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Estaba en la cama, bastante insatisfecha con la "acción" de anoche, Yoshio era realmente un buen chico, un buen novio, era lo más bueno del mundo, pero no podía darme el placer que yo ansiaba; por ser Alfa dejaba mucho que desear, nisiquiera me había marcado aún, tenía que fingir los gemidos y hasta los orgasmos para no hacerlo sentir mal, que se decepcionara conmigo o con él mismo.

Me levanté más temprano de lo usual, quité su mano de mi cintura y fui al baño para darme una larga ducha de agua caliente. Suspiré de gusto al sentir mi cuerpo dejar atrás esa tensión que me gobernaba.

Sentí sus manos agarrarme por la espalda, pegando mi espalda a su cuerpo.

-¿Qué hace una señorita tan linda en mis dominios?- sentí sus labios contra mi hombro y mi cuello, mientras sus manos acariciaban mis caderas y abdomen.

-Ahora no cariño- quité sus manos y me alejé de él -Tengo trabajo, ¿Recuerdas?-

-Pero falta mucho para tu hora de entrada- se quiso acercar y yo puse mi dedo índice sobre su pecho.

-No Yoshio- sonreí y bajé mi dedo hasta sus abdominales, la verdad tenía un cuerpo muy bien trabajado y era imposible no comérmelo con la mirada -Aunque si sigues así de desnudo puede que acceda-

Nos besamos con gula, sus manos viajaban por mi cuerpo como serpientes mientras que mi mano se fue a su miembro, sorprendentemente ya duro, y lo acaricié haciendo presión de vez en cuando.

-Me vas a volver loco- dijo Yoshio cuando nos separamos, yo seguí con lo que estaba haciendo, rogando porque se corriera pronto para que me deje en paz aunque sea este día después de esta sesión.

Me puse de rodillas y me llevé su miembro a la boca, lamiendo la punta como si fuera un helado, sus manos se fueron a mi cabeza y me obligó a dejar mi tarea oral; me levantó y me puso contra la cerámica de la ducha para así penetrarme con rapidez.

-Dios Yoshio- inicié mis dotes de actuación -Recuerda que tengo que ir al trabajo-

-Tenemos una hora para disfrutar- sonrió y besó mi cuello, rozando mi piel con sus dientes y dejando un rastro de saliva por mi piel.

La "diversión" siguió hasta que él eyaculó dentro de mí; salió de mí y besó mi frente.

-Ahora sí es libre señorita Nakamoto- me guiñó el ojo y salió de la ducha con la toalla atada a la cintura.

Terminé de ducharme, corrí al botiquín y agarré una caja completamente blanca, saqué la pastilla del día después y me la tomé en seco. A Yoshio le había mentido diciendo que era estéril y que no podríamos tener hijos cuando en realidad era bien fértil, las mentiras me quedaban como anillo al dedo, daba gracias de mis habilidades de actuación.

En ti encontré el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora