Florence esperaba en su habitación, vistiendo un suave camisón de tirantes que acostumbraba a usar en verano. Aunque ese otoño era frío, había decidido utilizarlo esa noche, ya que era la única lencería provocativa que tenía para esperar a su compañero.
La marquesa se sentía insegura por haberle propuesto a Arnaud una aventura, y se avergonzaba de lo atrevida que había sido. Sus pensamientos se agolpaban en su mente mientras miraba por la ventana hacia los jardines, sintiendo la ansiedad crecer en su interior.
Antes de que Florence pudiera arrepentirse debido a las preocupaciones que la abrumaban, se escuchó un suave toque en la puerta, apenas perceptible. Su corazón dio un vuelco y, con timidez, invitó a pasar al visitante.
—Adelante —dijo la marquesa, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo al ver a Arnaud entrar en su habitación.
El mayordomo cierra la puerta tras de él, luego de comprobar de que nadie lo había visto ingresar.
Florence no sabía que debía hacer o decir, ya que Arnaud estaba al lado de la puerta inmóvil, con la misma actitud de siempre, esperando por su orden.
—Por favor, acérquese —invita Florence.
El mayordomo avanzó lentamente, sin apartar la mirada de la marquesa. Estaba nervioso y consciente de los límites que existían, pero estaba dispuesto a cumplir sus órdenes, aunque en esta situación era diferente. Sabía que debía esperar el consentimiento claro de su señora antes de avanzar.
Se detuvo a unos pasos de ella, esperando cualquier señal o palabra que indicara cómo debía proceder. No era la primera vez que ambos se sentían atraídos, pero esta era la primera vez que se encontraban en una situación tan íntima.
Arnaud finalmente tomó la iniciativa para aclarar la situación, evitando cruzar cualquier línea que pudiera incomodar a Florence.
—Mi señora, antes de continuar, necesito su consentimiento explícito. No puedo actuar sin su aprobación, y estaré dispuesto a cumplir sus deseos y órdenes como siempre lo he hecho. Si esto no es lo que usted desea, comprendo y me retiraré sin objeciones.
Florence lo miró, apreciando su honestidad y respeto hacia ella. Sabía que Arnaud era alguien en quien podía confiar plenamente, y la ternura que sentía por él se mezclaba con la pasión en su interior. Lentamente, se acercó a él y posó una mano en su mejilla, acariciándola con suavidad.
—Arnaud, has sido mi apoyo incondicional. Te deseo, más de lo que podría imaginar. Si está dispuesto a compartir esta noche conmigo, quiero que sepa que lo hace con mi completo consentimiento. No se sienta atado por su deber, quiero también su consentimiento para continuar, porque no quiero que se sienta obligado a hacer algo que no quiere. —susurró Florence con dulzura.
Las palabras de la marquesa aliviaron las preocupaciones de Arnaud, y su expresión se tornó más serena y cálida. Con un suspiro de alivio, se acercó a ella y la abrazó con ternura.
—Estoy aquí, por mi voluntad, mi señora. —responde Arnaud, aproximándose para besarla de manera calmada.
Aquel beso encendió una chispa en sus corazones, haciendo que sus manos se deslizaran con delicadeza por sus cuerpos.
Florence retiró con suavidad la chaqueta de Arnaud y desabrochó los botones de su camisa, permitiendo que su piel se descubriera lentamente. Arnaud tomó la iniciativa en esta acción, desvistiéndose y dejando sus prendas en una silla cercana.
Mientras tanto, Florence se sentó sobre la cama, elevando su camisón hasta los muslos, permitiendo que Arnaud pudiera ver sus piernas, momento en que aparta la vista, cuando descubre que él, ya estaba completamente desnudo.
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Los Secretos de la Marquesa
RomanceFlorence, la joven marquesa de Erauxer, vive atrapada en un matrimonio lleno de sufrimiento y humillación debido a su condición de esterilidad. La incapacidad de concebir un heredero deseado por su esposo, la condena a un futuro deshonroso debido a...