• 32: reencuentro.

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— Bien, _______. Cuéntanos.

La Sargento se sentó en el sofá. El viaje había sido largo, extremadamente largo, pero había sido increíble poder dormir en el hombro de Simon después de tanto tiempo.

Y parecía que separarse de él iba a ser imposible, porque al instante él se sentó junto a ella y cruzó su brazo por detrás suyo hasta apoyarlo en el respladar del sofá.

Soap sonrió y miró a Garrick, ambos guardando silencio ante el actuar del Teniente.

— Bien... El primer día tuvimos que inspeccionar ese edificio. Yo investigue la mitad y ella la otra mitad, pero cuando fui a buscarla ella estaba mirando por la ventana, demasiado tranquila.

Price frunció sus cejas. — ¿Miraba por la ventana?

— Así es... Bajé la guardia dos segundos y entraron dos hombres. Los maté pero entraron más y más. Uno de ellos me cortó la garganta, justo por aquí. — susurró, tocando con cuidado el vendaje que tenía en la zona.  — Pero no fue demasiado profundo ni cortó ninguna arteria, por lo que pude sobrevivir gracias a Ivonne.

La muchacha asintió cuando todos la miraron. — La subieron al mismo auto en el que me tenían a mí, en la cajuela. Conducieron por unos veinte minutos hasta que frenaron y nos bajaron solo para que yo la ayude a detener la hemorragia de su cuello. Hice lo que pude, me obligaron a no mirarlos, pero pude detener el sangrado con un trapo que me dieron.

— ¿Cuánto tiempo estuvieron viajando hasta llegar? — le pregunto Price y la muchacha se encongió de hombros.

— Tal vez tres horas... Nos llevaron a una especie de granero, estaba muy sucio y olía muy mal. Había otros dos chicos ahí. Uno tenía una herida de bala en su pierna y el otro no dejaba de gritar. Mataron al que gritaba y el de la herida murió desangrado.

Simon cerró sus ojos ante la información que compartía Ivonne y bajó su mano, acariciando suavemente la espalda de la mujer junto a él.
No quería pensar en lo mal que se había sentido, en el pánico que seguro había tenido al despertarse en ese lugar tan extraño.
Sintió él el dolor de poder haberla perdido y las ganas de golpear hasta la muerte a Anna aparecieron.

— Cuando me desperté Ivonne me contó lo que había pasado y entonces llegó un hombre grande. Me golpeó y le habló a alguien en ruso.

— General Kuznetsov. — murmuró Garrick. — Así lo identificaron. ¿Tenía cabello blanco y medía casi dos metros?

— Así es.

— Anna tiene el mismo apellido. — murmuró Ghost y la sargento mayor se giró a verlo.

— Eso explica muchas cosas. Eran muy parecidos ficisamente.

— Tal vez era su padre o su hermano.

La mujer asintió, siguiendo con la historia. — Anna era a quien él le hablaba. Se acercó a mí y metió el dedo en mí herida solo para joderme. Dijo que ella iba a regresar pero que yo iba a ser la única en morir en batalla. También me golpeó y pateo.

Ivonne continuó con la hisotria. — Recibieron una llamada y los prisioneros más nuevos aprovecharon para escapar. Nosotras también lo hicimos. Rompimos la columna a la que estábamos atadas.

La sargento asintió. — Le quité un arma y una radio a un soldado muerto y salimos corriendo cuando ellos llegaron. Nos adentramos al bosque pero Anna empezó a disparar y me atravesó el muslo con una bala. — relató, tocando su pierna por sobre su uniforme. Un ligero bulto se veía allí a causa de la venda.

Simon estiró su mano hasta poder acariciar la pierna de la mujer, sintiéndose terrible.
Creía que podría haberla protegido.

— La Sargento se desmayó y yo la arrastré todo el camino que pude. Nos detuvo una camioneta con soldados del ejército alemán y nos subieron. Pensaron que podíamos ser infiltradas, pero cuando vieron el estado de _________ nos ayudaron a llegar hasta el hospital más cercano, que quedaba a varias horas de distancia también.

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