Florence, consciente de la situación delicada en la que se encontraba, decidió enviar una solicitud al duque de Riou, recordándole su parte del trato, que era brindarle protección ante los reyes y las acusaciones infundadas en contra de Arnaud. El duque, comprometido con su acuerdo, acudió de inmediato al llamado de la marquesa.
En el despacho del duque de Riou, se reunieron con sus abogados, quienes eran expertos en asuntos legales y tenían una reputación envidiable en la resolución de casos complejos. Florence sabía que estaba en buenas manos y que su situación podría resolverse de manera favorable.
A la mañana siguiente, Florence, acompañada del duque de Riou y sus experimentados abogados, se dirigieron decididamente a las dependencias de la guardia real. Allí, exigieron la inmediata liberación de Pierriette y presentaron una firme querella contra los reyes por una acusación sin fundamento.
La noticia de esta audaz acción legal se propagó rápidamente, y el revuelo que causó llegó a oídos del rey Armando, que no tuvo más opción que acudir personalmente para enfrentar esta situación inesperada y poner fin a la controversia.
Se llevó a cabo un juicio rápido debido a la magnitud de los hechos y la agitación pública que rodeaba el caso. Durante el proceso, los abogados reales presentaron suposiciones y conjeturas, ya que carecían de pruebas sólidas para respaldar sus acusaciones. Sin embargo, los abogados del duque de Riou presentaron argumentos sólidos que desafiaron las afirmaciones sin fundamento de la corona.
El juicio parecía más una lucha de poder entre los Millet y los Riou que una verdadera búsqueda de justicia. A pesar de que se retiraron las acusaciones contra Arnaud Francois, debido a la falta de pruebas, el duque de Riou no estaba satisfecho con esta resolución. Exigió una disculpa pública por el daño causado a la marquesa de Erauxer y una compensación monetaria por las injustas acusaciones en su contra.
A solo un día de la subasta, los reyes expresan de manera sorprendentemente cordial sus disculpas a la marquesa. Florence se siente sorprendida por esta actitud, ya que esperaba que los monarcas pusieran más resistencia. Sin embargo, cuando quedan a solas, el rey Armando se enfrenta nuevamente a Florence con un tono más serio y directo.
—¿Crees que puedes ocultarnos la verdad, Florence? —comenzó el rey en un tono frío y amenazador. —Sabemos que esa niña adoptiva que tienes, es en realidad hija tuya y del mayordomo. Tus sirvientes te vieron amamantarla y escucharon tus palabras de amor al mayordomo.
Florence, aunque inquieta, mantuvo su compostura.
—Sus acusaciones son tan absurdas como las que hicieron contra en contra de mi sirviente. No querrá volver a pedir nuevamente perdón, Armando. —responde Florence con un tono de burla.
El rey continuó, ignorando su defensa.
—El tener un hijo ilegítimo es un delito ante la ley y una mancha en tu honor. No podemos permitir que esto quede sin castigo.
—Es bien sabido por todos, que soy estéril. Me dirá ahora que ¿eso es una mentira?
—Ya es conocido que los médicos inculpan a la mujer de la infertilidad del esposo. Será muy fácil demostrar que usted dio a luz a esa niña. —insiste Armando con tono amenazante.
Florence, ya cansada de las palabras del rey, preguntó con firmeza
—¿qué es lo que deseas?
—Deseo esas tierras que se extienden hacia la costa oeste. Si las entregas, pasaré por alto el origen de tu hija ilegítima y cerraré los ojos ante tu relación con ese mayordomo. —comenta el rey con desdén, mirándola fijamente.
—Esas tierras ya no me pertenecen. Ahora deberás negociar con el duque de Riou. Se las he otorgado, al comprender tus propósitos —responde Florence sin inmutarse.
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Los Secretos de la Marquesa
Roman d'amourFlorence, la joven marquesa de Erauxer, vive atrapada en un matrimonio lleno de sufrimiento y humillación debido a su condición de esterilidad. La incapacidad de concebir un heredero deseado por su esposo, la condena a un futuro deshonroso debido a...