—¿Cómo te llamas? — preguntó Fabio. Hasta ahora lo había visto mejor que a los demás que estaban muy enfadados.
— Valeria, mi madre me puso su apellido y cuando cambié mi nombre también cambié mi apellido por el de mi padre, antes me llamaba Valeria Ferri — les expliqué.
— ¿Por qué tenías el apellido de tu madre?
— Mi padre nos abandonó cuando se enteró de que mi madre estaba embarazada, después se juntó con el primer capullo que le dijo que la quería, a ese el cual llamo papa, y el se piensa que no lo sé.
— Porque cojones te cambiaste el nombre — dijo Mario.
— Cuando mi madre me contó lo de mi padre yo tenía dieciséis años, estaba cabreada porque mi madre me había hecho vivir un infierno con el hombre que era su marido, así que me metí a hacer boxeo, eso me ayudó y un dia un hombre me contactó, me dijo que sabía quien era mi padre que si yo también quería saberlo que lo llamará, así que cuando me dijo el plan, decidí que no quería estar con alguien que había dejado que su marido nos maltratase fisica y psicologicamente, asi que me escapé de casa, el hombre me ayudó, me enseñó todo lo que sabía, todo lo que nuestros padres le habían enseñado, luchar, disparar... Esconderse, hackear, todo.
— ¿Y por eso te cambiaste el nombre? — dijo Daniel.
— No, yo había empezado a salir con él, a mi padre no le hacía mucha gracia porque ellos trabajaban...ya sabéis, trabajaban en la mafia.
— Por eso sabes todo sobre la mafia, no es la primera vez que estás en una — dijo Mario.
— Yo no iba con ellos a lo que yo llamaba misiones, siempre había balas de por medio, y aunque me gustaba estar con Alessandro tenía demasiado miedo para hacerlo, después cuando me armé de valor para ir a una, la cosa se puso muy fea y lo mataron, su padre no me culpó de nada, pero sus últimas palabras fueron : solo prometeme que cumpliras tu sueño, te dejo todo mi riqueza para que lo hagas, por favor, escóndete y cambiate el nombre, haz todo lo posible para que no te descubran, y después lo mataron a balazos, pero no me ví capaz de gastar su dinero, así que con el dinero que tenía ahorrado me pagué la universidad y me puse a trabajar en la cafetería en la que nos conocimos, todavía sigo visitando a su padre, era un buen hombre, aunque no quiere decirme nada del mío — dije yo mirando a la nada.
Las lágrimas me caían por mis mejillas y los ojos se me ponían rojos. Me dolía mucho recordarlo.
Pero había cosas que no les había dicho, como que me llegué a casar con Alessandro, o como que si que iba a las misiones con él. Eso no era relevante.
— Cuando pasó eso, les pedí perdón, a su padre y al mío y volví a casa de mi madre, ella seguía con el hombre ese y lo único que hice es pedirles perdón por escaparme, me habían estado buscando, pero me dieron por muerta, así que les expliqué que me había cambiado el nombre y que no debían llamarme Valeria, que Valeria estaba muerta y así seguiría.
— Alessandro era el sottocapo de su mafia — dijo Mario.
— Si, su padre era Ricardo Caruso — dije yo secándome las lágrimas.
— Lo sé, tenemos un acuerdo de paz, cada uno en su sitio— explicó Mario.
— ¿Puedo irme a mi cuarto? — Pregunté.
Todos dejaron de apuntarme, Mario abrió la puerta, estábamos en casa, salió del coche y me bajé del coche.
Sin despedirme me fuí hacia la puerta principal, dos guardas me recibieron y me abrieron la puerta.
Subí corriendo las escaleras hacia mi cuarto, ví a Sebastien pero no podía decirle nada, necesitaba desahogarme con la almohada.
Me tiré encima de la cama rompiendo en llanto.
Y antes de que me diera cuenta me quedé dormida entre mis lágrimas.
~
Estábamos allí besándonos como dos adolescentes, con todo el mundo mirándonos pero éramos las únicas personas del mundo, en el centro del mundo. No nos dábamos cuenta de lo que hacíamos, hasta que escuché una voz, una voz que creía que jamás volvería a escuchar.
— Creí que era el único en tu vida, me has engañado — dijo Alessandro.
Detuve el beso con Mario para mirar a Alessandro.
— Se supone que tú no deberías de ver esto, no es lo que parece — intenté explicar, pero no había nada que explicar, yo había besado a Mario, se sentía muy bien.
— Olvidame, dejame ir, soy el demonio que te atormenta todas las noches, y así seguiré siendo hasta que me olvides— dijo Alessandro.
— No es verdad, tu no eres ningún demonio, hiciste lo que pudiste por mantenerme a salvo — le dije yo.
Pero después de eso Alessandro se convirtió en un demonio rojo, enorme, se veía enfurecido y yo no podía hacer nada.
Mario me abrazó y nos agachamos, él protegiéndome encima de mí, con sus brazos extendidos.
~
Me levanté gritando, la cama entera estaba empapada en sudor.
Vi como alguien entraba, Mario, el que faltaba. Entró abriendo la puerta de un portazo.
— ¿Qué coño te pasa? — dijo él acercándose a mi.
Cuando me di cuenta de que todo había sido una pesadilla pude respirar.
— Perdón, ha sido una pesadilla — dije yo respirando mucho.
— Tranquila, no pasa nada — dijo él abrazándome. Pero eso me recordó al sueño y como si de un auto reflejo se tratase me levanté y lo aparté.
— Lo siento, tengo que ir al baño, tú vete — le dije corriendo a mi lavabo personal.
— ¿Qué te pasa? ¿De qué iba el sueño? — dijo él contra la puerta del baño.
— De nada que te importe, vete, ha sido solo una pesadilla, miles de personas las tienen, no soy diferente a las demás, vete de mi habitación — le grité mientras me hacía una bolita en una esquina.
Después escuché sus pisadas y la puerta cerrarse.
Mi vida ahora va a ser muy dura.
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ENTRE BALAS Y LEYES [#1 LEY Y CAOS]
Teen FictionSamantha Mancini, una abogada italiana de veinte años con muchos pretendientes, que esconde unos cuantos secretos que no piensa desvelar. Mario Cascio , un mafioso de la misma edad que la contrata para que lo saque de un pequeño lío de su padre. Su...