Temprano en la mañana, Florence, Arnaud y la pequeña Emilie se preparaban para partir. Guardaron sus maletas en el carruaje mientras los sirvientes ayudaban a asegurarlas para el viaje.
Florence había informado a todos sus sirvientes que habían sido despedidos a partir de ese día, pero les aseguró que había dejado cartas de recomendación para cada uno de ellos, junto con su salario, que sería entregado por el contador de los Erauxer. Además, les explicó que el nuevo propietario del palacio necesitaría personal, por lo que pronto los entrevistarían para volver a ser contratados.
Mientras se preparaban para partir, varios sirvientes lloraban y suplicaban poder acompañar a su señora, expresando la alta estima que tenían por la mujer que los había protegido durante años. Sin embargo, Florence, con un dejo de tristeza, tuvo que rechazar sus súplicas. Les explicó que en su nueva vida, no existían subordinados guiados por la nobleza, y todos debían seguir sus propios caminos. Fue un momento emotivo y conmovedor cuando se despidieron, con lágrimas en los ojos, agradeciendo la gentileza de la marquesa que siempre tuvo con ellos.
Mientras se afinaban los últimos detalles para el viaje, Arnaud buscaba incansablemente a Pierriette durante esa mañana, pero sin éxito. Varios sirvientes le habían visto merodear por el palacio, pero desconocían su paradero.
Ya el viaje no podía retrasarse, y Arnaud estaba seguro de que el ama de llaves se ocultaba, tal vez para evitar despedirse de ellos. Así que decidió buscarla en el último lugar donde seguramente podría estar alguien que deseaba escapar. Con determinación, subió las escaleras hasta el ático, esperando encontrar a Pierriette allí.
Antes de ingresar, Arnaud escucha el lamento de Pierriette. Con delicadeza, abre la puerta y la encuentra sentada en una esquina, llorando y cubriendo sus labios con un pañuelo. Al verlo, la mujer inmediatamente seca sus lágrimas y se voltea para ocultar su rostro.
Arnaud se acerca a Pierriette y le pregunta con cariño.
—Pierriette, ¿por qué estás aquí?
—No puedo decirles adiós. Los extrañaré demasiado, a la señora, a la pequeña Emilie que me ha robado el corazón y especialmente a usted, porque para mí, usted es lo más cercano a una familia que ha conocido. —Respondía entre sollozos Pierriette.
Arnaud, se acerca y la toma por los hombros, ayudándola a levantarse y girándola para que lo mire.
—Anoche hablé con Florence, y decidimos que queremos que nos acompañes.
—No quiero ser una molestia. Ustedes deben ser libres y no preocuparse por nada. La tristeza eventualmente pasará.
—La alegría de ser una familia, no estaría completa si no nos acompañas. Te ruego que vengas con nosotros. —asegura Arnaud.
Pierriette estaba conmovida, y una ligera sonrisa escapa de sus labios.
—Acepto, los acompañaré, pero no deseo un trato especial. Les aseguro que no seré una molestia y continuaré al servicio de la marquesa.
Arnaud da una carcajada.
—Ya no necesitamos a un ama de llaves, así que está despedida —Arnaud cambia su todo y habla con ternura —Lo que necesitamos, es una buena amiga que siga cuidando de nosotros.
Pierriette acepta con una sonrisa, y juntos salen del ático para dirigirse a su habitación, y preparar rápidamente su equipaje, guardando en su maleta toda su vida en aquel palacio.
Mientras tanto, Florence conversaba con tía Justine en la entrada del palacio, en ese cálido día de verano. El aire estaba lleno de melancolía, ya que Florence se sentía triste por dejar a alguien que siempre había sido un apoyo incondicional para ella.
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Los Secretos de la Marquesa
Roman d'amourFlorence, la joven marquesa de Erauxer, vive atrapada en un matrimonio lleno de sufrimiento y humillación debido a su condición de esterilidad. La incapacidad de concebir un heredero deseado por su esposo, la condena a un futuro deshonroso debido a...