CAPÍTULO 6

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Joaquín despertó - gracias al estúpido despertador. - y se estiró en la cama, restregando sus ojos, observó todo a su alrededor. Ya no estaba en su departamento, ésto estaba pasando.

Soltó un suspiro y se destapó, saliendo de la cama arrastrando los pies hasta el baño.

Hizo todas sus necesidades básicas, se bañó y cepilló sus dientes. No había dormido casi nada, sólo 5 horas - que para él no habían sido nada.- pero todo sea por su buen y humilde corazón, no sería tan cruel para esperar que el rizado se encargara del desayuno de ellos y de Beth, estando en el estado que lo había visto en la madrugada.

Así que haría su buena acción del día por ésta vez.

Fué hacía la habitación de Bethany para despertarla, pero no la encontró ahí.

Hizo lo mismo en el cuarto del rizado y tampoco estaba..

¿A dónde se había metido Emilio y encima con Bethany? ¿Acaso en un estado de delirio raptó a Beth y se la llevó lejos de él? Okey, el castaño ya se encontraba pensando incoherencias mientras entraba en una especie de pánico.

Bajó corriendo las escaleras y vió que estaba sólo.

- ¿Emilio? ¿Bethany? - gritó - ¡EMILIO! ¡BETH!

La puerta principal se abrió dejando ver a la pequeña corriendo con una paleta y una bolsa tan grande cómo ella, arrastrándola por el suelo. Y por atrás suyo, el rizado lleno de bolsas.

El castaño sintió su alma volver al cuerpo en cuánto el oji-café le regaló una linda sonrisa.

- Buenos días, Quín. - saludó cordial.

- ¿En dónde se habían metido? ¿Porqué no me avisaste que saldrías? ¿No te das cuenta que casi muero de un jodido infarto? ¡Eres un desconsiderado! - gritó haciendo que el rizado abriera los ojos sorprendido.

- Oye, bájale a tu moto, bebé. Primero, estuvimos de compras, segundo sí, te avisé. Dejé un post-it al lado de tu cama, tercero, si fuera un desconsiderado no te hubiese traído un latte para tí con muffins de chocolate, que sé que te gustan. - respondió suave y bajito, a comparación del castaño, quién estaba a los gritos.

- ¿Pero no estabas enfermo? Anoche casi te mueres. - preguntó confundido.

- Gracias a tus cuidados hoy ya me desperté cómo nuevo, así que, en agradecimiento por lo de anoche, fuí por tu desayuno preferido.

- Y-yo.. yo... - tragó saliva, no se esperaba para nada eso. - bueno... Es que.. ósea.. yo creí.. yo...  Bueno.. debería... Debería decir..

- De nada, Joaquín. - sonrió, interrumpiéndolo, sabía que era difícil para el castaño retractarse, y no tenía pensado en pelear hoy. - ven, vamos a desayunar.

- ¡Mila, tío, Joaco! ¡Emi complo fubete nuevo para mí - dijo emocionada la pequeña justo cuándo ambos entraron a la cocina. Le mostró una colección de pequeños unicornios en un estuche.

- Oh pero que hermoso, cielo, me encanta - sonrió enternecido el castaño. - a tío Emilio le encanta malcriarte - dijo alargando las vocales.

- Ya para con eso, Quín.

- Deja de decirme "Quín", es tonto. - bufó, pero en su interior sabía que no era cierto. Que el rizado haya pensado en un apodo para él, le hacía sentir un agradable cosquilleo en el estómago.

- Pues te aguantas, no voy a dejar de llamarte así.

- Contigo no se puede.

- Pues, contigo menos, bebé. - le guiñó un ojo sacando su propio desayuno y el de la pequeña,  para después cargar a Bethany y sentarla en su sillita. - ten, nena, es un rico yogurt de vainilla, cómo a tí te gusta. - tomó el pote y hundió la cuchara en él, sacando una porción del producto y acercándolo a ella. - ahí viene el avioncito - dijo con una estúpida voz infantil que hizo al castaño reír.

- Yumm, rico - habló la castañita, pasando la lengua por sus labios. - más, más.

Y así se pasaron la mañana, Joaquín burlándose de la tonta voz que el oji-café usaba y el otro sólo riendo y negando, en verdad había comenzado un gran día, hasta el momento.

- ¿Tienes trabajo hoy? - preguntó el rizado, a un lado del castaño, apoyado sobre la mesa, mientras lo observaba lavar las tazas y los platos que habían usado la noche anterior.

- Uh... Estoy trabajando en un nuevo libro, y tengo algunas pinturas para entregar, así que supongo que estaré libre en la tarde ¿Tú?

- Bueno, tengo que ir hasta la CDMX en unos días, será un corto viaje, sólo de unos pocos días, tal vez dos ó tres.

- ¿Cuándo te irás? - preguntó interesado el ojimiel.

- Supongo que el miércoles.

- Faltan 3 días para eso.

- Por eso quería hablarlo contigo, Joaquín. Sé que ésto es importante y que ambos debemos estar aquí, pero no puedo dejar todo  de un día para otro. - hizo una mueca, tratando de hablar lo más cuidadoso posible.

- Uhm... Supongo que puedo encargarme de Beth esos días que tú no estarás, no será difícil, de cualquier manera, puedo recurrir a mi mamá. - encogió sus hombros.

- Joder, no me gusta la idea de dejarlos sólos, pero es que no puedo faltar, es una reunión muy importante..

- Emilio. - por fin el castaño decidió cruzar miradas con el chico. - cómo te he dicho, estaremos bien, de verdad.

- Joaquín, tú aún no estás del todo...

- No importo yo, estaré bien para Bethany.

- También importas tú.

El castaño volvió a girarse, no queriendo enfrentar la mirada que Emilio estaba dándole, eso sólo lo hacía sentirse más nervioso.

- Cómo te he dicho..

- Olvida ésto, Joaquín. No he dicho nada. - se paró rígido para luego irse.

- Emilio.. ven aquí. - el castaño intentó hacer que el chico se quedara y seguir discutiendo el tema, pero el otro sólo ignoró su llamado. - por dios - pasó una mano por su frente.

Él no quería quedarse con la culpa de que Emilio dejara todo sólo porque aún no se sentía totalmente listo para afrontar ésta situación sólo. No quería parecer dependiente al muchacho.

Secó sus manos y se dirigió hacía dónde el rizado había ido, encontrándose con una hermosa imagen, que hizo asomar una sonrisa en su rostro mientras se cruzaba de brazos.

El rizado se encontraba con la pequeña en su regazo, dejando que ésta, aún sin saber cómo hacerlo, intentaba pasarle un labial por sus labios. La niña se había "maquillado" ella misma.

- lidto, Emi, ahora los dos estamos hermosos. - dijo la niña, dejando a un lado su labial de brillitos.

- ¿Me veo lindo, bebé? - preguntó el rizado estirando un piquito. Al ver al castaño frente a ellos, éste se sonrojó por la pregunta.

- Te ves muy lindo, osito teddy. - respondió.







 - respondió

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Seguimos........






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Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora