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¿Por qué? — Recostó la cabeza sobre el pecho que se le ofrecía como un baluarte.

—Escucha lo que tengo que decir— beso la fina mandíbula— Choi le tendió una trampa a mi antigua reina, la hizo caer con un joven, al final me fue infiel. Aunque todos me lo advirtieron yo no lo quise creer, ella era mi pareja después de todo.

Las finas manos de Matthew se sostuvieron de los brazos de su rey— Yo no haría eso—, se defendió sintiendo como su mundo se volvía gris— lo juro, mi señor.

—Lo sé—, besando la boquita rosa que temblaba— ahora lo sé. Choi me ha hecho un gran favor, con mentiras trajo a Taerae para que nos separara, y ahora él es quién ha salvado un reino.

—No entiendo— negó con un suave movimiento de cabeza, respirando profundo dejo que la esencia de su compañero lo llenara.

—Ten presente esto— volvió a su juego de seducción acariciando la suave piel bajo sus manos— Tú eres el reino, si algo te pasa, no dejaré que los hechiceros hagan nada por mí. El rey de Katagaria morirá justo después de su pareja.

¿De qué hablas? — jadeo al sentir como los dedos del rey halaban una de sus tetillas.

—Choi me tendió una trampa para hacerme creer que me eras infiel con Taerae — quiso aclarar Jiwoong—, lo peor es que por mis dudas te dejé sin protección.

—No podías saberlo—, le defendió el chico arrugando el ceño— ¡Cuando regresemos al castillo voy a arrancarle la cabeza con mis fauces a ese viejo!

Jiwoong dejó salir una carcajada— No lo harás, mi pequeña fiera—, apretó el trasero respingón con ambas manos— ese privilegio será de tu rey.

—Mi deber es destruir todo lo que daña a mi señor— cada palabra pronunciada con tal decisión que el soberano le creyó sin lugar a dudas.

—Tu deber es darme una razón para vivir— apretó el cuerpo delgado contra la dureza de su sexo.

(...)

Las nubes en el cielo navegaban en un mar azul tranquilo. Los altos árboles custodiaban la ribera de río como centinelas verdes. El agua tibia acariciaba los cuerpos de los amantes que en sus orillas se entregaban el alma uno al otro.

—Te amo— gimió Matthew mientras recibía los dedos de Jiwoong en su íntima entrada, acostado boca arriba sobre la hierba de la orilla, gritando el nombre de su rey.

Una vez que Jiwoong sintió que su pareja estaba lo suficientemente dilatado, se introdujo lentamente en el canal, sin dejar de besar la tierna boquita que no paraba de gemir.

El tigre envolvió con sus largas piernas la cintura de su soberano, entregándose por completo, amando la manera en ese hombre dominaba cada uno de sus sentidos volviéndolo loco. Justo al momento de sentir la semilla del hombre en sus entrañas, hizo lo suyo vaciándose entre ellos. La magia que habitaba en Matthew tomo la fuerza de Lobo de Kim, para alimentar con ella el nido de vida que protegía dentro de su cuerpo. Con una sonrisa el gatito cerró los ojos, pensando en la cara que pondría el hombre más grande al saber de su secreto.

Entrando en la niebla del sueño, reflexiono una vez más que debería mencionarle a su compañero el pequeño milagro que escondía, pero sus instintos le decían que no era momento. La parte humana pensaba que él hombre que todavía estaba dentro de él y que ya comenzaba a salir, tenía derecho a saberlo, pero su naturaleza de tigre le decía que si ese macho había sabido sembrar la semilla, también debía averiguar por sí mismo lo que estaba pasando. Una vez ambas partes se pusieron de acuerdo, Matthew se dejó abrazar y mimar como el malcriado que era.

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora