𝐗𝐈𝐈 ⚜

35 5 19
                                    

.
.
.
.

Tenía un solo objetivo esa noche. Solo uno. Dar con Akira Sasaki. No sabía quién era, tenía una descripción, un nombre y un apellido. Pero nada más que eso.

Diantres. Ese maldito vestido era demasiado largo. Era condenadamente largo. Kanato se había empeñado en vestirla y en peinarla, y ahora parecía una muñeca de porcelana que se había escapado de su cajita. El vestido de terciopelo era tan condenadamente asfixiante que hasta Reiji la había mirado con lástima cuando la vio enfundada en esa tela gruesa azul marino que apenas le dejaba respirar.

Gracias al cielo que había podido arrancarse los volantes de las mangas francesas y del cuello de corte imperio, y agradeció no tener que vestirse así en su día a día.

⠀⠀⠀—Ne, Marie. ¿Por qué siempre vistes de azul? —Había comentado Kanato a su lado, abrazado a su oso y sin querer bailar con nadie, por el simple hecho de que no quería soltar el peluche para tomar las manos de alguien.

⠀⠀⠀—Para que se note. —El azul era su color como el blanco era el de su hermana. Incluso su uniforme de esgrima era azul marino. Sus zapatos, sus cintas, sus camisas, su pijama, su montura. Todo debía ser azul.

Cualquiera que se fijase, se daría cuenta de que la menor de las White no solo únicamente vestía ese color, sino que además se las había arreglado para decorar su habitación en la mansión de forma que el terciopelo azul noche y los bordados en dorado apagado estuvieran estrictamente diseñados para que la niña pareciera una reina en su habitación, tanto era así, que había conseguido que nadie entrase sin llamar.

Annelise lo había considerado una pérdida de tiempo y un despropósito de esfuerzo, pero para Marie, la apariencia era muy, muy, pero que muy importante.
Y el color azul la envolvía de una forma feérica.

Necesitaba que todo fuera perfecto. Perfecto por fuera, para que nadie asumiera (o peor, averiguara) nada de dentro. Sus ojos debían parecer dos océanos atlánticos, tormentosos y profundos, y su cabello debía parecer una caricia del mismísimo Rey Midas.

Y ella vestiría de azul toda su vida, porque no tenía el derecho de vestir de blanco.

Incluso si ahora ese vestido de terciopelo de color azul le suponía más desventajas que beneficios.

Definitivamente no le estaba ayudando en absoluto en su tarea de encontrar a Akira Sasaki.
Marie había mirado más de una vez a la persona con la que bailaba a Annelise, pero por mucho que entornase los ojos para asegurarse de que la descripción encajaba, esa persona tenía los ojos ámbar, no verdes. “Albina de ojos verdes, albina de ojos verdes, albina de ojos verdes… diablos, ¿Cómo es posible que alguien así pase desapercibida?” ¿Es que no está en el baile? ¿Con quién está bailando Ruki? ¿Y Reiji?

Un gruñido de frustración se le escapa cuando las personas se amontonan a esperar a que les saquen a bailar, y Marie aún no pasa del metro cuarenta y cinco.

Entonces, sus rodillas y sus manos se precipitaron contra el suelo cuando se pisó la falda del vestido, y su piel se escamó y se quemó con la tela rugosa del terciopelo.

Se tropezó con tal torpeza que incluso uno de los vampiros que estaba sentado hizo ademán de apartarse para que no se diera de bruces contra la silla. Por suerte, nadie excepto esta persona misteriosa enfundado en una casaca imperial negra se había dado cuenta de eso. Una voz gruesa y grave le atravesó los pulmones.

⠀⠀⠀—¿Estás bien?

Marie no contestó. Le dolía demasiado la rodilla como para pensar en contestar. La piel de las muñecas se le había levantado en pequeñas láminas arrugadas sobre la herida, y cuando reveló sus rodillas fuera de la falda de terciopelo para soplar sobre el dolor, observó horrorizada el rastro estriado de la sangre esparciéndose por su piel.

𝐒𝐢𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 ⚜ 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐤 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora