Capítulo 41

3.5K 357 12
                                    

La pareja decidió informar a las sirvientas que el próximo domingo planeaban salir a dar un paseo por los campos cercanos y que prepararan algunos aperitivos para compartir a su regreso, ya que celebrarían su aniversario de bodas, ocultando que, en realidad, era para celebrar su verdadera boda.

Habían decidido invitar a sus amigos y vecinos. Querían compartir su felicidad con aquellos que los rodeaban y fortalecer aún más los lazos que habían formado en su nuevo hogar en Zeezicht.

Florence y Arnaud decoraron la casa con flores, y con ayuda de las sirvientas, creando un ambiente acogedor y festivo. Nunca imaginaron que su nueva vida en Zeezicht les brindaría la oportunidad de celebrar su amor.

El domingo llegó y después de un delicioso almuerzo, Florence se retiró a su habitación y comenzó a prepararse para su boda. Se puso un hermoso vestido de color azul cielo que era sofisticado, pero a la vez sencillo, muy diferente de los trajes elegantes que solía usar como marquesa en Hivernvent. El vestido realzaba su belleza natural y le daba un aire de frescura y juventud.

Una vez lista, descendió por las escaleras con gracia y elegancia. Al llegar a la puerta de entrada, sus ojos se encontraron con los de Arnaud, quien también estaba vestido de manera formal. Llevaba un traje que le sentaba a la perfección, haciéndolo ver más atractivo que nunca. Florence no pudo evitar sonreír al verlo.

Ambos se miraron con complicidad, conscientes de la importancia de este día. Juntos, emprendieron el camino hacia un poblado cercano donde se encontraba un convento de monjes.

Habían planeado con anticipación esta boda íntima y alejada de los ojos curiosos de Zeezicht. Hablaron con los monjes para asegurarse de que todo estuviera listo para este día.

El convento se alzaba ante ellos, con su arquitectura modesta pero imponente. Los monjes los recibieron con amabilidad y los guiaron hacia el lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia. Florence y Arnaud se tomaron de las manos, sus corazones latiendo en sintonía mientras caminaban hacia el altar de la pequeña capilla que estaba en su interior.

En aquel lugar sagrado, Florence y Arnaud intercambiaron sus votos de amor y compromiso. Sus palabras eran sinceras y profundas, reflejando el amor que habían construido a lo largo del tiempo. Los monjes bendijeron su unión, y con una sencilla, pero emotiva ceremonia, Florence y Arnaud se convirtieron en marido y mujer.

Con una sonrisa radiante, Arnaud tomó suavemente el rostro de Florence entre sus manos y la besó con ternura. Mientras compartían miradas llenas de amor y esperanza, sabían que este era el inicio de una nueva etapa, llena de felicidad y nuevos desafíos que afrontarían juntos.

Al regresar a Zeezicht, Florence y Arnaud se encontraron con una escena encantadora. El frente de su casa estaba adornado con coloridas guirnaldas y flores. La calle estaba llena de mesas decoradas con elegancia, donde sus vecinos preparaban pescado asado a las brasas y servían refrescantes ponches fríos.

Mientras se aproximaban a su casa, bajan del carro, ya que varios vecinos se les acercaron al verlos llegar, aplaudiendo y felicitándolos efusivamente. Florence y Arnaud se sintieron abrumados por la cálida bienvenida que les habían preparado. Entre risas y saludos, se mezclaron con la multitud, agradeciendo a todos por su amabilidad y por haber organizado una celebración tan especial en su honor.

—Realmente, no era necesario que hicieran todo esto. Solo es nuestro aniversario, y queríamos algo pequeño. —Decía Florence con una amplia sonrisa.

—En Rivendere, cualquier motivo es una buena razón para festejar. —contesta un hombre alto y canoso, con abdomen prominente.

Con gratitud en sus corazones, el nuevo matrimonio se unió a la fiesta, disfrutando de la comida deliciosa, la música alegre y la compañía de sus vecinos.

La tarde transcurrió llena de risas, bailes y brindis, enmarcando el inicio de un matrimonio que solo habían imaginado posible en sus sueños.

Después de la celebración, los vecinos se unieron para ayudar a limpiar y ordenar el lugar. Con sonrisas en sus rostros y agradecimientos en sus labios, trabajaron juntos para dejar todo en perfecto estado antes de retirarse al anochecer.

Finalmente, el nuevo matrimonio se encontró en su hogar, exhaustos pero llenos de satisfacción. Mientras se dirigían a su habitación, Florence y Arnaud compartían risas y charlaban animadamente sobre lo maravilloso que había sido el día.

Al llegar a su habitación, Arnaud sostuvo la puerta abierta para Florence, y luego cerró suavemente detrás de ellos. El ambiente estaba lleno de calidez y tranquilidad, como si el propio lugar estuviera celebrando su unión.

Se tomaron de las manos y compartieron una mirada cargada de amor y complicidad.

— Es difícil de creer que esto sea real —expresa Arnaud, inclinándose para besar suavemente las manos de su esposa.

— Y para mí sigue sintiéndose como un sueño —responde Florence con una sonrisa juguetona.

— Aunque, debemos admitir que lo que hemos hecho es arriesgado —comenta Arnaud con una pizca de preocupación.

— ¿Te arrepientes de haberme pedido que sea tu esposa? —pregunta Florence, mirándolo con atención.

— Jamás podría arrepentirme de eso —responde Arnaud con seguridad. — Pero es importante que entendamos las implicaciones de nuestras acciones. Al regresar a Hivernvent, deberemos ocultar nuestro matrimonio y mantener distancia entre nosotros.

— No quiero volver a esa vida —dice Florence con determinación. — He estado esperando por esta oportunidad de ser libre y feliz.

— Entiendo tus sentimientos, pero eventualmente deberemos regresar. Hay asuntos pendientes que no podemos ignorar, como la administración del marquesado y las personas que dependen de nosotros.

— Pero no soporto la idea de regresar a esa vida de mentiras y manipulaciones —comenta Florence con frustración.

— Vamos a enfrentar lo que queda pendiente juntos, mi amor, y luego encontraremos una manera de ser libres —susurra Arnaud, tratando de calmarla.

Florence exhala un suspiro y mira a Arnaud con una mezcla de emociones. Se quita el vestido rápidamente que lleva puesta, revelando su figura. Arnaud no puede evitar reírse suavemente ante el gesto de su esposa.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunta Arnaud con una sonrisa, notando la actitud juguetona de su esposa.

— Es nuestra noche de bodas, ¿recuerdas lo que sucede en estas ocasiones, verdad? —responde Florence con picardía.

— Pero estás embarazada... —comenta Arnaud, con preocupación evidente en su voz.

Florence lo detiene con un gesto suave.

— Ya estaba embarazada antes, y eso no cambiará ahora. Nuestro bebé estará bien. Además, necesitamos consumar nuestro matrimonio para que sea válido.

Florence se acerca a Arnaud y le roba un beso apasionado en los labios, reavivando su complicidad y los juegos secretos que tanto disfrutaban. Entre risas y palabras tiernas, se sumergieron en su primera noche como esposos.

Aunque muchos podrían decir que después del matrimonio no cambia nada en una pareja tan unida como Florence y Arnaud, algo en ellos había cambiado desde ese día. Arnaud ya no volvería a usar la formalidad, ni a referirse a Florence como "mi señora" cuando estuvieran solos, porque ahora eran más que eso, eran esposos y cómplices de por vida.

Los Secretos de la MarquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora