CAPÍTULO 41 - FINAL

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25 de abril.

16:20.

Terminando de dejar que su estilista le diera los últimos toques a su vestimenta, un precioso traje blanco con sus bordes dorados diseñado al estilo a su gusto. El castaño trataba de no largarse a llorar allí, ya que le habían puesto una leve capa de maquillaje, mientras sus ojos estaban perfectamente delineados y sus pestañas naturalmente arqueadas, un leve brillo labial hacía resaltar sus preciosos labios, no podía estar más feliz y nervioso en ese momento.
Estaba a nada de entregarse a la persona que más amaba en el mundo en el sagrado matrimonio, uniendo así sus vidas en un juramento que debía y quería que fuese inquebrantable.

Emilio había querido seguir con la tradición de su familia, no quería romper con aquellos ideales; le había dicho una noche, que no importaba la manera ni el origen ni mucho menos la religión, mientras sea con él, aceptaría sin dudar. Él había aceptado, pero no la antigua tradición de su familia, sino la moderna. El rizado era todo lo que pudo haber deseado y mucho más, cada día era una nueva aventura y un nuevo aprendizaje a su lado.

Había tanto de Osorio que él admiraba, desde la manera en la que afrontaba los problemas y obstáculos, hasta la manera en la que muy pocas veces le permitía ver su vulnerabilidad cuándo bajaba sus defensas, siempre mostrándole todos sus fuertes y sus puntos débiles al castaño. Dándole la llave de su corazón ciegamente y también poniendo toda su confianza en su amado.

Emilio era una persona digna, con un corazón enorme y una fuerza insuperable, se lo demostró desde el inicio de todo ésto. Una persona que daba todo sin esperar nada a cambio, uno que amaba genuinamente, que lo amaba a él y a Bethany, su pequeña familia.

Joaquín no podía haber pedido a alguien mejor, no había nadie que pudiera igualar al oji-café.

Era único.

- ¿Puedes dejar de babearte? arruinarás mí arte, Joaquín. - Nikol había sido una de sus muy buenas amigas en la preparatoria junto a Nikolás, pero por razones de su trabajo, la chica se había ido de Toluca para seguir con su carrera en diversos países, en cuánto las noticias le llegaron, ella tomó el primer vuelo a la ciudad para visitar a su viejo amigo y prometiéndole que sería ella quién se haría cargo de ayudarlo en su tan importante día. - ya lo verás en media hora, cariño, cálmate. - dijo con burla.

- Cállate, tonta pomposa. - se quejó riendo. - no lo veo desde hace 24 horas, es mucho para mí. - hizo un puchero.

Soltó una risita. - sé de una muy buena y confiable fuente, que haz roto esa tradición, mí querido Joaco. - canturreó. - tu padre te vió cuándo te trepabas por el balcón de Emilip anoche.

Las mejillas del castaño se incendiaron.

- Y-yo.. yo no.. no era yo. - tartamudeó.

Una de las castañas cejas se levantó hacía arriba cuándo lo miró incrédula. - ¿No? Pues.. si tú lo dices. - encogió sus hombros. - de cualquier manera, tu padre te reconoció a la perfección.

- B-bueno, entonces sí, era yo. - admitió. - pero es que necesitaba verlo, no estábamos tanto tiempo separados desde que él se accidentó. En fin, nada cambia, sólo estuve 1 hora cómo mucho. - acomodó el cuello de su traje.

Negó riendo. - si tú lo dices, cariño. - se apartó para verlo de arriba a abajo. - te ves hermoso, Joaquín, simplemente perfecto.

El castaño sonrió. - gracias, Nikol. - recibió el abrazo de su amiga para luego ver cómo la puerta se abría.

Su padre estaba vestido con un elegante y moderno traje negro tradicional de su país, bordado con finas costuras blancas a los costados. Uberto le dedicó una sonrisa espléndida, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Bajo El Mismo Techo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora