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Volviendo a casa compramos más alcohol, copas y demás.

-Después de probar mis tragos no querrán ir nunca más a un bar chicas- Yui se veía emocionada.

-¿Eres bartender?- pregunté curiosa, tenía la ventanilla baja y trataba de bajar el calor que tenía.

-Ajá, algunas noches debo ausentarme de El Fruto Prohibido por ello pero Saya nunca me baja el sueldo- sonrió y acarició la pierna de Riho.

-Que bien- tomé un buen trago de agua, maldita Riho, la voy a matar mientras duerme.

-Ni aunque tengas todas las ventanillas bajas podrás disimular tus feromonas mi amor- Moa mordió el lóbulo de mi oreja mientras acariciaba mi espalda baja -Ese delicioso aroma a vainilla me está enloqueciendo-

Estaba temblando, los toques de Moa me estaban poniendo peor.

-Moa no...- intenté detener su mano, que se iba escabullendo por debajo de mi blusa, acariciando mi piel, que sentía como si me ardiera ante sus caricias -No, por favor-

-¿Por qué no bonita?- su mano llegó al gancho de mi sostén y lo desabrochó -¿Acaso no te gustan las caricias de tu Alfa?-

Sentía que me iba a derretir del calor que tenía, el cuerpo me temblaba y la piel se me erizaba.

-Oigan, dejen de ser tan cachondas, el olor es insoportable- Riho nos miró desde el espejo retrovisor -Tengan sexo donde quieran, pero no en mi auto, el tapizado es nuevo-

Traté de calmarme, mis feromonas se liberaban sin control y el hecho de que Moa me siguiera tocando no ayudaba.

...

Apenas llegamos a casa, salté del auto y corrí al baño de arriba para así refrescarme un poco.

-Maldita seas Riho por drogarme y maldita seas Moa por ser tan sexy- suspiré y tomé varios sorbos de agua -Esta noche será realmente larga, voy a morir-

-¡Deja a Manuela y sal del baño!- Riho tocó la puerta con insistencia.

-¡Déjame en paz!- le grité de vuelta.

-¿Podrías dejar de ser tan infantil?- abrió la puerta y me miró con el ceño fruncido -Lo siento, ¿Si?-

-No voy a perdonarte tan fácil Sayashi- agarré una toalla, la enrosqué y después le di un latigazo justo en el seno derecho.

-¡Ay!- se llevó la mano al seno y me miró enojada -¡Eso dolió idiota!-

-Era la idea- otro latigazo, esta vez en el hombro.

-Dame esa toalla- se empezó a acercar.

-No- negué y la agarré con fuerza.

-Dame esa toalla orejotas- estaba a menos de tres metros de distancia de mí cuando, sin que ella se lo esperara, me escabullí y salí corriendo al pasillo.

-¡Qué me la des Nakamoto!- y como siempre Riho me pisaba los talones.

-¡Déjame en paz y la suelto!- llegué a las escaleras y empecé a bajarlas de dos en dos.

-¡Ven acá!- se me tiró en la espalda y bajamos los últimos dos tramos rodando.

-¿Esto será algo recurrente?- Yui y Moa nos miraban desde su posición.

-¡Es por culpa de Riho!- iba a estrangularla, pero ella fue más rápida y enredó mis manos con la toalla.

-Igual debes admitir que es gracioso- Moa tenía una expresión divertida en la cara.

-Kikuchi, a ti ya de por sí te gusta la violencia- Yui negó con la cabeza.

-¿Kikuchi?- dejé de forcejear, ¿A quién le hablaba?.

En ti encontré el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora