4- Oportunidad

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Habían transcurrido dos semanas de silencios y secretos. Lena despertó, su mirada perdida en el techo blanco, un lienzo para sus pensamientos de evasión. La fatiga pesaba sobre ella como una manta de plomo.

—Vamos Lena, es solo un día más —se animó a sí misma, aunque su voz interna sonaba tan cansada como su cuerpo.

Se levantó, su figura envuelta en la suavidad de su pijama, un pequeño consuelo para su agotamiento.

—Buenos días Lena —la voz de Evan la alcanzó desde la cocina, un oasis de calidez en la mañana fría.

Lena se permitió una mirada hacia el origen de la voz, encontrando a Evan, quien había preparado el desayuno para ambos, un acto de cuidado que tocó su corazón.

—Buenos días —respondió, su voz un susurro de gratitud.

Evan colocó pan tostado en la mesa, un gesto simple pero lleno de significado.

—Siéntate —la invitó, y ella obedeció, preparando su café como un ritual sagrado.

Él hizo lo mismo, sus movimientos un espejo de los de ella.

—¿Descansaste? —preguntó, su preocupación genuina.

Lena suspiró, una nube de desgano oscureciendo su semblante.

—No quiero ir a clases hoy, ni al trabajo, solo quiero dormir —confesó, apoyando su cabeza con su mano derecha, un gesto de rendición.

Evan sonrió, su expresión un faro de comprensión.

—Entonces quédate, aunque sea descansa durante la mañana —sugirió, su tono un bálsamo para su espíritu cansado.

Lena lo miró, sus ojos reflejando la lucha interna entre el deber y el autocuidado.

—¿Crees que debería faltar? —preguntó, buscando en él la aprobación que no se daba a sí misma.

—Sí, si estás cansada, es por algo —afirmó Evan, su voz firme y segura.

Lena sonrió, la felicidad brotando de algo tan simple como el permiso para descansar.

Comenzó a comer con ánimo renovado, recordando que incluso ella tenía derecho a cansarse.

—Cuando vinieron tus amigos, dijiste que tus padres viven en la capital, ¿por qué no vives con ellos? —la pregunta de Evan surgió con delicadeza, aunque la sonrisa de Lena se desvaneció, un presagio de la tormenta que se avecinaba.

Lena contempló evadir la pregunta, pero la confianza que Evan le inspiraba la llevó a considerar la verdad.

—Es algo que nadie sabe... —comenzó, su voz un hilo tembloroso.

Evan se encogió de hombros, su gesto un ofrecimiento de libertad.

—Si no quieres, no me digas —dijo, dándole la opción de silenciar su pasado.

Lena, después de un momento de reflexión, decidió compartir su historia.

—Cuando era niña, hubo un accidente en la casa donde vivíamos. Mi hermano, Peter, murió ahí y eso rompió a la familia —reveló, las palabras cayendo como piedras en un estanque tranquilo.

Evan frunció el ceño, su mente intentando unir las piezas de un rompecabezas doloroso.

—Pero ellos viven juntos —comentó, más una constatación que una pregunta.

Lena guardó silencio, su respuesta un eco de ausencia.

Evan apretó la mandíbula, una suposición amarga formándose en su mente.

Save You (Evan Peters)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora