Capitulo Once.

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Poseidon alzó levemente una ceja ante la emoción de su esposa, un lugar de madera asquerosamente podrido no era lo que se esperaba. Al menos Jack los llevo a un lugar ligeramente "decente " a comparación de lo que tenia enfrente.

- Aguarden un segundo aquí. Tengo que ir a... Ver algo. - dijo Kojiro mientras sonreía con pena y abría la puerta, para después introducirse al lugar.

Todos se quedaron en silencio, con la suave brisa golpeando su rostro. Luego de unos diez minutos el espadachín salió con un gesto incómodo y abrió la puerta de par en par ofreciéndoles el paso. Por su puesto, el primero en entrar fue el tirano, llevándose la sorpresa de ver un lugar rústico y de entrenamiento. Había varios hombres al rededor callados y con la mirada hacia arriba.

Excepto uno. Un anciano qué se encaminó hasta el chico con una sonrisa.

- Kojiro... - murmuró el hombre extendiendo sus brazos para que el otro se le acercase.

- Maestro.. - respondió el pelinegro serio, mientras tomaba al hombre de ambas manos y las besaba con respeto.

- ¿Aun sabes volver a casa? - cuestionó el anciano mientras le daba un leve puñetazo al chico con simpatía - A pasado... Mucho tiempo. -

Kojiro en ese momento de arrodilló y asintió con mucha determinación y una pequeña sonrisa en su rostro.

- De haber olvidado el camino a casa.. No estaría aquí maestro. - respondió el pelinegro mientras se levantaba y sonreía.

- Haz crecido... Haz cambiado y ahora eres todo un hombre digno qué representa a cada uno de nosotros. - murmuró el anciano mientras tomaba al pelinegro de ambos hombros y comenzaba a mirarlo de pies a cabeza.

El rostro lleno de emoción de Kojiro se fue apagando cuando noto las formas tan extrañas en las que se distorsiono el rostro de su maestro por verlo con sus prendas imperiales. Efectivamente. Con el pasar de los años el habia crecido y cambiado para muchas formas, esta vez no era diferente, sin embargo, su cambio no era algo agraciado para la gente de este lugar que alguna vez lo lleno de conocimiento y valor. No.

Esta vez era un... Hombre encadenado a las faustas y profundas aguas del océano. Con cada paso que daba, los leves respiros qué soltaba,quizas era un día más, donde sabía que jamás volvería a ser el de antes.

Dolia. Dolía ver el rostro de su maestro lleno de emociones tristes y lastimeras,pero esta fue la única opción que tuvo para salvar a la humanidad. Día con día fue aceptado qué su vida iba apartir de ahora iba a estar llena de repulsión, amargura y soledad. Una vida donde ni siquiera la gente que ama podía estar.

Cada maldito segundo a partir de ahora... Caminara sobre una delgada capa de hielo qué podría romperse y poner fin a todo lo que conocia.

- Kojiro... - murmuró el anciano con preocupación, más sin embargo el chico solo suspiro y asintió con la cabeza.

- Su altera real, Noble Consorte Kojiro Sasaki... - respondió el pelinegro con detenimiento en sus palabras, esperando que el hombre entendiera lo que intentaba decirle.

Esto era lo mejor, despedirse de su gente por medio de esta forma. Por que pese a todo, la mirada de Poseidon jamás le dejara de seguir. Era su reina, su propiedad, un bonito arreglo en Ciudad Prohibida (o en todo caso, el palacio de los océanos) donde debia permanecer con el tirano para siempre....

No quería que sus amigos lo viesen de esa forma. Ahí si, no podría soportarlo.

El viejo solo mostró una sonrisa a medias, le dio un par de golpesitos en el hombro y le susurro qué fuera a descansar. Kojiro estuvo apuntó de pedirle que lo acompañase a su habitación (sólo para sentir su compañía) pero cuando menos se percató. El segundo hermano del panteón Griego lo tomo del brazo y de una forma algo brusca lo atrajo hacia el, Kojiro casi pierde el equilibrio por su acción pero logro asimilarla e incluso sonrió con algo de vergüenza.

"Posesión" || Shuumatsu No valkyrie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora