CAPÍTULO 7

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Los días pasaban y ellos iban llevándose mejor de lo que pensaron.

Hace casi 3 semanas, que ya se hospedaban en el que fué el hogar de sus mejores amigos. Joaquín aún no superaba el haber perdido a Nikolás. Más de una noche, Emilio lo había encontrado sentado en aquel sofá que yacía fuera, el del porche del fondo, abrazado al viejo sweater del ojiverde y llorando, pero Emilio sólo dejaba que él haga su duelo, cómo debía ser.

Para Emilio no todo era color de rosas, él también sufría, obviamente lo hacía. No había noche en la que el rizado no se durmiera dejando un mar de lágrimas en su cama.

Ambos chicos sufrían en silencio y demostraban sonrisas para cualquiera que los viera.

Los días eran tranquilos y puede que puedan llamarlos divertidos, los dos se habían puesto en campaña de elegir sus días en los que se harían cargo de las necesidades de Beth

- Okey, Bondoni. - dijo el rizado con un marcador en su mano. - los lunes, miércoles y viernes, me haré cargo totalmente del cuidado de Beth, mientras que tú .

- Me haré cargo en los martes, jueves y sábados. - siguió el castaño. - ¿Cómo le haremos los domingos?

- Bueno, propongo que ambos estemos juntos ese día, así cómo una familia normal lo haría ¿Qué dices?

- ¿Crees que somos una familia normal, Osorio? - preguntó divertido el ojimiel levantando una ceja.

- Por mí podríamos serlo.

- Oh, vamos. No te pongas sentimental. - bromeó.

- Podrías poner un poco más de tu parte, señor santurron.

- Estoy aquí, junto a tí, cuándo antes odiaba hacerlo, no me pidas más.

- Te gusta estarlo, pequeño.

- Oh, vete a la mierda.

- Ya estoy en ella, junto a tí.

Se sonreían, aún sin entender porqué, ellos nunca lo hacían. Ellos se odiaban. Ó eso querían hacerse creer.

Necesitaban verse fuertes por Bethany, esa era su única razón.

Fué en el cumplimes, cuándo los 3 se encontraban almorzando, que fué cuándo llamaron a su puerta.

No esperaban a nadie ese día ¿Quién podría venir a molestar a esa hora?

Emilio ordenó a Joaquín quedarse en el comedor con la niña, mientras él iba a fijarse quién era. El castaño no dijo nada en contra y se quedó allí.

El oji-café se apresuró a ir hacía la puerta y cuándo la abrió se encontró con una agradable sonrisa, de una hermosa pelinegra ojimarron. La mujer se quedó observándolo unos minutos, sólo degustando su vista.

- Muy buenos días, usted debe ser el señor Emilio Osorio ¿Cierto? - el nombrado asintió. - perfecto, mí nombre es Leidy Sánchez y soy la asistente social a cargo de su caso, señor.

El rizado sacudió la cabeza, aturdido ¿Asistente social? ¿Para qué?

- ¿Disculpe?

La pelinegra, sin borrar la sonrisa, continuó diciendo:

- Cómo debe estar al tanto, el gobierno exige que cada pareja que se haga cargo de un menor de edad cómo es en éstos casos, deba dar reportes de cómo están llevando la situación, si están en buenas condiciones y si el niño no presenta ningún tipo de problema. - comentó. - con ésto no quiero decir que ustedes no estén cuidándolo cómo se debe, pero, debido al protocolo, debo asegurarme de que los tres integrantes de mi caso estén en las mejores condiciones. ¿Me permite pasar a su hogar para corroborar que tengo razón?

Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora