12

478 62 1
                                    

Antes de abrir los ojos Matthew trato de seguir su rutina diaria, lo primero, tratar de no separar los parpados hasta que el hambre lo obligara o Taeyeon le diera un pellizco a su trasero para hacerlo saltar de la cama. Ya que lo segundo todavía no ocurría, decidió seguir haciendo el zorro en esa cómoda superficie. Respirando profundo se dio cuenta de que estaba rodeado de aromas extraños, que no eran precisamente el de las mantas de su cama

¿Qué...?— El gatito se sentó de golpe, recordando todo el humillante asunto con el lobo la noche anterior, el escozor en la maltratada piel de su trasero no dejaría que lo olvidara pronto —¡Maldito perro! — Mascullo entre dientes— tiene la mano pesada el muy desgraciado.

—Y sí sigues de mal hablado voy a darte otra zurra— Matthew salto dentro de su propia piel, el rey estaba recostado en el marco de la puerta vestido con un pantalón de algodón holgado y el dorso desnudo.

—Entrar sin tocar no es de buena educación— se cruzó de brazos el gatito, tratando de parecer más en control de lo que estaba.

—Sí, cuando se trata de tu propio dormitorio— respondió Jiwoong sin poder contener una media sonrisa, sabía que el chico se moría por enviarlo a la mierda, pero no se atrevía.

Los ojos azules de Matthew se iluminaron maliciosos, siempre había sido tímido en cuanto a su cuerpo cuando estaba en su piel humana, pero ante la presencia del rey todo le resultaba un juego peligroso y divertido.

—Está bien— acepto el chico— me voy a buscar una esquina a la que pueda llamar mía—. Sin detenerse a pensarlo mucho, se levantó de la cama tan desnudo como alguien pudiera estar.

El Lobo de Kim se quedó de una pieza, viendo como su descarada pareja se contoneaba por la habitación mientras buscaba la tela amplia que usaba para vestir su parte baja— ¿Qué crees que estás haciendo? — Casi se atraganta con su propia lengua cuando vio que su gatito se agachaba para buscar bajo la cama.

—Pues, buscando mi ropa— se puso de pie con una sonrisa inocentona.

El rey estaba seguro que aunque pasaran mil años nunca podría olvidar lo bonito que se veía ese trasero respingón todavía con las marcas de sus manos en el... Si de algo estaba seguro es que ese mocoso estaba buscando tener problemas, fuera consciente de eso o no.

—Ven acá— ordeno el rey en un tono de voz que no admitía protestas.

Matthew levanto la falta que estaba tirada en una esquina— ¡Aquí esta! — gritó mientras daba saltitos sin percatarse del color dorado intenso que adquiría los ojos de Jiwoong.

¡Ven! — Dio unos pasos y halo del brazo al chico que trataba de vestirse.

¿Qué pasa? — Susurro sin saber que pensar. El rey lo había tomado por la cintura, los gruesos brazos le rodeaban sin lastimarlo.

¿Pasa?... pasa que eres la cosa más sexy que ha pisado este castillo— le susurró al oído— pasa que de hoy no pasas.

Un temblor recorrió la espalda del Matthew, la garganta se le seco, además de que toda la sangre se le fue al sur. ¡Qué vergüenza! pensó mientras las manos grandes del rey bajaron hasta situarse sobre sus dos globos.

¿Qué hace? — pregunto con un hilo de voz.

¿Asustado? — Sonrió el rey mientras apretaba toda esa deliciosa carne— Me parece que este gatito tiene miedo.

—Yo no tengo miedo— replico con un hilo de voz.

Jiwoong deseaba enseñarle al gatito consentido las glorias que se podían compartir en el lecho, dándose cuenta que aún no era el momento de cortar la fruta madura, decidió darle un poco más de tiempo— Yo creo que sí— le respondió el rey justo antes de darle un beso, uno que demandaba sumisión absoluta de parte de su pareja.

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora