CAPÍTULO 34

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Tocando el claxon para que los portones se abrieran, el castaño condujo hacía el garaje, había tenido que volver de mala gana a Toluca para pagar las cuentas de la casa y también porque necesitaba corroborar de que todo seguía cómo la última vez que estuvieron allí. Para su suerte, su madre se encargaba de cuidar su hogar y regar las plantas. No sabría cómo agradecer la gran ayuda que sus progenitores le brindaban. Hoy día se cumplía 1 mes del accidente de Emilio y el castaño no podía esperar a que su amado abriera los ojos, lo extrañaba, mierda que lo extrañaba muchísimo. Sólo quería que despertase y que vuelvan a ser la pareja feliz y unida que habían sido antes de esa estúpida pelea por esa insignificante mujer. Se reprochaba a sí mismo todos los malditos días la inmadura actitud que había tenido para con el rizado, ¿Mandarlo todo a la mierda, sólo por un simple beso? ¡Qué estupidez!. La madre de Emilio se había hecho cargo de la empresa, el castaño también había ayudado en algo, no queriendo dejar a la mujer sola, puesto que estaba pasando por un horrible momento, perder a su esposo y que luego su hijo se accidentara debía doler cómo los mil demonios. Joaquín admiraba la fuerza y valentía que los Osorio poseían cada día más que el anterior. Su suegra y su novio hacían valer la palabra.









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Entrando a la residencia, se encaminó hacía el living, dónde encontró a su pequeña sobre la alfombra, con todo tipo de útiles a su alrededor, lápices, crayones, temperas y acuarelas, ésta se veía muy concentrada en su trabajo, lo que le hizo formar una gran sonrisa al ojimiel, haciéndolo recordarse a sí mismo de pequeño, al parecer había logrado su cometido en inculcarle el bello arte a la menor.

Acercándose a ella, se sentó en el suelo junto a la castaña y le dio un beso, ganándose una hermosa sonrisa. - Hola, Joaco.

- Hola mí amor. - respondió acariciando la mejilla regordeta de la niña. - ¿Cómo estás, Huh?

- Mien, ¿Tú? - preguntó antes de volver a su dibujo.

- Bien, cielo, ¿Qué dibujas?

- Mila. - tomando los bordes con ambas manitos, le mostró el dibujo. - ¿A tío Emi le bustara? - esponjosas nubes en un azulado cielo se mostraba en la parte superior, mientras que debajo se podían divisar 3 personas, dos grandes y una pequeña en medio, tomada por las manos de los primeros, con grandes sonrisas. - somos nosotlos.

- A Emi le encantará tu dibujo, bebé. Todos ellos. - volvió a besar su mejilla, Bethany se había encargado de dejarle todos los días distintos dibujos en la habitación del rizado cuándo lo iban a visitar. - me iré a bañar y luego iremos a verlo ¿Quieres?

- ¡Ti! ¡Mamos! ¡Prisa, prisa! - comenzó a dar pequeños saltitos mientras aplaudía.

- Que contenta estamos hoy, mí cielo. - la dulce voz de Niurka se oyó detrás de ellos.

Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora