Capitulo treinta y seis

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Y nuevamente se tuvieron que tragar a la fuerza lo que ocurrió en ese momento. Quizas por que se negaban a aceptar la humillación de que una simple parvada de humanos salvajes los estaban levemente superando. O por que no encontraban el modo adecuado de asimilar todo lo que vieron hoy.

Para Anubis, qué estuvo echo una tormenta desde que vio ese sueño de Rasputin. Saber que tuvo una hija lo descolocó más de lo que imagino y es que recordando el aspecto de la chica, empezo a meterse ideas que quizás,podían ser equivocadas.

Se parecía demasiado a Alejandra Fiodorovna, el amor platónico del ruso. Tenía su mismo color de cabello, platinado, su piel pálida e incluso le parecía que poseía el sonrojo natural en sus mejillas y el color rojizo de los labios. Se sentía tan paranoico y ancisoso por esa tenue sensación, qué no quería admitir o decir en voz alta que si el pasado de Rasputin era su mayor pendiente,esto lo perturbo más.

El nunca tuvo esposa o hijos, era el Dios egipcio más solitario. ¿Con que porte debía manejar frente a su panteón el echo de que su esposa tuvo un vástago antes de ascender al trono del alto y bajo Egipto?

Odiaba tener que lidiar con esto de muchas formas, más aún por que los días han transcurrido. Y Gregori no muestra síntomas de esperar un heredero para el, (estaba empezando a creer que la poción de Afrodita era una tremenda porquería) quizás en última instancia. Sería obligado a hacer lo mismo que Zerofoku, canonizar a la tal María Rasputina como su hija.

Eso lo hizo estrellar el puño en la pared. Su ira estaba desbordando más allá de lo que normalmente lo hacía. Si realmente su delirio al final era cierto y esa mocosa era en realidad hija de Alejandra Fiodorovna. Iba a hacer todo lo posible por deshacerse de ella. De cualquier forma, su esposa habia perdido todo el derecho de relacionarse con su pasado como humano y ahora debía dedicarse por completo a él y sus costumbres.

No importaba cuantas veces vinieran esa estúpida gente del Fólkvangr a amedrentarlos, eso no cambiaba la situación de sus humanos. Así que solo debía ser paciente, esperar a que se bajaran un poco los humos con la situación de Zeus, ajustar a Gregori a sus exigentes cualidades y después... Sería bendecido con el nacimiento de un hermoso hijo que al fin lo llenaría de gozo.

.........

Nikola estaba leyendo tranquilamente en la biblioteca del palacio de Hades cuando se dio cuenta de que Beelzebub estaba ahí. Adán habia ido a tomar una siesta así que por unas horas el resto de humanos se dispersaron y fueron a lidiar con sus propios pensamientos.

Quizo fingir demencia y pretender que no era consciente de la presencia del demonio pero sabia que no llegaría a nada con eso. Así que lentamente bajo el libro que estaba leyendo y miro a su marido directo a los ojos.

- Esposo mio. - habló con seriedad mientras se levantaba de su lugar y hacia una pequeña reverencia - ¿qué sucede? ¿Te ocurre algo? - cuestionó mientras volvía a tomar asiento y ponia el libro que estaba leyendo en sus piernas.

Beelzebub no dijo nada y solo se limitó a sentarse frente a él mientras lo observaba en silencio. Quería descubrir, si en esta alma humana, al igual que las otras, habia un secreto sucio qué debía saber. Y de paso se permitió observar más allá de ese punto a su mujer.

Perfectamente recto en postura, con la mirada baja puesta sobre la mesa, apenas era divisible el fino delineado qué enmarcas sus grandes ojos, dos mechones de sus cabellos rizados y algo voluminosos ocultos en la toca* sobresalían por los extremos de su frente. Y sus labios rojos debido al titbete qué habia en ellos permanecían firmemente cerrados.

"Posesión" || Shuumatsu No valkyrie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora