Capítulo 11

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En una majestuosa casa azul en el corazón de la ciudad, se habían congregado varios policías y curiosos que trataban de averiguar qué había sucedido. Arnaud había advertido a Florence que esa casa era conocida como el lugar donde el marqués de Erauxer llevaba a sus amantes para tener encuentros privados.

Al bajarse del carruaje y llegar a la puerta de la gran mansión, donde policías custodiaban la entrada, Florence se identificó y solicitó permiso para ingresar, acompañada de su leal mayordomo.

En el interior, los esperaba el capitán de la policía, quien se presentó con formalidad ante la marquesa para esclarecer los hechos.

Después de los saludos correspondientes, el capitán explicó la situación, advirtiendo a Florence que el relato podría resultar desagradables para una esposa.

-El marqués había traído consigo a una joven llamada Marion Viallant, con quien deseaba pasar la noche. Según las declaraciones de los sirvientes de la casa, no era la primera vez que ella lo visitaba en este sitio.

El capitán continúa su relato, detallando que el padre de la joven, el señor Alfred Viallant, un adinerado plebeyo, al descubrir que su hija había estado saliendo secretamente de su mansión para encontrarse con su amante, corre a buscarla.

El señor Alfred, acompañado de varios hombres, irrumpió en la casa azul. Subieron las escaleras y abrieron la puerta de la habitación, donde encontraron a los amantes en la cama. El corazón del señor Viallant se destrozó al ver a su amada hija en los brazos de un canalla. Cegado por la ira y sin pensarlo dos veces, Alfred Viallant tomó su pistola y disparó en el pecho del hombre que le había arrebatado la virtud a su hija, frente a todos los presentes.

-Fue el mismo señor Viallant el que se entregó a la policía. Ahora está encarcelado, en espera del juicio y de que usted, como esposa de la víctima, presente los cargos correspondientes. -Termina diciendo el capitán.

Habían llegado hasta las habitaciones del segundo piso, y Florence entró en un dormitorio donde varios policías y un médico esperaban. El cadáver yacía sobre la cama, cubierto por una sábana.

El médico se acercó y retiró la sábana hasta los hombros, revelando el rostro pálido e inerte de Alphonse de Erauxer. Era sin duda él, con su cabello castaño oscuro y sus labios que solían mostrarle muecas de desprecio en el último tiempo.

-Es mi esposo. -Informa Florence.

-Ya se conoce la causa de muerte y su asesino, así que puede llevarse el cadáver de su esposo, para que le den santa sepultura -comenta el médico.

-Lamento su perdida señora marquesa -dice el capitán con tono solemne.

Florence tenía la mirada fija en su esposo que yacía en esa cama, aun sin poder creer lo que estaba pasando.

-Señor Arnaud, por favor, informe a todos y solicite un féretro para retirar al marqués de este lugar. -solicita Florence, pero no recibe respuesta.

La marquesa se volvió hacia el hombre que estaba a su lado y lo encontró con la mirada fija en el cadáver, pálido y respirando agitadamente. Era evidente que estaba impactado al ver a su señor en ese estado. Florence se dio cuenta de lo cruel que fue al pedirle que la acompañara a identificar el cuerpo, olvidando que ellos eran amigos desde la infancia. Para Arnaud, perder a Alphonse era como perder a un hermano.

-Señor Arnaud, míreme. -Florence toma con delicadeza el rostro del mayordomo, haciendo que sus ojos azules se encuentren con los suyos para que él pueda salir de aquella perturbación -Por favor, necesito que solicite un ataúd y que informe a los demás sobre lo sucedido.

Los Secretos de la MarquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora