Capítulo 28

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Como era costumbre, después de una cena tranquila, Florence y Arnaud se encontraban en la sala, para jugar una partida de ajedrez. Florence estaba concentrada en el tablero, pero rompe el silencio.

—¿Cuáles son sus labores después de que todos se retiran a dormir? —preguntó Florence, moviendo una de sus piezas.

Arnaud sonrió suavemente mientras observaba el tablero, planeando su siguiente movimiento.

—Realizo una ronda nocturna para asegurarme de que todo esté en orden y limpio para el día siguiente. Verifico que las puertas estén cerradas correctamente y que no haya ninguna anomalía en el palacio.

Ella asintió, admirando la dedicación que Arnaud ponía en su trabajo.

—Debes de estar exhausto después de eso, ¿verdad?

Arnaud movió una de sus piezas en respuesta, sin dejar de sonreír.

—Sí, puede ser extenuante, pero es mi deber asegurarme de que todo esté en orden.

Florence movió otra pieza, para luego hablar de manera provocativa.

—Tal vez no debería molestarlo entonces. Después de todo, es un trabajo arduo y no quisiera interrumpir su descanso.

Arnaud levantó la mirada hacia ella, notando la chispa traviesa en sus ojos.

—No es una molestia, mi señora. Estoy aquí para garantizar su comodidad.

Una sonrisa juguetona cruzó los labios de Florence mientras movía otra pieza.

—Eso es muy noble de su parte. Aunque a veces me pregunto, si sería más conveniente que se presentara en mi habitación después de su ronda, para informarme que todo está bien.

Arnaud pareció sorprenderse ligeramente, pero luego su expresión se tornó más intensa, comprendiendo el tono sugerente de sus palabras.

—Mi deber es estar a su entera disposición, mi señora. Si eso es lo que desea, estaré encantado de cumplir con su deseo.

—Eso me alegra. Esperaré entonces su visita después de su ronda, cuando esté libre para servirme de una manera más… íntima.

La partida de ajedrez continuó, pero ahora el juego sobre el tablero era solo un reflejo de la tensión creciente entre ellos. El brillo en sus ojos y las sonrisas cómplices eran la verdadera partida que estaban jugando.

La juego de ajedrez llegó a su fin con una victoria para Florence. Ella regresó a su habitación con el corazón latiendo con rapidez. Sabía que no tendría que esperar mucho tiempo antes de que Arnaud se presentara en su puerta.

Ya entrada la noche, Florence esperaba ansiosa la llegada de su amante. La puerta se abrió y ve a Arnaud entrar y cerrar la puerta tras de él.

Rápidamente se acercaron con confianza, encontrando sus labios en un beso ardiente y profundo. Las manos exploraban, acariciaban y se aferraban con deseo, siendo las palabras innecesarias para expresar cuánto se habían extrañado.

Florence anhelaba regalarle su desnudes, ya que necesitaba sentir el contacto completo de su piel, así que con determinación, dejó caer su camisón al suelo. La expresión de asombro y admiración en los ojos de Arnaud la llenó de un cálido rubor. Era la primera vez que se sentía verdaderamente hermosa, una sensación que Arnaud cultivaba en ella con cada mirada y toque apasionado.

El contacto entre sus pieles encendía una chispa que los consumía. Arnaud exploraba cada centímetro de su cuerpo con devoción, como si estuviera descubriendo un tesoro que solo él tenía el privilegio de conocer. Florence estaba completamente entregada a la pasión que él le brindaba, sintiendo cómo su deseo se vertía sobre ella.

Los Secretos de la MarquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora