CAPÍTULO 5

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¿Porqué mis padres debían avergonzarme de esa manera? Agh... No dudé en sacar de mí bolsillo la cajetilla de cigarros y prender uno. Inhalé y solté el humo, sintiéndome más relajado al momento.

Ésto no me gustaba para nada, lo peor es que mis padres parecían encantados con Emilio.. ¿Porqué mis progenitores me traicionaban de ésta manera?

- Deberías dejar esa porquería. - oí detrás de mí.

- Tú deberías no entrometerte en mí vida.

- ¿Porqué te fuiste así? Tus padres quieren pasar tiempo contigo.

- Están mufándose de mí.

- Eso no es cierto, Quín. - se acercó hasta sentarse a mí lado.

- ¿Y porqué me dices "Quín", Huh?  - preguntó dándole otra calada a su cigarro.

- No lo sé - se encogió de hombros - es un lindo apodo ¿Verdad?

- No, es tonto.

- No lo es.

- Si, lo es.

- ¿Prefieres que te llame así ó volvemos al muñeco?

- Preferiría que me llamaras Joaquín, por algo me nombraron de esa manera.

- Prefiero llamarte Quín y no podrás hacerme cambiar de opinión. - dijo firme el rizado. - vamos, deja esa mierda y..

- ¡Joaquín! ¡Emilio! ¡La bebé está llorando!

Se oyó la voz de Elizabeth desde dentro y ambos se apresuraron a entrar, corriendo escaleras arriba hasta que llegaron al cuarto de la bebé.

- Hey, princesa. - dijo Emilio, acercándose a la pequeña y cargándola entre sus brazos - tenemos visitas ¿Quieres ir a ver a los abuelos?

- Emilio.. ellos no..

- ¡Tiii abuelos! - gritó la pequeña.

El rizado ignoró al castaño y salió del cuarto, bajando las escaleras.

Ambos llegaron nuevamente a la sala y ambos señores se pararon con una sonrisa.

- Hola, hermosa. - dijo Elizabeth.

- Oh, pero mira que hermosura. - le siguió su marido. - ¿Puedo? - preguntó extendiendo sus brazos en dirección al oji-café.

- Claro, mira, Beth. Ellos son los abuelos Elizabeth y Uberto. - la pequeña se estiró hacía los brazos del mayor, quién rápidamente la tomó.

- Está enorme, hola bebé. ¿Quieres que los abuelos te den chocolates? - dijo Elizabeth tomando su cartera y sacando una barrita de ella. - mira, amor. ¿La quieres?

- ¡Ti!

Ambos mayores se sentaron, dejando a la niña en el medio y comenzaron a jugar con ella, haciéndole caras divertidas y haciendo a la pequeña reír.

- Creo que no seré el único que la malcrie, después de todo.. - dijo Emilio a su lado.

- Por lo menos admites que lo haces.




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Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora