𝐈𝐕 ⚜

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⠀⠀⠀-Deberías empezar a...

⠀⠀⠀-Deberías dejarme en paz.

⠀⠀⠀-¿Alguna vez te han dicho que eres muy desagradable?

Annelise admite que quizá la forma en la que le ha hablado no era la mejor, pero hasta que su situación de rehén termine, pretende justificar todas y cada una de las faltas cometidas hacia cualquiera de los hermanos y eso incluye a Laito, aún si su comentario inicial tenía buena fe. Annelise le pidió perdón cerrando la boca y dejando que se acercara a ella para corregirla.

⠀⠀⠀-No llego con los dedos.

⠀⠀⠀-Hm.

⠀⠀⠀-No soy capaz de estirarlos. Y tampoco puedo hacerlos temblar. Y tampoco puedo cambiar de una nota muy grave a una muy aguda.

Laito enarca una ceja con desaprobación, con la gracia de un profesor de ballet indignado. Por un momento se parece lo suficiente a Arthur como para que las teorías de Freud florezcan en su cabeza. Annelise decide no comentar nada. Definitivamente este no es el momento para comentar las similitudes que ambos presentan con sus figuras paternas y maternas. Laito obvia, o parece obviar, bastante bien la inclinación semejante que los ojos de Annelise se elevan con los de Cordelia, así como ella trata de eliminar el patrón de la mandíbula de Laito, como si él mismo y Arthur hubieran sido diseñados por el mismo arquitecto.

Con la diferencia de que cuando Laito hace un comentario ingenioso, ella sonríe. Pero cuando ella entorna los ojos con satisfacción Laito se alerta.

Sin embargo ahora no parece mostrarlo. Saca las partituras mal dobladas y manchadas con resina del viejo estuche de violín y comienza a superponer las hojas, descartando aquellas que sabe que no podrá tocar. Frunce los labios y la mira enseñándole una de las hojas.

⠀⠀⠀-Osea, Chopin no.

⠀⠀⠀-Y Vivaldi tampoco.

⠀⠀⠀-¿Paganini?

Annelise lo mira como si acabara de insultarla. Laito decide no reírse, y esa decisión es tremendamente acertada.

⠀⠀⠀-Estarás de maldita broma.

⠀⠀⠀-Entonces Brahms.

Annelise sonríe y vuelve a tener cinco años cuando Laito menciona a Brahms. Pero entonces suspira, él lo ha dicho con la mejor intención del mundo pero no sabe si podrá tocar lo que tiene de Brahms. Para su suerte, Laito también llega a la misma conclusión que ella y lo menciona para que no tenga que decirlo.

⠀⠀⠀-El vibrato...

⠀⠀⠀-Lo acababa de pensar.

Laito se queda callado durante tanto tiempo que Annelise casi quiere disculparse solo por llenar el silencio con su voz, como si aquello fuera a darle una solución a él y una cura a ella. Simplemente suspira y se deja caer sobre la butaca de terciopelo verde que él solía monopolizar, Laito se queda mirando un punto muerto entre el entramado de la madera del suelo y suspira frunciendo un poco los labios. Annelise casi sonríe cuando se da cuenta de que se le están pegando expresiones y gestos de ella misma.

Entonces Laito saca una moneda del bolsillo y se la da a Annelise, cerrando el puño sobre su palma y dejando caer el metal frío sobre su piel. El material es pesado, rugoso y viejo, antiguo. Cuando Annie abre la mano para descubrirlo, se sorprende al ver un precioso denario.

Siente su corazón latir contra su garganta.

⠀⠀⠀-¿Por qué tienes un denario?

⠀⠀⠀-¿Qué importa eso? Simplemente lo encontré. Iba a dártelo de todas formas. Roma no me llama. Me gusta más Grecia.

Lo dice con tanta ligereza que Annelise le limaría los colmillos con el denario si no estuviera tan ensimismada acariciando los relieves, y regañándose a sí misma por no saber nada de numismática. Señala el perfil del denario y le mira a los ojos.

⠀⠀⠀-¿Quién es?

⠀⠀⠀-Caracalla.

Laito extiende la mano y coloca el denario en la base del nudillo de su pulgar y lo desliza hacia su dedo índice; entonces su dedo corazón balancea la moneda sobre su nudillo hasta su dedo anular, y lo recoge con el meñique para volver a colocarlo en el pulgar.
Era como un truco de magia, y Annelise no podía dejar de mirar y repetir el proceso en su cabeza. La moneda parecía bailar entre sus nudillos, y Laito apenas estaba moviendo los dedos.

⠀⠀⠀-Si haces ejercicios con el denario alomejor puedes facilitarte tocar el violín. El movimiento de los dedos es el mismo. Y puedes repetirlo todas las veces que quieras, no es un movimiento cansado.

Annelise de queda tan fría como el propio denario en la palma helada de Laito, quien procede rápidamente a explicarse. Dios no quiera que empezase a pensar que pensaba en ella.

⠀⠀⠀-Lo estuve pensando ayer.

Para que la tensión de sus miradas no se alargue más, Laito le cede la moneda a Annelise y ella trata de recrear lo que Laito acaba de hacer, sin decir una palabra. Pero se le cae al suelo, y cuando él se agacha para volver a dárselo Annelise se da cuenta; Laito no tuvo esta idea ayer, es demasiado complicado aprender a hacer bailar una moneda en una tarde, no con la soltura con la que él ha aprendido.

O Laito es un genio, lo cual ella misma a veces sospecha, o definitivamente lleva más de una tarde y una noche pensando cómo puede ella volver a tocar el violín.

⠀⠀⠀-Gracias.

Laito no contesta, pero le sonríe.

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Arthur White peinando a su sobrina mayor antes de dejar que monte a caballo

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Arthur White peinando a su sobrina mayor antes de dejar que monte a caballo. "¡No puede galopar con todo ese pelo en la cara!"
Fotografiados por Marie White
4 de mayo de 2002
Aix en Provence


𝐒𝐢𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 ⚜ 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐤 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora