3-Amigos

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Lena y sus compañeros estaban reunidos en un círculo íntimo, el suelo frío contrastaba con el calor de la camaradería que los envolvía. La mesa del living servía de ancla para sus risas y confidencias.

—Bien, ¿qué es ética? —preguntó Joseph, su voz resonando con curiosidad académica.

—Lo que Sindy no tiene —replicó Amanda con una sonrisa maliciosa, y la habitación estalló en carcajadas.

Desde la cocina, Evan observaba la escena. La luz suave del atardecer bañaba el living, dándole un aire de cuadro renacentista. Apreciaba cómo lo trataban como a uno más del grupo, sin deferencias ni distancias. Era refrescante.

Lena, con su concentración fija en la pantalla del computador, tecleaba diligentemente las ideas que surgían del caos creativo de sus amigos. Sus ojos danzaban entre las palabras y sus pensamientos, construyendo puentes entre la teoría y la realidad.

Evan, con un gesto de hospitalidad, les sirvió a cada uno un vaso de bebida y un pedazo de pastel. Lena, al ver el dulce, emitió un sonido sorprendido, tapándose la boca con rapidez.

—¿Qué pasó? —Amanda se inclinó hacia adelante, la preocupación pintada en su rostro.

—Es mi pastel favorito —confesó Lena, su sonrisa iluminando la habitación como un faro en la noche.

Evan, compartiendo su alegría, sonrió también. Pero la intimidad del momento lo hizo sentir vulnerable.

—Iré a mi cuarto —anunció, intentando escapar de la mirada penetrante de Lena.

—¡No! Ven, quédate con nosotros, ya vamos a terminar —Amanda y Sindy, astutas observadoras de la tensión entre Lena y Evan, se opusieron a su partida.

—Sí, así nos conocemos más —insistió Sindy, su voz un canto de sirena que lo atraía de vuelta al círculo.

Evan cedió, sentándose junto a Lena, quien discretamente se hizo a un lado, dándole espacio y, sin querer, invitándolo a su mundo.

—Evan, ¿por qué alguien como tú está compartiendo departamento? —Amanda no perdía tiempo, su curiosidad era un río desbordado.

—Estoy en un nuevo proyecto en esta ciudad y así ahorro dinero —respondió Evan, su voz un murmullo de secretos y verdades a medias.

—¿Y qué proyecto es? ¿Una película o serie? —Sindy se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con interés genuino.

—Una serie, algo tranquilo —dijo Evan, su respuesta un velo sobre la complejidad de su vida.

La conversación fluyó como un río, y Evan, al notar un rastro de crema en la mejilla de Lena, se levantó para limpiarla con una servilleta.

—Lena, espera —dijo con suavidad, su mano temblorosa al tocar su piel.

—Gracias —murmuró ella, un rubor tiñendo sus mejillas.

La noche avanzaba, y la atmósfera se cargaba de preguntas no dichas y emociones contenidas. Evan y Lena, ahora el centro de todas las miradas, parecían una pareja de años, su nerviosismo un baile silencioso.

—¿Tienes novia? —la pregunta de Joseph cayó como una piedra en un estanque tranquilo.

—No, no. Nada parecido —respondió Evan, sus cejas arqueadas en sorpresa.

La conversación se desvió hacia recuerdos y confesiones. Lena habló de su infancia en la capital, su voz un hilo frágil de nostalgia y dolor.

—¿Y ellos siguen viviendo ahí? —preguntó Joseph, su interés un reflejo de la sorpresa colectiva.

Lena, su plato vacío frente a ella, asintió con tristeza. Antes de que las preguntas pudieran ahondar en su herida, Evan se levantó.

—Voy a recoger los platos —anunció, su voz un escudo contra la curiosidad invasiva.

Amanda, siempre dispuesta a ayudar, se unió a él en la cocina, mientras Joseph y Sindy disputaban el último trozo de pastel.

—Lena no habla nunca de sus cosas, es primera vez que se de sus padres —comentó Amanda mientras secaba los platos.

Evan, su expresión un reflejo de su preocupación, asintió. La historia de Lena era un rompecabezas con piezas faltantes, y él deseaba completarlo.

—Lena es la persona que nos une, nos cuida y nos entiende... pero ella no nos deja hacer lo mismo —dijo Amanda, su voz un susurro de frustración y cariño.

Evan, al escucharla, sintió una determinación crecer dentro de él. Ayudaría a Lena, no solo porque era lo correcto, sino porque algo en su mirada le decía que ella era más que una simple compañera de departamento.

La noche terminó con despedidas y promesas no pronunciadas. Lena y Evan, solos en la penumbra, compartieron un momento de silencio cargado de significado.

—Disculpa, no pensé que... —comenzó Lena, pero Evan la interrumpió.

—Son agradables. Se ven que son buenos amigos —dijo, su voz un bálsamo para su inquietud.

Lena, su sonrisa un destello de luz en la oscuridad, asintió. Pero la tristeza regresó a su rostro, un fantasma que no la dejaba en paz.

—Voy a dormir —anunció, y entró a la casa, dejando a Evan solo con sus pensamientos.

—Peter, por fin encontré a tu hermana... —susurró Evan al viento, su promesa un eco en la noche.

Save You (Evan Peters)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora