CAPÍTULO 23

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¡I'm back, babies!

Haciendo los últimos cambios de sonido que tenía por hacer, Emilio se recostó sobre el respaldar de la silla giratoria, restregó sus ojos y luego se levantó, estirando sus extremidades.

Decidió que era tiempo de dejar el trabajo otro momento, ya había hecho demasiado durante toda la madrugada.

Salió de su estudio y se dirigió hacía la sala, dónde se escuchaban las carcajadas de Bethany y Joaquín.

Sus bebés estaban jugando sobre la alfombra, Joaquín se había puesto en campaña de inculcarle el arte a la pequeña, por lo que le daba lápices y hojas para que ésta dibujara lo que le salga y así habían estado toda la semana.

Emilio no tenía problemas con eso.

El castaño se encontraba muy concentrado en su propio boceto que pegó un chillido de sorpresa cuándo fué cargado por el mayor, cómo si de un pequeño bebé se tratara.

- ¡Emilioooooo! ¡Bájame tonto! - se quejó entre risas.

- ¿Quién es el bebote más precioso del mundo, Huh? ¿Quién, Joaco? - habló con su tonta voz infantil, ganándose risitas de parte de ambos.

- Bájame, Osorio. Hablo en serio - advirtió con una sonrisa.

- No me haz respondido, cariño. - vaciló.

El castaño rodó los ojos, sin apartar su sonrisa de su rostro para luego rendirse.

- ¡Yo! ¡Yo soy el bebote más precioso del mundo! - respondió aferrándose a los hombros del mayor y dejando pequeños besos en su cuello.

- ¡Claro que tú eres el bebote más precioso del mundo, mí amor! Y eres todo mío. - le siguió, el castaño negó divertido antes de besarlo.

- ¡To bebé, tamien! ¡To bebé titita! - dijo Bethany extendiendo sus brazos en dirección al rizado y abriendo y cerrando sus manitas.

La pequeña lo tenía totalmente bajo las palmas de sus manitos y Emilio no tenía problema alguno con ello.

Dejó en el suelo a Joaquín y ésta vez alzó a Bethany, llenando de besos todo su rostro.

- ¡Tú eres mí bebé chiquita y hermosa! - decía entre los besos que repartía.

- ¡Ti! ¡To bebé!

El castaño se moría de amor al ver tremenda imagen que le causaba diabetes, sin duda alguna, Emilio sería el padre más baboso, cariñoso y protector de todo el jodido mundo.

El castaño había estado pensando en que, para terminar de cerrar ese ciclo de duelo, debía entrar al cuarto de sus amigos y acomodar todo, guardar sus pertenencias y hacer una total limpieza en aquel cuarto.

Lo había decidido, pero necesitaba de la ayuda del rizado para hacerlo.

- ¿Amor? - llamó.

El rizado, quién seguía haciéndole mimos a la pequeña, giró su rostro en su dirección y le sonrió.

- ¿Si, mí vida?

- Yo.. - jugó con sus dedos hasta que volvió a subir la mirada. - quiero ordenar el cuarto de los chicos hoy.

El oji-café se sorprendió por la petición de Joaquín, pues, él había entrado a la habitación de los chicos, fué allí dónde encontró el obsequio de Nikolás para el castaño, pero sólo hizo eso, no estuvo más tiempo del debido allí adentro. Ahora, que Joaquín quisiera dar ese gran paso para, de alguna manera, cerrar aquel ciclo, sólo lo hacía amar más a su pequeño, por la valentía y fuerza que éste estaba demostrando.

Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora