Florence se encontraba atónita ante la petición de divorcio, sin saber cómo reaccionar. La idea de enfrentar una muerte social y vivir con la vergüenza de ser abandonada y reemplazada, la paralizaba.
Alphonse, viendo el desconcierto en el rostro de su esposa, decide tomar asiento en una silla cercana para hablarle de manera calmada.
—En este tiempo nos hemos dicho cosas muy hirientes, pero quiero que sepas que fuiste una buena esposa y no tengo nada que reprocharte. A pesar de que ya no estaremos casados, siempre tendrás mi cariño y respeto —expresa Alphonse de manera serena.
Florence tenía la mirada fija en el acta de divorcio, leyendo lo que decía, dejando escapar su atención cuando Alphonse le enseña un hermoso collar de diamantes y zafiros.
—Deseo que después del divorcio, tengamos una buena relación, ya que por siempre serás mi primera esposa. Por eso, deseo obsequiarte esto, como muestra de mi sincero afecto.
El marqués retira el collar del estuche de seda, para colocarlo al rededor del cuello de Florence, retirando de su cabello rubio para abrocharlo, con fe de que ella se sienta complacida.
—Usted alguna vez, ¿me quiso? —pregunta Florence con curiosidad y cierta tristeza.
—Sí, te amé. Y habríamos seguido juntos si no fuera por tu infertilidad —responde Alphonse sinceramente.
—Entonces, ¿su amor se terminó cuando descubrió que no podría darte un hijo? El amor para usted, ¿solo existe cuando se cumplen sus propósitos? —cuestiona Florence con amargura.
Alphonse sabe que Florence quiere recriminarle por todo lo que ha sucedido, pero desea evitar cualquier discusión que pueda entorpecer el proceso de firmar los papeles del divorcio.
—No creas que te abandonaré después de la separación. Pagaré una pensión mensual para que puedas vivir cómodamente como hasta ahora. El monto y los términos estarán estipulados en el acuerdo de divorcio —asegura Alphonse.
—¿Has hecho pública la solicitud de divorcio? —inquiere Florence con preocupación.
—No, aún no. Deseo que este asunto se lleve con la máxima discreción posible, así que no tienes de qué preocuparte —responde Alphonse con amabilidad.
Florence desvía la mirada y observa por la ventana, donde el viento mueve las hojas que habían caído de los árboles en el jardín.
—Quiero hablar con mis padres para recibir orientación y asegurarme de que se añada cualquier otra condición necesaria en la solicitud —dice Florence.
—Claro, prepararé el carruaje para que puedas ir a verlos —responde Alphonse mientras se dirige a la puerta para llamar a uno de los criados.
Florence necesitaba tiempo para procesar todo lo que estaba viviendo, ya que un divorcio podría considerarse como un paso hacia su ansiada libertad, pero en Hivernvent, una divorciada, era sinónimo de mujer indeseable.
Viendo cómo su vida se caía a pedazos, y aunque no deseaba hablar con sus padres, debía pedirles ayuda en este momento de incertidumbre, partiendo inmediatamente a su encuentro.
La llegada al palacio de los Lous no fue un momento agradable, Florence no se sintió contenida por su familia, por el contrario, sus padres, al recibir la noticia de la solicitud de divorcio del marqués, explotan en ira en contra de ella.
—Te dijimos innumerables veces que vinieras a vernos, para revertir está situación —recrimina su madre.
—Pero ya no podía retener a un nombre que no me quiere ni me respeta. —se justificaba Florence.
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Los Secretos de la Marquesa
RomanceFlorence, la joven marquesa de Erauxer, vive atrapada en un matrimonio lleno de sufrimiento y humillación debido a su condición de esterilidad. La incapacidad de concebir un heredero deseado por su esposo, la condena a un futuro deshonroso debido a...