Me levanté en mi cama habitual, había pedido el alta, no podía dormir bien en un hospital.
Mario y todos los demás se habían ido, se habían despedido de mí antes de pedir el alta, ya habían perdido un vuelo, no podían permitirse volver a perder otro vuelo por mi culpa.
Mi padre había estado cada segundo a mí lado, pero me había quitado todas las ventas que tenía a partir de ahí, me sentía inutil, pero Andrea, si, la amiga no tan amiga de mi padre, y Maria me ayudaron a no morirme en una cama.
Había empezado la época de las náuseas y eran horribles, me había horrorizado al ver que no solo las tenía por la mañana, sino, al mediodía, por la noche, por la tarde… o cualquier otra hora del día.
Además, me había vuelto adicta al queso, al picante, o a cualquier cosa que probablemente huela mal, sea cremosa, o pique.
Pero no soportaba los olores ácidos, ya sean de limón, naranja , o incluso vinagre.
Hacía que me entraron náuseas y la doctora estaba intentando convencerme de que no necesitaba nada, pero yo no tanto, no soportaría seguir sin ningún medicamento.
Mi padre se encargaba de traerme todo lo que necesitaba, a pesar de que yo insistía en que podía hacerlo yo misma. Pero él seguía ahí, cuidándome como siempre lo hacía.
Andrea venía a visitarme cada tarde, trayendo cosas ricas para comer y animándome a seguir luchando. María, por su parte, se encargaba de mantenerme entretenida con películas y juegos para distraerme de las náuseas.
A pesar de todo, seguía sintiéndome débil y enferma, pero sabía que tenía que seguir adelante. No podía rendirme, no con mi bebé en camino.
En cuanto a Mario habíamos hablado muchas veces, demasiadas, le informé que tenía una radiografía con la ginecologa, y me dijo que intentaría venir y estar conmigo, aunque tanto tiempo libre para mí no era bueno,estaba paranoica llegué a replantearme que Mario podía estar engañándome con otra, que solo se casaría conmigo porque era su obligación como padres, pero Andrea y Maria me quitaron esas ideas de la cabeza.
Habían pasado semanas desde que no lo veía, lo echaba de menos, pero aunque él no quería admitirlo, sabía que le daba miedo volver, porque cada vez que nos reencontramos me pasaba algo malo, yo no le echaba la culpa, de hecho, quería volver a verlo, pero… no le faltaba razón, debíamos mantener este bebé vivo.
Mi bebé.
Nuestro bebé.
Aún se me hacía raro pensar en nosotros. En una tercera persona que todavía no existía materialmente.
Dios…
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ENTRE BALAS Y LEYES [#1 LEY Y CAOS]
Teen FictionSamantha Mancini, una abogada italiana de veinte años con muchos pretendientes, que esconde unos cuantos secretos que no piensa desvelar. Mario Cascio , un mafioso de la misma edad que la contrata para que lo saque de un pequeño lío de su padre. Su...