Capítulo 20.

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Me levanto del suelo apoyando ambas manos en el pasto y tomo una gran bocanada de aire. Siento que he vuelto a la vida después de un largo tiempo. 

Me doy la vuelta y pego un brindo al descubrir a Jules apoyado en el marco de la puerta con la cabeza gacha. No me está viendo pero está aquí y la vergüenza no tarda en llegar a mí al pensar en todo el tiempo que pudo haber estado ahí.

¨—Quería estar seguro de que no te pasaría nada —dice ante mi silencio y se refriega la cara.

Su cabello estaba revuelto y sus mejillas un poco hinchadas.

¿Ha estado durmiendo?

No me puede pasar nada —replico sin moverme de mi lugar.

Una ráfaga de viento me envuelve y sacudo el cuerpo mientras hago una mueca. No me arrepiento de haberme empapado, pero sí de estar en medio de esta situación.

Eso es... bueno.

Está nervioso al igual que yo, con las manos juntas frente al cuerpo moviéndolas constantemente mientras zapatea un poco.

Recoge mi ropa del suelo y da un paso para acercarse, pero retrocedo de inmediato. Jules levanta una mano para hacerme saber que no se acercará y con la otra me lanza la ropa.

Pero la chaqueta, en lugar de tirarla la cuelga en la esquina de la puerta y dice en voz baja que será mejor que la vaya a recoger. Al pasar a su lado recojo mis zapatos y pego un brinco para alcanzar la chaqueta y ponérmela. 

Por un momento no me importa lo que hubiera podido presenciar, camino hasta sentarme en el mismo sillón de antes. Cuando se da la vuelta lo invito a acercarse, él lo hace y apoya la espalda en mis piernas. Llevo una mano hacia su cabello y a los pocos segundos logro conciliar el sueño.¨ 


Estar aquí se vuelve una rutina que llega a ser tediosa; dormir, despertar, comer, dormir. A veces los pensamientos de lo que hubiera podido ser me asaltan, pero prefiero mantenerme ocupada hablando con Andreé sobre su familia y su vida en Mersh o caminando de vez en cuándo por los alrededores cuando no es peligroso. 

Hasta que al quinto día de la estancia obligada en aquella pequeña casa, decido acercarme a Louis mientras busca la manera de hacer algo de comer junto con Andreé que le hace tantas preguntas por minuto como le sea posible.

El chico se había ido días atrás y volvió con un poco de comida para todos.

—¿Cómo es la casa principal? —pregunta el gemelo sosteniendo la pequeña puerta de uno de los cajones superiores mientras el otro chico hurga dentro.

—Más grande... —responde con calma.— Y más cómoda y segura que ésta, Luke me pidió que los cuidara bien mientras... Bueno, mientras se hace algo, sólo tienes que esperar unos días más.

Todavía me extraña la amabilidad que ha tenido el chico con nosotros, teniendo en cuenta que decliné su oferta y los demás decidieron seguirme. La curiosidad no es tan grande cómo para tener que preguntar.

—Louis —digo acercándome a paso lento, no estoy segura de hacerlo.

El chico se voltea hacia mí con las cejas alzadas y un gesto de atención.

—¿Sí? —responde cerrando el cajón y dándole una palmadita en un hombro a Andreé quién se baja de la barra y deja el lugar.

—Te... quería saber si es posible... —me detengo a mitad de la frase, pensando cómo decirlo o expresarme.— ¿Hay alguna manera de hacer una llamada segura?

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora