𝐕𝐈 ⚜

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Antes de que fuera a poner un pie más allá de la barandilla del balcón del segundo piso, alguien agarró su muñeca.

Su muñeca. No su mano. Fuera quien fuere quería salvarla de caer del balcón, eso es lo que pudo deducir, sin embargo Annelise era lo suficientemente funcional aún drogada por cuatro clases de venenos distintos sin haber comido bocado en la cena como para intuir quién podía ser.

Aunque esta vez no fue cuestión de inteligencia. Ella simplemente ha memorizado la forma de sus manos. Le ha visto acariciar las teclas del piano de la sala cientos de veces, Annelise conoce las manos de Laito mejor que las suyas.

⠀⠀⠀-Qué diablos estás haciendo.

La voz de Laito sonaba tan grave que si su cerebro no hubiera estado subyugado por químicos, ella se habría asustado hasta tropezarse y caer del balcón. Sin embargo un resquicio de instinto de supervivencia se hace presente en su biología cuando escucha a Laito hablarle seriamente por primera vez. Su voz es tan rígida. Suena tan amarga e intensa como un whiskey sin hielo. Ahora que Laito no diluía su tono en una voz cantarina y suave, el aliento de Annelise se atasca en su garganta y sus labios se despegan.

Está completamente suspendida sobre el abismo. Uno de sus pies descalzos está en contacto con el frío ambiente de una noche brumosa en el ala oeste de la mansión Sakamaki, el camisón blanco roto de lino y algodón vuela alrededor de sus rodillas y una de las mangas se desliza por la pronunciada curvatura de su hombro, exponiendo la piel suave de una humana que no ha sido mordida en su vida.

Los dedos de Laito están fríos cuando tiran de su muñeca hacia atrás y la alejan de la barandilla del balcón. Annelise cree que alucina cuando entrevé que los músculos de los ojos de Laito se entrecierran y se relajan cuando sus dos pies están en suelo firme. Agarra su muñeca tan fuerte que casi le deja marca.

⠀⠀⠀-¿En qué estabas pensando?

⠀⠀⠀-En escapar.

⠀⠀⠀-¿Y no podías escaparte por la puerta?
A esta altura se puede matar a un vampiro.

Los ojos de Annelise están vidriosos y los colores se desdibujan en su iris hasta que se tornan en un turquesa sucio. Él nunca la había visto tan pálida. Cuando arrastra su párpado inferior suavemente con el dedo para comprobar el color de su conjuntiva, cierra los labios y suspira, está completamente blanca. Annelise no solo tiene anemia, sino que además le gusta bailar con la muerte y jugar a las cartas con ella, con todos sus ases a la vista.

⠀⠀⠀-¿Te das cuenta de que si sigues así te acabarás matando tú misma antes de que ningún vampiro te toque?

⠀⠀⠀-Casi lo prefiero.

⠀⠀⠀-No digas eso.

Pero Laito sabe que Annelise es demasiado lógica como para dar una respuesta enfurruñada o victimista, verdaderamente pensaba que eso era mejor, y él también lo pensaba. No sabe hasta qué punto es prudencial olvidar el tema. Cuando la observa detenidamente se fija en que tiene el pelo un poco enredado, los labios cortados por el frío y profundas ojeras azuladas bajo sus pestañas inferiores.

La toma de la barbilla para comprobar que nadie la ha mordido y mueve su cuello con delicadeza y urgencia a la vez para inspeccionar un cuello completamente blanco y virgen. A excepción de una primera mordedura que fue la última. Laito aún recuerda el sabor ferroso y agrietado de su sangre, la dulzura enfermiza e insoportable que se extiende por la garganta con el primer trago y que puede matarte al segundo.

⠀⠀⠀-¿Cómo lo sabes?

⠀⠀⠀-¿Hm?

⠀⠀⠀-Has dicho que desde esta distancia un vampiro podría morir por la caída. ¿Cómo lo sabes? No está tan alto. Alomejor uno herido sí, pero no uno ileso.

Laito jura que a veces Annelise da miedo. La mira a los ojos sin ninguna expresión en su semblante o en su boca, ni en sus cejas ni en sus mejillas, solo la mira como si se hubiera perdido en el lunar que la humana tiene debajo del ojo izquierdo. Tampoco está pensando.

⠀⠀⠀-¿Laito?

⠀⠀⠀-Supongo que tienes razón. Si un vampiro está herido morirá si cae desde aquí. Así que un humano también.

Apoya una de sus palmas frías que ella se sabe de memoria en su frente para tratar de adivinar qué le ocurre, pero no hay rastro de fiebre, por su bien y por el de ella decide no preguntar, claramente puede deducir por qué está actuando tan extraño, pero no quiere preguntar y enfadarse cuando ella le diga que tiene concentrados líquidos de cianuro, cicuta y arsénico en la habitación.

⠀⠀⠀-Deberías comer algo.

A Annelise le tiemblan las piernas cuando poco a poco comienza a recobrar sobriedad y conciencia de lo que acaba de pasar.
Si no hubiera sido por Laito, se habría caído de un balcón a diez metros del suelo. Ella no le da las gracias, pero se agarra a su brazo para caminar hacia la cocina.

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Annelise y el gato de Arthur en la casa de campo de Lyon

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Annelise y el gato de Arthur en la casa de campo de Lyon.
Fotografiados por Arthur White
el 20 de marzo de 2001.
Lyon. Francia.

𝐒𝐢𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 ⚜ 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐤 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora