Capítulo 17.

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Tardo mucho tiempo en darme cuenta que hemos arribado al pueblito que se muestra marcado en el mapa que nos dio Louis, y sólo lo hago por los reflejos de las construcciones en los pequeños charcos de agua producto de las recientes lluvias.

Cuándo subimos a la furgoneta una vez más no me altero, permanezco serena y no me explico la razón detrás de aquello ya que solo recordar aquella noche me pone la piel de gallina.

Me siento en medio de los chicos de espalda a la cabina y estiro las piernas tanto como puedo. 

Falta poco para llegar, pero siempre hay un impedimento en el camino por lo que no me es sorpresivo que el auto se detenga en algún lugar cerca de las cinco de la tarde.

Bajo de un solo salto luego de abrir la puerta y me estiro un poco mientras los demás hacen los mismo, a los pocos segundos se nos unen Michael y Louis.

—Buscaré una habitación para descansar por hoy —nos avisa el chico y le pasa un poco de dinero a Michael.— ¿Les molestaría conseguir un poco de comida?

—¿No es peligroso? —inquiero.

Niega con la cabeza y así como llegó se aleja en compañía de Andreé, mientras los otros dos chicos se acercan a un restaurante del otro lado de la pequeña calle.

Me quedo mirando sus espaldas y los sigo con la mirada hasta el mostrador donde se quedan por un par de minutos, esperando.

—Khair —me llama la atención Annie pasando una mano por mi cara.

Me había quedado ensimismada viendo el letrero del lugar hasta el punto de que mi mirada se desenfocó.

—¿Uh? —gorjeo.

Vuelvo mi atención a ella. Tras su rostro veo carteles fluorescentes y parpadeantes que me hacen asustar al relacionarlos con el puesto de control.

Juro que incluso en este momento y después de tantas horas puedo sentir el pinchazo de la energía.

—Tranquila, no ha sucedido nada —aclara la chica con una sonrisita al notar mi desconcierto.

Asiento con la cabeza tomando asiento en la banca de un paradero de autobuses. Annie hace lo mismo. Al voltear hacia ella noto cómo mira, y con bastante atención, la figura de un rizado, tras los cristales de la recepción.

—¿Lo conoces? —pregunto mirando con atención el recorrido de los chicos tras el encargado que le muestra las habitaciones disponibles.

—¿A quién? —replica, alertada porque la descubrí.

—A Owen —aclaro.— La vez pasada dijiste que era realmente inteligente.

La rubia niega conocerlo, pero la miro con una mirada de "¿en serio me vas a mentir?". Hace una mueca al notar que no me lo podrá seguir ocultando.

—Bueno... —comienza, jugando un poco con su cabello.— Nos conocimos hace años en Austria cuándo dio la casualidad de que ambos viajamos el mismo día y hacia el mismo destino y nos encontramos en la sala de espera. Charlamos un poco, fueron un par de minutos nada más pero sirvieron para hacernos "amigos"  —dice haciendo comillas con los dedos.— En el avión sólo nos dedicamos una par de miradas y nos despedimos al aterrizar, ni siquiera supe su nombre, pero de alguna forma nos encontramos hace un año porque dio la casualidad de que nos habíamos mudado a su vecindario, entonces nos hicimos amigos, amigos de verdad y, bueno... El día que nos secuestraron estábamos en una cita.

Alzo las cejas, más que impresionada por el pequeño relato. Me imaginé de todo menos eso, mucho más porque aquello sobre haberme dicho que el chica era inteligente fue una simple mentira que quise que se tragara.

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora