Capítulo 29.

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La sonrisa de Luke es suficiente para dar por sentada la conversación, así que salgo de la oficina y luego de oír la puerta cerrarse comienzo a caminar con paso lento hasta el dormitorio, pero en lugar de entrar me siento en una pequeña silla afuera de está misma y me cubro el rostro con ambas manos soltando un gran suspiro de cansancio amortiguado. 

No entiendo porque me siento de esta manera los últimos días, porqué no soy capaz de dar un paso sin sentir que me voy a caer dormida en el suelo al siguiente que diera ni poder abrir los ojos sin sentir escozor como si estuviera en medio de un desierto.

Me siento desgastada, es como si después de muchos años comenzara a sentir todo el cansancio de las cosas que he hecho antes, todo de golpe y sin compasión hasta que decidiera que ya he tenido suficiente, pero sé que ese momento no puede llegar y mucho menos si espero poder ayudar a todos estos chicos con los que me siento en deuda. 

Me pregunto si todo esto tiene que ver más con lo que siento que con lo que hago y estoy presenciando cada día, si tiene que ver más con los pensamientos de años atrás o los de ahora que son peores a comparación. Ponerme a pensar en esto es como elegir entre una tabla que en un lado tiene púas y en el otro cuchillas, no sé donde es peor poner la mano y presionar hasta dar con la razón de todo.

Lo que sucedió con mamá, vaya, me ha tomado sus años simplemente asimilarlo y plantar la idea en mi cabeza de que ya no está, porque no me creo capaz de superarlo nunca ni siquiera aun después de mi propia muerte, supongo que en el lugar que me toque estar voy a pensar en ella y en la forma tan horrible y absurda en que me la quitaron. 

Tengo clavados en el pecho la rabia y el resentimiento por todo aquello. 

Suspiro, cansada de pensar en esto y me froto las manos en el pantalón una vez más, si sigo así en algún momento se me van a poner azules o el pantalón se va a gastar, no sé cual es menos probable de las dos, pero sí que en algún momento voy a parar de hacerlo y se me va a olvidar como todo lo demás. 

Mire a ambos lados del pasillo, me levanto y como por inercia voy escaleras abajo donde hay chicos reunidos hablando y oyendo las canciones que pasan por una radio colgada en la pared contigua al pasillo que da a la cocina de la que comienza a salir un olor gustoso que me hace rugir las tripas.

Busco con la mirada  la cabellera de Michael y Owen, pero no los encuentro, de hecho, siento que hacen falta más de cuatro personas en la pequeña sala que siempre parece estar tupida.

Me hago paso hasta la puerta de la casa y trato de abrirla, pero me doy cuenta que está cerrada, intento abrirla otra vez usando ambas manos y haciendo presión con el cuerpo, aun así el cerrojo no cede. 

Me doy la vuelta para mirar a los demás. Me devuelven una mirada de no saber nada mientras se encogen de hombros, devuelvo los pasos frunciendo las cejas y camino por el estrecho pasillo hasta la cocina esquivando a los chicos que pasan en dirección contraria hasta que llego al lugar y entro casi que llevándome la puertecita maltrecha por delante.

En todas las casas hay una segunda puerta además de la principal, en la cocina o cerca de esta, y una que solo Luke y Peige conocen. Pongo una mano en el cerrojo, pero antes de poder darle la vuelta una de las chicas que está preparando la cena me detiene.

—La mandaron a cerrar hace un par de horas por cosas de seguridad, creo que la única que está abierta es la del garaje, pero no se si la del exterior también lo esté.

Me di la vuelta ladeando la cabeza, la chica tiene el cabello recogido en un moño alto despeinado que trata de acomodar de vez en cuando con el ante brazo y lleva un mandil azul que contrasta con sus ojos verdes enmarcados bajo un par de lentes de marco grueso. Es linda, pero parece que no le interesaba en lo más mínimo.

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora