Capítulo 10.

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—Hace día y medio, hoy es veintiuno —aclara como si hubiera leído mis pensamientos—. Si te dejábamos despertar hubieras podido sufrir convulsiones, ahora que te encuentras bien...

Ahora me encuentro bien. Ladeo la cabeza dando vueltas a mi cabeza. 

Trier...

—¿De qué lugar haz dicho que nos sacaron? —quiero saber. 

Intento acomodar mis ideas, pero parece más difícil que de costumbre.

Trier —repite, pero se corrige de inmediato—. Tréveris, ¿no conoces el idioma alemán?

Claro que lo conozco. Dios. Trier. Tréveris, ese era el detalle que se me escapaba. 

Esos hombres pensaban llevarnos a Tréveris, pero no lo pude recordar y había llevado a esos chicos a la boca del lobo sin saberlo. Y los chicos...

Me palpo el pecho, el estómago y las piernas hasta donde la mano me lo permite. Estoy completa, pero no creo que pueda mover mi cuerpo con coordinación si así lo quisiera, mucho menos levantarme. 

—Al parecer no lo tengo aquí, debo salir un momento, quédate aquí y no te muevas demasiado...

Uno, dos, tres golpes a la puerta. 

Sego a la chica con la mirada mientras rodea la camilla camino a la puerta que abre con una sonrisa en el rostro. Una cabellera chocolate se asoma, acompañada de unos ojos celestes y una sonrisa ávida.

Jules.

—Media hora por persona —dice dejando la habitación con una caja de medicinas bajo el brazo.

—Vengo en representación de otros dos —responde, haciéndose a un lado para dejarla pasar.

—Está bien —responde en un tono más dulce aún, si es posible.

Los ojos de Jules recorren toda la habitación con lentitud antes de mirarme a mí, a lo que alza las cejas junto con una sonrisa un poco fingida. Lo intentó, pero puedo notar perfectamente su reticencia a la situación. Deja caer los hombros antes de entrar y cerrar tras él.

—Lo siento —dice en voz baja y congestionada luego de un rato—. Estaba... mos preocupados.

Está cambiado y con un aspecto mejor que el que recordaba; la forma en que aferraba el volante al no tener otra elección, como movía sus hombros tratando de liberar el estrés y la preocupación en su voz...

Pero sus ojos demuestran todo el sufrimiento por el que está pasando

—¿Qué sucedió? —pregunto luego de aclararme la garganta. 

El chico se apresura a ofrecerme una pequeña botella de agua que tenía en la mano, pero al ver mi mano temblorosa decide abrirla y dármela el mismo. No sé si es tan notable como creo,  pero el disgusto me hierve en los poros. 

—Hace dos días cuando Michael y Owen los dejaron en la Base decidieron quedarse cerca por si cambiaban de opinión, o algo así... —comienza, rascándose la barbilla con una expresión difícil de entender—. Pero horas después luego de discutirlo muy bien decidieron irse, justo cuando los chicos se acercaron y les dijeron que debían ayudarles si querían salir con vida del lugar.

—Y tú... estuviste todo ese tiempo ahí —zanjo al oírlo.

—Lo siento mucho, en serio, te lo juro Khair —dice suplicante dando pasos incedisos hacia mí. 

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora