Capítulo 48.

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El chico asiente poco a poco, como si fuera algo de conocimiento común, pero al verme sabe que no es mucho así.

—Si algo te digo es que no creo que lo tuya sea muy natural, Gaia —dice en un tono un poco más serio de lo normal.— Porque lo mío tampoco lo es, y contestando tu pregunta, desde que salí del programa he estado desarrollando mis habilidades, nunca se quedan en un sólo punto.

—¿De qué hablas? —pregunto, ofuscada. Para ese punto no entiendo nada de lo que estamos hablando.

—Nuestras habilidades se están desarrollando constantemente, desde que inician el proceso no se puede parar, esa es una de las razones por las que ha eliminado a los fallidos, porque se pueden convertir en algo demasiado peligroso.

—Me encantaría que estuvieras jugando conmigo en estos momentos

—No lo estoy haciendo.


Horas más tarde me encuentro recostada sobre la litera, compartiendo puesto con Andreé mientras trata de entretenerse con un lazo de los de Annie, a quién no he encontrado nuevamente en un gran rato. 

De entre los dos, parece que quién pasaba más tiempo en la habitación es él, sea por miedo del ambiente que pueda encontrar allá afuera o por las pocas cosas que hay por hacer más allá de sentarse en alguna esquina, ver a los demás pasar, casi siempre en la misma situación, y esperar. 

Esperar con una relativa calma de la que nos dota estar tantos metros bajo tierra, calma que si no se maneja bien se puede convertir en ansiedad. Aún así, de alguna manera, no consigo llegar a esa calma por mis pensamientos que siempre están zumbando como un panal de abejas.

Me cuestiono como lo estarán haciendo los demás chicos ahí arriba y si cuentan con la suficiente protección como nosotros que desde que el equipo de seguridad ha vuelto no hemos salido una vez más a la superficie. Si bien el búnker cuenta con el suficiente espacio para cobijar a otros chicos más me pregunto si sería lo correcto. 

Cada cierto tiempo unos cuantos chicos del equipo salen a dar un par de vueltas y ver cómo se encuentra el perímetro, estando en la Base, pero no sé si eso funcionaría en este caso.

—¿Crees que sería buena idea traer más chicos de afuera? —pregunto volteando sobre mi costado para ver de frente al chico.

El rubio baja las manos y me voltea a ver un poco confundido.

—¿A qué te refieres?

—A si sería buena idea buscar más chicos y traerlos hasta aquí, es un lugar seguro y es egoísta que solo nosotros lo estamos disfrutando.

—Puede ser un riesgo —me hace saber y hace una pausa.— Pero nunca está demás ayudar a los demás si estamos en la posición de hacerlo.

Sonrío y le doy un pequeño apretón en el cachete antes de levantarme para colocarme las botas. Me siento en el borde para buscarlas debajo del catre, siempre terminan ahí por alguna razón.

—Khair —una voz que escucho un poco distorsionada me llama la atención.

Jalo las botas por los cordones y alzo la mirada para encontrarme de frente con Odella, quien se perfila a un lado de la litera con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión seria que nunca le he visto. Parpadeo un par de veces y siento un corrientazo en toda la espalda, miedo quizás.

—¿Sí?

—Te necesito —espeta en el mismo tono.— Vamos

Cuando la chica se de la vuelta y comienza a caminar giro mi cuerpo hacia Andreé, quién me mira un poco desorientado. A él también lo ha pillado por sorpresa la actitud de la chica, pero no se nota asustando, sino curioso.

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora