HAY MUCHAS MENTIRAS , O MEJOR DICHO COSAS OCULTAS QUE NO QUEREMOS REVELAR

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Allí rodeada por mi familia más próxima.

Allí debatiendo sobre cosas que no dicen nada solo por no dejar un silencio incómodo.

Pues allí pensando en cómo les diría que tenía que volver a casa porque no me habían cogido en el trabajo.

— Sam, cómo te ha ido tu búsqueda de trabajo — me preguntó mi madre.

— Mec, no sé, a lo mejor no me cogen — le dije restándole importancia para que no preguntarán más sobre ese tema y, a la vez dándoles indirectas para lo que se les venía encima.

—Qué sorpresa, va a volver a casa — resopló mi padre.

Nunca me llevé bien con mi padre, siempre que hacía algo él le restaba importancia, cuando de pequeña y sacaba buenas notas en vez de darme la enhorabuena me decía " Es tu deber, a mi nadie me da la enhorabuena por trabajar más horas que un reloj". En cambio él siempre se llevó bien con mi hermana, ella era la pequeña, su pequeña, siempre decía que era su regalo de navidad ya que nació el veinticinco de diciembre, además yo fuí un error, ella no, a ella la querían de verdad, conmigo solo se casarón porque mi madre se quedó embarazada a los dieciséis y sus padres la obligaron a casarse. Mi madre era un rayo de sol en una tormenta, un arcoiris en una llovizna, un día fresco en plena ola de calor, mi madre siempre se hizo notar, ella siempre me protegió cuando mi padre era malo conmigo. Pero cuando estaba mi padre ella se ensombrecía.

— ¿Tienes algo que decirme papa ? — le pregunté a mi padre que estaba jugando con su comida. Ya no era una cría a la que podía amenazar.

— Pues que si no te cogen en ese trabajo te tendremos metida aquí toda la vida— dijo él alzando la mirada.

—Callate Ernie — dijo mi madre.

Mi padre volvió a bajar la mirada.

— Jess, cuál es tu próximo proyecto — dijo mi madre intentando desviar el tema.

— No sé, hace tiempo que solo grafiteo y esas cosas, no me dan mucha pasta pero bueno — dijo mi hermana que estaba al lado de mi padre.

— ¿Cómo? ¿Estás grafiteando por la ciudad ? — le preguntó mi padre que ahora se veía disgustado.

Claro que se veía disgustado, su pequeña está grafiteando por allí, y todos los que estábamos allí sabíamos que a mi padre no le gustaban nada los grafitis.

— No lo hago porque quiero, estoy en una app que si grafiteas lo que otros quieran te dan dinero — le explicó mi hermana

— Estás estropeando la ciudad solo por dinero, cuando te dejamos estudiar bellas artes era porque no queríamos que fueras grafiteando por ahí, eso es delito — le regañó mi padre.

Ellos nunca quisieron que Jessica estudiara bellas artes, pero cuando le empezaron a llegar trabajos de murales y ganó mucho dinero ellos lo aceptaron, aunque siempre supimos que seguían sin aprobarlo.

—Papa, necesito dinero, además tengo a Sam que me puede representar — dijo mi hermana desviando la mirada hacía mi.

— Claro, porque Sam está triunfando tanto .... — ironizó mi padre.

Y allí estallé, mi padre me había estado ridiculizando toda mi vida y no lo iba a permitir más.

— Claro que sí que estoy triunfando — le dije a mi padre alzando la voz.

— ¡Ni siquiera tienes trabajo ! — Me gritó mi padre desde la otra esquina de la mesa.

— ¡Claro que lo tengo, no me han cogido en el bufete, pero un hombre muy rico me ha contratado y me va a pagar cuatro veces más que en el bufete y en cualquier otro sitio! — le grité a mi padre.

ENTRE BALAS Y LEYES [#1 LEY Y CAOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora