Capítulo 46

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El anuncio de la subasta de las tierras y propiedades de Erauxer, se difundió rápidamente en los periódicos locales y en los informativos de los bancos, generando una gran conmoción en la sociedad. La determinación de la marquesa de vender sus posesiones causó un revuelo considerable, y la especulación sobre sus motivos se convirtió en el tema de conversación principal en todos los círculos sociales.

La noticia de su inesperado regreso desde las tierras de Selce, donde se creía que se retiraba debido a una enfermedad mortal, desconcertó a la alta sociedad. Era difícil de entender por qué una mujer supuestamente moribunda decidiría adoptar a una niña. Esto dio lugar a una multitud de teorías y rumores sobre el origen de la hija adoptiva de la marquesa, alimentando aún más la curiosidad y el interés del público.

Sin embargo, lo que más preocupaba y ocupaba a los miembros más adinerados de la sociedad era la inminente subasta. Todos querían participar en este evento único, y las inscripciones para participar se multiplicaron rápidamente. La oportunidad de adquirir propiedades y tierras de Erauxer, con su prestigiosa historia y ubicación privilegiada, era una ocasión que no podían dejar pasar. La subasta, programada para dentro de dos meses, se había convertido en el evento social más esperado del año, eclipsando cualquier otro acontecimiento en la alta sociedad.

Como era de esperarse, la noticia de la subasta de las tierras y propiedades de Erauxer llegó a oídos de los reyes.

Sorprendidos por esta decisión drástica, los monarcas decidieron enviar a llamar a la marquesa para conocer sus motivos y exigir explicaciones.

Florence, cumpliendo con la citación de la corona, se presentó en el majestuoso palacio real. Fue recibida por los reyes en una elegante sala destinada para este tipo de encuentros. El ambiente estaba impregnado de cordialidad, lo que desdramatizó la tensión inicial de la conversación.

En un rincón de la lujosa sala, una mesa estaba dispuesta con fina porcelana y tazas de té. Florence y los reyes se sentaron a la mesa, dispuestos a charlar como buenos amigos, mientras disfrutaban de una taza de té, junto de sabrosos acompañamientos.

—Se ve saludable, querida marquesa. —dice la reina Djamila.

—No tan bien como ustedes, su excelencias. —responde Florence con amabilidad.

—Nos preocupa que esté afectada de alguna patología, que le obligue a dejar Hivernvent. —comenta el rey Armando.

—Me mantengo en recuperación, gracias a los tratamientos que he recibido en Selce. —informa Florence.

—Es bueno que lo mencioné, porque hemos investigado y descubierto que usted, jamás ha pisado el país de Selce. —dice Armando, con una mirada aguda.

Los Millet, reyes de Hivernvent, siempre se habían caracterizado por ejercer un control meticuloso sobre todos los aspectos que consideraban de interés en su reino. Ahora, la atención de los reyes se centraba en la marquesa de Erauxer. Consciente de esta situación, Florence sabía que debía moverse con sumo cuidado y precaución en un territorio donde las decisiones de la corona podían tener un profundo impacto en su vida y en su futuro.

—Sus informantes deben de estar equivocados, porque he estado en aquel país por un año. —informa Florence.

—Posiblemente, pero dejaremos ese tema para después, ya que tenemos muchas preguntas sobre su decisión de vender Erauxer. —dice el rey Armando.

—La decisión de vender Erauxer es una cuestión de cambio en mi vida, sin existir un motivo más profundo detrás de mi decisión.

—No obstante, este acto significa que está abandonando su título nobiliario, prácticamente destruyendo la memoria de su difunto esposo y el legado de los Erauxer. ¿Por qué hacerlo? —mira con detenimiento el rey Armando, como si se tratara de un interrogatorio.

Los Secretos de la MarquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora