Capítulo 51.

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Acelero mis pasos mientras tomo la lata de pintura spray que consiguió Owen gasolinera de Lorich, en el preciso instante que las gotas de lluvia comienzan a caer con mayor intensidad. Me detuve en seco al ver dos policías pasar en dirección contraria a mí y bajo el rostro esperando que pasen. 

Mi plan inicial era pintar sobre la pared lateral de la alcaldía, pero la lluvia se encargará de borrarlo antes de que alguien lo pueda ver. Me quito la gorra mientras siento mis pasos hundirse en la gravilla del jardín delantero de la biblioteca, sus paredes de concreto se han oscurecido por culpa de la lluvia, pero hay una que se encuentra protegida por una especie de lona de construcción.

Corro hacia esa pared y tomo un cubo de basura para pararme encima de él mientras sacudo la lata oyendo el pequeño trozo de metal en su interior. Los trazos no son los más limpios ni nada por el estilo, pero me encargo de que el dibujo sea lo más claro posible. 

Un estudiante que sale en ese momento extendiendo una sombrilla me ve, pero en lugar de alertar a alguien, gira el rostro y sigue su camino sin decir nada. Es la única vez que agradezco que me ignoren. 

Oigo las gotas caer sobre los hombros de mi chaqueta y trazo las líneas formando la palabra alive y otra a un lado del dibujo. Al terminar tiro la lata mirando justo a la cámara de movimiento que sigue al chico y giro el rostro, bajando de aquel banco, dejando detrás de mí el olor de la pintura. 

Recojo la gorra de la gravilla y echo a correr en dirección a un callejón entre una cafetería y una tienda de suministros.

—¡Eh! —grita el guardia de la biblioteca, alertando a las personas alrededor—. ¡Detente!

Siento mi corazón acelerarse hasta sentirlo en la sien debajo de la gorra y echo a correr doblando el cuerpo para cruzar entre dos contenedores de basura. No quiero pelear, no tengo por qué. Saco cómo puedo el celular y lo desbloqueo limpiando la pantalla cada cierto tiempo para enviar el mensaje a Jules. 

Poca señal.

Aprieto el aparato entre las manos y lo guardo, ajustando la gorra en mi cabeza. Oigo los gritos del guardia detrás de mí y salto una caja antes de que me alcance. Otro hombre, que tiene un uniforme similar aparece por un lado de un callejón alterno que no había visto, buscando atraparme. Trato de esquivarlo, pero el hombre se me tira encima y me hace caer. 

Suelto un grito al golpear mi codo y sentir un corrientazo que casi me deja inmóvil pero me libero de su agarre clavándole una rodilla en el estómago.

Me levanto de inmediato y siento el celular vibrar en el bolsillo, pero no presto atención porque en ese momento recibo un golpe en el pecho que me hace botar lagrimas, me doblo sobre mi cuerpo y apoyo una mano en el suelo cuando me hace caer de nuevo sobre mi costado.

—¡Levántate, vándala! —vocea y me jala del cuello de la chaqueta—. Por ustedes el país está cómo...

La voz del hombre se corta al hacerme girar sobre mi cuerpo y ver mi rostro descubierto, aguantando la respiración mientras hago un esfuerzo por resistirme a su agarre. Se le abren los ojos y titubea, momento que aprovecho para alzar mi pie izquierdo y encajarle una patada en la canilla que lo hace doblarse sobre su cuerpo. 

Alzo la cadera usando mi mano cómo apoyo y lo empujo con otra patada en el costado mientras se retuerce de dolor. Me incorporo y comienzo a correr para salir del pasillo antes de que alguien más llegue. Estoy adolorida, pero seguí caminando.

—¿Dónde estás? —pregunto tanteando todos mis bolsillos, recuerdo haberlo dejado en el bolsillo del pantalón.

Giro el rostro sobre él pecho, a lo lejos y con mucho esfuerzo alcanzo a ver el pequeño aparato al lado del cuerpo del guardia de la biblioteca. No tengo tiempo de volver, me ajusto la chaqueta sobre los hombros y rodeo la cuadra en busca de la calle paralela a la avenida, miro hacia ambos lados y echo a correr calle abajo, contando una a una las cuadras que voy recorriendo. 

A Través de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora