𝐗𝐕 ⚜

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𝐋𝐋𝐄𝐕𝐀𝐁𝐀 𝐓𝐑𝐄𝐒 𝐃𝐈́𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐂𝐎𝐍𝐒𝐂𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐓𝐎́
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No reconoce de quién son los ojos de la persona que la despierta. Siente que alguien entra a su habitación en un silencio sepulcral y su vista borrosa es capaz de vislumbrar un atisbo de sombra proyectarse detrás de la puerta. La figura se sienta en la silla en la que suele dejarse caer exhausto Laito cada noche para dormir con ella. Annelise honestamente no sabe qué hora es ni mucho menos cuánto tiempo lleva dormida. Pero sea quien sea, no presenta una amenaza. Ella lo sabe.

La intuición de Annelise siempre vino desde algún lugar escondido en lo más profundo de ella misma. Annie muchas veces no tenía la necesidad de deducir las cosas. Ella ya sabía qué iba a pasar. A diferencia de Laito y al igual que Marie, los momentos de Eureka llegaban a ella en cualquier instante, y era algo que jamás podría entrenar a forzar. No porque no pudiera, sino porque probablemente no le quedaba tiempo.

El rostro de Akira apareció en su mente cuando escuchó sus pasos, fruto de tantos meses en la mansión Sakamaki, Annelise había aprendido a reconocer el errar y la desviación típica de cada uno de los hermanos al andar, Akira no era menos. Sin embargo ella ya sabía que Akira iba a venir.
Cuando se giró en la cama para encararla y abrió los ojos, una profunda mueca de decepción y casi culpa se arremolinó más allá de sus pestañas blancas y Annie entornó los ojos. Algo le había ocurrido. De nuevo no habría forma lógica de deducirlo y por eso no podría hablarlo con Laito, pero Annie sabía que algo en Akira se había truncado.

¿Qué te han hecho?

⠀⠀⠀-¿Te he despertado?

⠀⠀⠀-¿Qué hora es?

⠀⠀⠀-Las siete y media de la tarde.

⠀⠀⠀-Entonces no.

Akira rueda los ojos, consciente de que algunos principios se mantienen estables independientemente de las circunstancias. Observa a Annelise como si fuera la prueba visible del principio de inercia. Ni el sueño, ni los medicamentos ni siquiera su enfermedad habían alterado nada en ella que no fuera su salud y su apariencia.
Akira se sienta en una silla cercana y dobla ligeramente su espalda para que Annelise no tenga que forzar su cuello para mirarla a los ojos. La albina la observa como quien se sienta a contemplar un león anciano. Su pelaje ya no brilla, y sus ojos están nublados. Pero de alguna manera hay aún un destello clásico que trata de hacerse camino entre su sangre de plata y mercurio.
Akira siente que no tiene derecho a mirarla. Y sin embargo no hay cosa que Annelise necesite más.

Que la miren.
No hay nada peor para un artista que el hecho de que no miren la forma en la que muere. Y a Annelise le queda poco tiempo.

⠀⠀⠀-¿Cómo estás?

⠀⠀⠀-¿Y tú?

⠀⠀⠀-Yo he preguntado primero.

Si tuviera las fuerzas para debatir con Akira, le habría dado el infinito placer de haber tenido un pequeño juego de tira y afloja con ella. Pero esta vez no pudo, y Annelise simplemente cedió a contarle la verdad, y eso preocupó aún más a la bruja.

⠀⠀⠀-No lo sé, Akira... No lo sé. Si te diera alguna respuesta te estaría mintiendo.

⠀⠀⠀-¿Qué le dices a Ryu cuando te pregunta lo mismo?

⠀⠀⠀-Que estoy bien.

Akira celebra una pequeña victoria interior pero simplemente sonríe con una gota de sorna destilando de sus labios. Annelise rueda los ojos turquesa y le devuelve la sonrisa.

⠀⠀⠀-¿Él te cree?

⠀⠀⠀-Probablemente no.

Akira ríe por no llorar. Lo cierto es que Annie nunca ha visto a Akira llorar. Ha visto a Laito llorar, ha visto a Arthur llorar, ha escuchado a Ryu mascullar con tristeza unas cuantas disculpas y maldiciones al aire, ha escuchado a Marie callar y sonreír... Ha presenciado las muestras de tristeza que cada persona a su alrededor ha mostrado o ha escondido.
Y ella las ha captado. Las ha entendido. Una lágrima de Arthur, una sonrisa de Marie, un murmullo de Ryu, un soplo de Laito...

Y nada por parte de Akira.
Absolutamente nada.

Annelise se inclina lo mejor que puede ante su amiga y besa su sien con reverencia. Las manos de Akira se crispan. Es dolorosamente obvia la forma en la que Annelise se despide.

La presencia de la joven cada vez está más diluida en la casa, y queda poco para que el hilo de su vida se desmigaje. Y Akira piensa que aún no le ha leído las cartas, y Ryu aún no le ha pintado un retrato, y Laito aún no la ha besado, Arthur aún no le ha enseñado a separar veneno de agua, Marie aún no le ha dicho que la ha perdonado por marcharse.
Las vidas humanas no solo eran frágiles, eran incompletas por bellas que fueran. Las risas de una niña de mechones de caramelo rojizos estaban impresas en las paredes de la casa y pronto habría que encerrar todos los retratos e imágenes de Annelise en su cuarto y se convertiría en la razón por la que Arthur no sonreirá y Marie dirá que no tiene padres ni hermanos.

Las fotografías pasarían a ser meros testimonios de luz que probaron que Annelise White alguna vez existió, y su conciencia brillante desaparecería más allá de su letargo.

Y Akira tendría que verlo.
Había una razón por la que nunca le gustó interactuar con humanos. Y Annelise tiene el poder de ser el humano más insignificante y débil que ha visto y sin embargo, el más dañino y doloroso y el que más ha desgarrado su carne al clavar las garras en su piel y tirar.
Akira ni siquiera se dio cuenta de que sus ojos se ponían vidriosos, la vista afilada y entrenada de Annelise lo habría visto incluso envuelta en niebla.

⠀⠀⠀-¿Has probado a...? No lo sé, quizá... Solo tengas que descansar... O comer un poco más, o... O quizá si te moviéramos de la cama... O... Incluso si pudieras contarme tus síntomas específicos para tratar de buscar alguna medicina o...

Annelise ha vivido las fases del duelo el número suficiente de veces para saber identificar la negociación cuando la veía. Marie aún está en ira, está segura. Ryu parece compartir fase con su hermana, Laito parece haberse estancado en la fase de negación por su propio bien y Arthur... Arthur no será capaz jamás de aceptarlo.

La cabeza de Akira está enterrada en sus manos, y trata de resquebrajar su cráneo en búsqueda de cualquier asomo de inspiración.

Su conciencia grita demasiado alto como para notar la forma en la que Annelise deja de respirar.

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𝐋𝐋𝐄𝐕𝐀𝐁𝐀 𝐓𝐑𝐄𝐒 𝐃𝐈́𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐂𝐎𝐍𝐒𝐂𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄, 𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐈́𝐀 𝐍𝐀𝐃𝐀 𝐌𝐀́𝐒
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No reconoce de quién son los ojos de la persona que la despierta. Siente que alguien zarandea su hombro con unos dedos fríos y temblorosos. Su frente ha adoptado la forma de las vetas de la madera y cuando se despierta apenas son las ocho de la tarde.
Al girar la cabeza, el corazón de Marie se cae al suelo.
Era esa intuición tácita que compartía con su hermana la que la hacía desear estar equivocada.

⠀⠀⠀-¿Qué pasa?

Ni siquiera necesitó que Ryu le dijera absolutamente nada. Arthur no estaba y Laito tampoco.
Los ojos de Akira estaban hinchados y no podía hablar. El color abandona las mejillas de Marie y la mirada del ángel caído se reproduce más allá de sus pestañas doradas.

⠀⠀⠀-Es tu hermana.

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𝐒𝐢𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 ⚜ 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐤 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora