder ver a través de la mira, concentrándose en aquel punto, y sin más apretó el gatillo.Escuchó un suspiro a su lado y se giró.
— Alejandro es un mentiroso. — afirmó y ella asintió.
— Si, suelo pensarlo muy a menudo, ¿pero por qué lo dices?
— Dijo que este era tu punto débil. — dijo, señalando su cuerpo. — Tienes buena postura, fuerza, y el golpe del gatillo no te repercute. Tú cadera está bien, tus pies están firmes... Todo está correcto en la postura, y la puntería está bastante bien.
Ella sonrió orgullosa, viendo cómo el Tenientes miraba su cuerpo, quizás esta vez sin ninguna intención más que ayudarla. — Gracias, Ghost. A Alejandro le suele gustar menospreciar mis habilidades.
Él la miró atento por unos segundos, hasta que volvió a centrar su mirada en el objetivo. Aquella placa de metal con forma de persona había recibido un orificio certero en la cabeza.
— Dale en el pecho esta vez, por favor. — murmuró y ella lo hizo sin problemas. — Rodilla... Cuello...
La mujer tenía una puntería envidiable.
Luego de varios tiros más dio un largo suspiro, quitándose sus guantes mientras miraba a la mujer.
— Vaya... ¿Y ahora qué? Reservé toda mí mañana para estar contigo, pero no creo que sea necesario.
Ella le sonrió. Era simpático cuando no estaba intentando coquetearle.
— Podemos tomar el té si quieres. — ofreció ella y él abrió sus ojos.
— ¿De verdad? Todavía no desayuné...
— Yo tampoco. Me levanté temprano para hablar con Price y luego venir a entrenar contigo.
— Entonces es oficial... — murmuró y ella asintió.
— Así es, me quedaré aquí el tiempo que sea necesario. El Capitán me mencionó que hay una misión próxima, y que tú podías darme los detalles básicos antes de que Laswell se comunique con el equipo.
— Claro. Vamos a la cocina.
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— Podíamos ponerte en la azotea a cuidar el perímetro, pero... No, no. Es desperdiciar tu potencial. — murmuró concentrado luego de haberle explicado los datos más importantes de la misión. — Creo que lo mejor sería que vayas por tierra con Johnny o conmigo.
— ¿Y con Garrick? — preguntó curiosa y él negó. Por sus ojos pequeños supo que estaba sonriendo.
— Garrick se mete en muchos aprietos, no quieres estar cerca de él. La última vez quedó colgado de un helicóptero.
— ¡Mierda! — dijo, y el Tenientes soltó una risa grave. — ¿Y que le pasó?
— Se defendió colgado de la soga y se golpeó varias veces contra algunos autos y el suelo, pero no pasó a mayores.
— ¿Y Price? — preguntó curiosa y él negó otra vez.
— Él toma el trabajo cuando las cosas están muy difíciles, ya sabes. El trabajo de un Capitán.
Ella asintió. Había escuchado rumores de que Price era un hombre despiadado en el trabajo, pero contrarrestaba totalmente con su personalidad calmada y paciente, con su sonrisa amable ante todos.
Se inclinó un poco sobre la mesa hacia el Teniente, estirando su mano hasta poder alcanzar la suya. La acarició despacio mirándolo a los ojos antes de separarse y cruzarse de brazos.
— ¿Y tú como eres trabajando? ¿Por qué te llamas Ghost? — murmuró y él la miró con atención, ignorando el suave temblor en sus manos.
— Me dicen Ghost porque soy como un fantasma, una sombra... El Capitán ama decir que si alguien ve mí máscara será demasiado tarde porque ya estará muerto.
— Uh, salvaje... — dijo coqueta, inclinandose otra vez hacia adelante. Simon se sentía profundamente atraído ante el aura de la mujer. — ¿Y nunca te quitas esa mascarita?
Él negó. — Nunca.
— Rudy me dijo que te vio sin ella.— murmuró y él asintió.
— Si, cuando nos unimos momentáneamente a los vaqueros, fue para cambiar mí pasamontañas.
— Mhm... Es una pena que yo no haya estado ahí... — murmuró ella. — Yo también quiero verte...
— Si tienes suerte puede ser más tarde... — susurró y ella sonrió.
— Espero por eso. Rudy me dijo que eres guapo.
— No lo dudes. — dijo y ella rió un poco.
— Vaya presumido... Bien, lo veré más tarde. Gracias por el té, Simon, pero quedé para hablar con Rodolfo. Se van dentro de poco.
Él asintió.
La mujer se levantó de la mesa y antes de poder marcharse sintió una mano en su muñeca. Se giró y vió a Simon sentado allí.
Se veía tan pequeño cuando estaba sentado. Le encantaba.
— Te veo esta noche... — susurró y ella sonrió.
Colocó su mano sobre la cabeza del hombre, dando ligeras palmadas mientras asentía.
— Te espero entonces. Adiós, Simon.
— Adiós... — susurró.
Le está gustando la idea de morder la almohada nOooOo, mentiraPonganle condón al próximo capítulo porque se vieneeeee
Muchas gracias por todo el apoyo que le están dando a la hisotria!! Me dan muchas ganas de escribir y actualizar
Tengan linda tarde, nos vemos mañana en la próxima actualización
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Please | Ghost
FanfictionEl teniente Ghost tenía la fama de haber estado con todas las mujeres de aquella base, simplemente no podía contener aquellos impulsos y nunca había conocido a ninguna mujer que le dijese que no. Hasta que llegó ella, y descubrió lo mucho que le mo...