CAPÍTULO 33

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¿Dónde estoy? ¿Acaso estoy muerto?

Sólo sé que me encuentro en un lugar oscuro, no puedo moverme, estoy entumecido. ¿Qué fué lo que me pasó? Recuerdos, cómo flashes vienen y se van. No sé que es lo que está pasando, pero no siento nada, ¿Cómo es posible no sentir, dolor, tristeza? Debe ser una maldita broma.

La voz de Joaquín se escucha a lo lejos, pero no puedo descifrar que es lo que dice. Grito y grito su nombre, pero él jamás responde. ¿Qué es lo que pasa?

- Estás en coma, idiota. - la burlona y conocida voz de ¿Eduardo?

- ¿Edu? - tragó con fuerza. - ¿Eduardo?

- Aquí, Osorio. - giro mí vista hacía dónde proviene su voz y por fin puedo moverme.

De pronto, todo aquel oscuro lugar en el que estaba desaparece. Estoy en ¿Mí antigua habitación? ¿Mí antigua casa?

- ¿Eduardo? ¿Qué..? - estoy confundido. No entiendo nada, pero él dijo que estaba en coma ¿Lo estoy? ¿Pero, porqué?

- Ven, Mailo, siéntate aquí. - palmeó el lugar a su lado. Su hermosa sonrisa, marcando aquellos hoyuelos que eran su mayor encanto.

- Edu.. oh mierda, ¡Eduardo! - sin dudarlo, lo abrazo con todas las fuerzas que me son posibles. De mis ojos se escapan lágrimas al volver a abrazar a mí mejor amigo, ahora si vuelvo a sentir, siento nostalgia, alegría y también siento tristeza. - oh, Edu, no sabes cuánto te he extrañado.

- Y yo a tí, Emilio. - nos separamos y ambos estamos sentados, apoyándonos en la cabecera de mí vieja cama.

- ¿Porqué estamos aquí? - pregunto.

- Pues, aquí era dónde siempre veníamos a contarnos todo ¿No? Creí que sería un buen escenario para estar más cómodos. - palmeó sus piernas.

- ¿Porqué estoy en coma, Eduardo?

- Tú dímelo, amigo. - encogió sus hombros.

- No, no lo recuerdo. - mí ceño está fruncido y siento un terrible dolor de cabeza al querer recordar.

- No te esfuerces, te haz dado un duro golpe en la cabeza, eh.

- ¿Qué fué lo que pasó? Ya dime, Eduardo. - me quejo.

- Oh, mí pequeño Emi, nunca haz tenido paciencia. - soltó una risita. - bueno, te diré. - se acomodó mejor en su lugar, viéndome con esos espléndidos ojos azules, brillantes y cálidos, cómo siempre lo fueron. - tú, amigo mío, te haz accidentado contra una camioneta. Estás en coma, y, no es por nada, pero sigues con vida gracias a mí. - cepilló sus uñas, cómo siempre hacía cuándo esperaba un agradecimiento por algo.

- ¡No sólo haz sido tú, Barquín! ¡Yo también cooperé! - un agudo chillido se oyó del otro lado de la puerta.

Los ojos del pelinegro se pusieron blancos. - ¡Un poco de privacidad, Niko! ¡Por favor!

- ¡Ya, pero no te lleves todo el crédito!

Sonreí, eso había sido tan malditamente familiar, pero de pronto, mis ojos se abrieron en sorpresa, quedándome congelado.

Imágenes golpeando mí mente, yo esquivando autos en la ruta, pero fallé en una, una camioneta, un impacto vidrios rompiéndose a mí alrededor, un golpe seco...

- Oh, mierda... Joaquín, Bethany.... Yo...

- No te preocupes, bueno, si preocúpate, pero Niko y yo los cuidamos, así que, tú tranquilo, por ahora. - comentó.

Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora