Capítulo 53.

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—Eran... grises, con una insignia negra en... —se me cortaron las palabras al conectar mi mirada con la de Michael, horrorizada.

No ha sido una mala pasada de mi cabeza, ya he visto esos uniformes una vez muy de cerca, la vez que entré en su cabeza a través de su dolor emocional tan fuerte que parece físico. Solo de recordar aquello siento un gran escalofrío en todo la columna, han llegado hasta nosotros por un descuido.

—Era Jun —responde Michael, como si me hubiera leído la mente.

El rostro de los chicos se desconfigura ante la sorpresa, Louis arruga las cejas hasta que parecen a punto de unirse y se frota la frente con desespero al no poder conectar puntos.

—Pensaba que su uniforme era azul marino —dice, soltando un gran bocanada de aire.

—No —le corrijo—, el uniforme azul marino es del gobierno, es una variable poco conocida del uniforme del ejército. Ese es el verdadero uniforme del laboratorio y la insignia en una gran jota como una especie de relámpago.

—Eso es imposible —dice Odella—, quien pudo tomar el teléfono fue el gobierno.

—No necesariamente —la corrijo y me paso una mano por el cabello con todo el cuerpo temblando—. Y en caso de que así sea, no entiendo que gana Jun viniendo a buscarnos.

Hay pocas posibilidades y parece que una es peor que la otra, hasta que recuerdo el incidente en el restaurante de Tréveris. Y es obvio que se trata de una reprimenda en mi contra, aunque lo niegue delante de todos. 


Para la hora del almuerzo las cosas han cambiado un poco, los ánimos son mejores, pero sigue existiendo una tensión en el lugar que no le pasa por desapercibido a Jules.

—¿Qué ha sucedido? —pregunta, mirando en dirección a los chicos que tiene cara de pocos amigos.

—Parece que Jun rastreó uno de los teléfonos hasta aquí —respondo, moviendo el puré de papa de un lado a otro con el pequeño trinche.

El rostro del chico pierde todo el color antes de recuperarse irguiendo el cuerpo. Está sentado usando mis piernas como soporte mientras yo estoy en una de las sillas que pudimos rescatar, lo veo voltear de nuevo el cuerpo seguir comiendo, noto como poco a poco su cuerpo se va tensando, como si hubiera recordado lo sucedido. 

Por esa misma razón decidimos mantenerlo en un secreto, evitando así que los menores tengan cualquier tipo de crisis, en especial los que han pasado por manos de esos desgraciados.

Dejo mi plato en el suelo, echándome hacia delante y abriendo las piernas a cada lado de su cuerpo hasta que puedo inclinarme y rodear sus hombros con mis brazos para dejarle un beso en el cachete. No me gusta para nada que esté de esta manera, en ninguna circunstancia. El chico sonríe relajando un poco el cuerpo, toma una de mis manos para dejarme un beso en la palma de la mano y gira el rostro, acción que aprovecho para darle un beso en la mejilla.


De esta manera vuelven a pasar dos días en los que lo único que podemos hacer es ver las noticias que salen, mientras esperamos poder hacer el siguiente movimiento, ver las practicas del equipo en las que me toman como sujeto de prueba y dormir juntos, abrazados para poder ceder mi lugar a Sam quien se pudo adaptar rápidamente gracias a los gemelos quienes se encargaron de acompañarlo en cada momento y explicarle muchas. 

Me alegra verlo convertirse en uno mas de nosotros con más rapidez de la que hubiera pensando, y recuperarse gracias a los cuidados que le bridamos.

Verlo disfrutar una segunda oportunidad es lo único que necesito para saber que lo que voy a hacer es lo correcto, por él, por todo los chicos que merecen una vida digna. Y por todos aquellos que se han quedado en la espera tengo que poner un punto final a todo esto.

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora