⚜ 𝐄𝐗𝐄𝐔𝐍𝐓 𝐎𝐌𝐍𝐄𝐒 ⚜

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El despacho de Arthur estaba situado en el lugar más recóndito y escondido de la mansión de los White. Dispuesto en la hermosa arquitectura de la finca para que fuera cálido en invierno y fresco en verano. Daba al patio interior en el que Annelise solía practicar con el violín cuando estaba falta de vitamina D, y donde Marie se batía en duelo una y otra y otra vez consigo misma cuando aprendió a dominar sable, espada y florete por igual. Desde ahí se veía el establo donde Rigel alertaba a Antares hasta de los pájaros, la fuente blanca en la que se posaban algunas ninfas abandonadas por sus dueños y que Alcibíades tenía prohibido frecuentar debido a la cantidad de pequeños gorriones que el animal ofrecía como regalo a todas las personas que caían en gracia de la majestuosa lechuza de campanario.

También se veían los cerúleos mares de lirios y lilas que se mezclaban con las viñas y los naranjos, por los que los pavos reales blancos y azules campaban a sus anchas y despertaban a los integrantes de la casa a altas horas de la mañana. Algo que la pelirroja odiaba, y la rubia agradecía. Como las funciones de la luna y el sol; Annelise se encargaba de acostarse tarde para colocar todos los libros y asegurarse de que todo estaba en orden, y Marie era la que se levantaba temprano para que los pájaros se arremolinaran a su alrededor y se pelearan por el trigo de sus manos.

Annelise solía ir al despacho a robarle algún libro a Arthur, como si Arthur no supiera perfectamente que quería ese libro y lo pusiera en un lugar al alcance de la joven para que no hiciera ruido al llevárselo. Marie solía ir a su despacho a observarle "a escondidas". A ver lo que hacía, qué libros tomaba cuando se levantaba... y sobre todo a comprobar si la notaba. Si sabía que estaba ahí.

⠀⠀⠀-Sé que estás ahí, Marie.

Y eso la consolaba a un nivel que nadie podría jamás comprender. Porque sabía que, si algún día se perdía, Arthur la encontraría, sabría dónde buscar, y qué decir para que Marie volviera de donde estaba escondida, con las manos detrás de la espalda, una pequeña reverencia y una sonrisa radiante.

Su último día en la mansión White no iba a ser distinto. Pero la voz de Arthur no era en absoluto animosa y feliz de tenerla con él, porque sabía perfectamente que, en tres horas y media, se llevaban a su hija.

⠀⠀⠀-Sé que estás ahí, Marie.

Arthur White observó a la niña que recogió de los Campos Elíseos como si fuera la última vez que fuera a verla. Aquellos trece años con ella habían sido lo mejor de su vida, y estaría eternamente agradecido por haber perdido su vuelo aquel día lleno de nieve.

Y como siempre, Marie estaba sonreía.

⠀⠀⠀-Tienes un plan... ¿Me lo quieres contar?

Asiente y cierra la puerta detrás de ella. Hay una taza de chocolate para ella esperándole en la mesa del despacho. Marie solo necesitó contar su plan una vez. Arthur lo entendió todo a la primera, y no hizo ninguna pregunta. La arquitectura de su planificación era digna de Alejandro Magno, de Tucídides, de Alcibíades, Trajano, Atila, Amílcar, Bismarck, Napoleón, Shulgi... y desde luego de alguien que había aprendido de él mismo.

⠀⠀⠀-No les has contado esta última parte. ¿No crees que Akira y Alexander podrían desplomarse si les llega esa noticia? Se lo están jugando todo a tu carta. Si creen que su caballo ganador ha...

⠀⠀⠀-Akira podría preocuparse y congelarse, o lo que es peor, podría enfurecerse e ir a por mí. Y Ryukyu podría darse por vencido y tomar decisiones rápidamente basadas en miedo...

⠀⠀⠀-¿Qué quieres que les diga si les llega la noticia?

Arthur ni siquiera se sorprendió cuando Marie ya tenía una respuesta pensada a su pregunta. Era obvio que había pensado en eso, como siempre lo hacía.

⠀⠀⠀-No voy a poder salir a verte cuando Karl llegue. Estoy bastante seguro de que Akira le ha dado instrucciones a Alexander para que me contenga de ir a por ti cuando haya terminado de escoltarte...

Eso significaba que el abrazo debía ser ahora. Arthur no tenía que mencionarlo y ella no tenía que pedirlo. La estruja entre sus brazos hasta que los botones de la casaca se le clavan entre las costillas.

⠀⠀⠀-En caso de que creas que no puedes ganar, algo que dudo profundamente, empieza a vestirte de rojo e iré a por ti. ¿Está bien?

Marie se ríe. Definitivamente su inteligencia estaba muy por debajo de la de Arthur, ella habría dado con un método mil veces más rebuscado, retorcido, complicado y enrevesado para notificar el peligro que la ropa.

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𝐅𝐈𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄
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𝐒𝐢𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 ⚜ 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐤 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora